Al Papa pidiendo la supresión de la ley del celibato

Ciudad del Vaticano

Santo Padre:


La doctrina oficial de la Iglesia Católica, en lo concerniente al celibato, habla de carisma, don de Dios.

El Concilio de Trento admite que es preciso el don de castidad para poder vivir el celibato. (Sesión 24, canon 9)

El Concilio Vaticano II considera el celibato como un don de la gracia, un don de Padre que se supone le ha dado a todos los presbíteros. (Pres. Ord. 10)

El canon 277 – 1 del nuevo Código de Derecho Canónico impone el celibato a todos los sacerdotes, precisando que es un don particular de Dios.

El problema de conocer cómo este don de Dios donado a algunos (L. G. 42) es compatible con la obligación general para todos los sacerdotes, no está resuelto. El Concilio de Trento y el Vaticano II buscan la solución en la oración para obtener este don, si es que no se posee. Esta solución, sin embargo, está en pugna tanto con la Sagrada Escritura, como con la Tradición práctica. La Iglesia primitiva y la práctica de las Iglesias orientales demuestran que la continencia perfecta no viene exigida por la naturaleza misma del sacerdocio. Esto es admitido por el Concilio Vaticano II (Pres. Ord. 16), El Concilio hace referencia a 1 Tim. 3,2; Tito 1,6; se puede añadir Mc. 1,30; y sobre todo, 1 Cor. 9,5.

Las dispensas de la ley del celibato, concedidas por la Santa Sede desde hace más de veinte años – pasan de cincuenta mil – demuestran que en la práctica contemporánea, existen innumerables sacerdotes que, a pesar de su oración, no han recibido el don de Dios para la castidad perfecta, sino el del matrimonio.

Teniendo en cuenta todos estos argumentos, pedimos a la Santa Sede saque la conclusión de que la vocación al sacerdocio no coincide siempre con la vocación al celibato.

El problema de la coincidencia entre la vocación al celibato y al sacerdocio parece resuelto, si se supone que la Iglesia latina no llama al ministerio más que a hombres dotados por Dios al carisma celibatario. (Carta de vuestra Santidad a los sacerdotes el Jueves Santo de 1979, n. 9)

Esta solución conduce a dificultades todavía mayores: ¿Elige Dios a sus sacerdotes en Occidente según una normativa distinta que en Oriente? ¿Tienen el poder las autoridades de la Iglesia latina de escoger entre los elegidos por Dios, y no aceptar más que a aquellos que tienen un don específico? ¿No sería esto impedir la gracia y la vocación de Dios al sacerdocio? ¿El canon 1026 del nuevo Código no llama crimen contra Dios el entorpecimiento (nefas) el entorpecimiento de la vocación de aquel que es idóneo?

¿Aquellos que son llamados por Dios al matrimonio y al sacerdocio, que son idóneos según el Nuevo Testamento y los Cánones de la Iglesia Católica Oriental, no han de ser idóneos para la Iglesia Católica Occidental?

Más aún, entre los sacerdotes en ejercicio, las pruebas que hacen insoportable la ley del celibato obligatorio no cesan de aumentar cada día. Algunos libros cuentan historias tristes de sacerdotes y mujeres que tratan de escapar de “un yugo insoportable” (Hechos 15, 10), aquellos y aquellas que no tienen carisma.

El Arzobispo de Anchorga (Alaska) F. Hurley, en una carta pastoral citada por el “Suthern Cross” de África del Sur (24-08-86), dice que “Para muchos sacerdotes el celibato es más una cruz pesada que un don de Dios”.

Por esto, Santo Padre, pedimos el debate de la actual ley del celibato – discusión suprimida en el Concilio Vaticano II – sea de nuevo reemprendida, a fin de que una solución honesta, justa y verdadera, conforme al Nuevo Testamento y a la Tradición de la Iglesia entera, y por consiguiente con la voluntad de Dios, pueda ser encontrada. Así el Pueblo de Dios estará dispuesto a una adaptación de la ley sobre el sacerdocio, sea asumida por célibes o por personas casadas.

Con el más profundo respeto le saludamos, Santo Padre, comprometidos con Su Santidad en la causa de Cristo.


Madrid – Vitoria 6 de Enero del 1987. Festividad de la Epifanía del Señor

(Firmado por el presidente de ASCE, José María Lorenzo Amelibia y el secretario, Francisco Mantecón Ramírez.)


Ver página web: http://personales.jet.es/mistica
Volver arriba