Los arciprestes, solución

Trabajamos como azotando el aire; a bandazos. Estamos edificando una casa grande, un rascacielos gigantesco. Pero cada uno hace lo que le parece y no acertamos ni nos entendemos. ¡Señores, esto es la torre de Babel! ¿Se puede construir un edificio gigantesco sin arquitectos, sin aparejadores, sin maestros de obra? Estamos intentando. Queremos edificar el Cuerpo Místico de Cristo, pero cada uno a nuestro modo. Muchos trabajan infatigables de la mañana a la noche; otros, apenas el mínimo, porque, ¿para qué?.


Hay quien piensa que las cosas deben seguir así. Estamos tan aburridos de burocracias, planos, teorías, minimizaciones, que... El Evangelio no es burocracia, tampoco lo eran los primeros cristianos, ni los primeros presbíteros y obispos. Ellos predicaban, bautizaban, daban testimonio.
Un mal de raíz. Es la ley del mínimo esfuerzo, la holgazanería, el ansia de no complicarse la vida, "Que nadie se meta en mi vida", que me dejen obrar y hogar según mis criterios.

De vez en cuando se oye una v9z predicando en el desierto nunca ha habido más reuniones que hoy, y casi nunca se ha hecho menos. Y, eso sí, ganas tenemos todos de hacer algo. Pero hay una gran desorientación, y sobre todo indiferencia en los resultados.

Ante este estado de cosas debemos todos pensar: tratar de aportar una solución. Lo primero convencernos de que todos debemos ser "dirigidos", y no precisamente de modo burocrático con papeles a multicopista. Darse cuenta de que el párroco, el coadjutor o cualquiera que tenga un cargo de responsabilidad pastoral no lo es todo; que él no puede hacer o no hacer lo que le viene en gana. Las ciudades ofrecen un aspecto lamentable. Por esa falta de unidad en la acción. El ambiente rural, casi peor. En resumen: trabajamos con un mínimo de rendimiento, a causa de cada uno realizar su trabajito.
Hoy es necesario el trabajo coordinado; al menos en un plano nacional. Los obispos piensan que aunque se pongan de acuerdo no basta con elaborar unos planes maravillosos de renovación pastoral. Pueden llegar fácilmente a ser papel mojado. Van tropezando con la pasividad e inercia de muchos sacerdotes. Es verdad que en el clero español hay buena voluntad e indudables valores personales e intelectuales. Pero es muy fuerte el individualismo; cuesta romperlo. Conseguir esta unión a través de los retiros y mensajes, difícil. Es necesaria la labor individual con cada sacerdote. Supone un muchos un cambio de mentalidad, una serie de prejuicios que vencer; y el mejor modo de superarlo es el trabajo concreto con cada uno de ellos.
Para todo este plan, la figura del Arcipreste. ¿Para qué crear cargos nuevos si ya existen? El Arcipreste debiera transmitir el mensaje del obispo a cada sacerdote; debe orientar, animar, aconsejar, unir, e incluso inspeccionar, aunque con mucho amor; no como un superior que vigila y reprende. Se trata de unir fuerzas. En una palabra ha de inspirar total confianza; nunca temor o algo aún peor.
Para ello no ha de ser el arcipreste el cura que más trabajo tiene en la parroquia. Todo lo contrario. Ya que su labor principal es moverse mucho; trabajar con los sacerdotes. Tampoco conviene que sea demasiado viejo, pues ha de llevar una vida muy movida, ni tampoco joven en exceso. Tenga facilidad de momento para visitar a todos los sacerdote en su casa. ¿Quién visita pastoralmente a estos sacerdotes? El Obispo cada cinco años. Al menos una vez al trimestre sería necesaria la visita del arcipreste a cada cura de su distrito. Incluso al grupo de clérigos del pueblo reunido. Dialogar de las posibilidades de acción, animar. Estas visitas estimularían a todos. Así también se reducirían las reuniones masivas.
Y el arcipreste en continuo contacto con el Obispo. La figura del arcipreste no ha pasado a la Historia; no debe quedar suplantada por diferentes delegados de apostolado. Se trata de ser efectivos. Someto este estudio a quien corresponda. Preparemos soluciones para nuestros días.
Artículo publicado por José María Lorenzo Amelibia en la revista Incunable hacia el año 1963, antes del concilio. Creemos que hoy puede tener también importancia


José María Lorenzo
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