Obispos sed santos como ÁNGEL RIESCO CARBAJO (Siervo de Dios)

Para los obispos que deseen ser santos

Obispos sed santos como

ÁNGEL RIESCO CARBAJO (Siervo de Dios)
Y segunda parte

* España. Berciano de Vidriales (Zamora) 1902 + Madrid 2 Julio 1972

FUERTE EN SU DEBILIDAD
Cuando nos interesamos en el aspecto más espiritual de la debilidad (verse marginado, enfermo o desechado) nos viene enseguida a la memoria la esbelta y sonriente figura del que fue obispo auxiliar de Tudela durante la década de los sesenta, Don Ángel Riesco. Hombre enfermo, que no guardaba cama; con un cáncer de garganta que iba minando su salud. Merece la pena insistir en algunos aspectos de su vida.

Don Ángel se encontraba durante largas temporadas casi sin voz. Recuerdo, pues lo conocí, su gran dificultad para hablar; le fallaban las cuerdas vocales. Pero este problema no le impedía mantener una vida de relación útil para los demás. Visitaba constantemente a los enfermos de Tudela; los consolaba y alegraba la vida de los más débiles.

Para él los jueves eran días especiales: como prolongación del Jueves Santo recuerdo de la institución de la Eucaristía y del mandamiento del amor. Monseñor Riesco todas las semanas, en este día, invitaba a su mesa a varias personas pobres o asiladas. Era su afición y su delicia. Normalmente acudían algunos ancianos de la cercana residencia. En ocasiones gente menesterosa que llegaba a la ciudad, y se enteraba de aquel obispo fuera de serie. Me recuerda al santo Obispo de la novela de Víctor Hugo, “Los miserables”.

Nunca tuvo complejo de enfermo, aunque lo estaba. Supo sacar fuerza de su flaqueza para entregarse con sencillez a todos. Los sacerdotes que vivieron junto a él tuvieron buena escuela
Pedía a Dios en su oración desprecios y humillaciones. Todos los tudelanos saben que lo obtuvo. Lo que muchos ignoran es que precisamente en su debilidad se encontraba su fortaleza. Don Ángel vivió feliz; muy feliz en medio de su aparente flaqueza.

Emociona hoy leer su biografía, pensar en un hombre lleno de dificultades y problemas de marginación, cómo siempre se le veía sonriente y contento. Lo que muchos ignoran es que había hecho voto de alegría. Así, como suena: voto de alegría. Y, al parecer, en ocasiones encontró verdadera dificultad para cumplirlo.

Muchas personas, cuando les llega la enfermedad o limitaciones propias de la edad superadulta, se sienten como fracasadas: con amargura constante. Yo les diría, sin ningún temor a equivocarme: la felicidad no se encuentra en el éxito sino en la mente propia. Según organicemos nuestra vida interior, podemos ser desgraciados en medio de la abundancia o felices rodeados de limitaciones y contratiempos. El ejemplo de Monseñor Riesco y de otras personas dotadas de gran sabiduría interior nos abre las puertas de la esperanza. Luego viene, ¡claro está!, la ayuda de Dios para conseguir reaccionar. Pero este auxilio nunca falta si lo suplicamos con fe.
Las pruebas que tuvo en su vida fueron grandes y para no hundirse y porque tenía total esperanza en Dios hizo voto de alegría. Silencio y sonrisa era su semblante. Se hacía querer. En alguna ocasión hablé con don Ángel: "¿Quién eres, ¿cómo te llamas?", me preguntó interesándose por mí. Le contesté: "Un pobre cura de pueblo". Él sonriente me dijo: "Todos somos pobres curas". Y seguimos hablando un rato de los problemas del cura rural.

SU ÚLTIMA ÉPOCA

Se encontraba sin fuerza. El cáncer de garganta iba haciendo en él presa. Veía que iba a ser más útil en La Bañeza cerca de las monjas que él fundó. Y decía: "El descanso vamos a dejarlo para el Cielo", Entregó su alma al Señor el 2 de Julio de 1972.


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