Dura homilía del obispo de Cuernavaca en el domingo de las tentaciones Estamos bajo ataque del “imperialismo ideológico”: Mons. Ramón Castro Castro

"Me doy cuenta del engaño cultural que nos están inyectando, nos dicen cómo podemos vivir mejor sin Dios..."

CASTRO morado

La lectura evangélica del primer domingo del tiempo de Cuaresma fue el marco para la reflexión profunda con fuerte carácter profético que quiso advertir de las tentaciones y mentiras disfrazadas de verdad en este tiempo donde las propuestas de la modernidad son particularmente atractivas y seductoras.

Así se hizo en la celebración dominical del 10 de marzo presidida por el obispo de Cuernavaca, Mons. Ramón Castro Castro donde estuvieron presentes los catecúmenos que iniciaron el camino en esta cuaresma hacia su bautismo e incorporación a la Iglesia. La homilía fue un fuerte y duro momento de reflexión y denuncia de las tentaciones a la que se está sometido el ser humano y en donde el obispo Castro no tuvo ninguna reserva para decirlas por su nombre. “Un denominador común -dijo el obispo- es sembrar la duda en el corazón, quebrar la confianza en Dios, que Jesús no tenga confianza, he ahí el meollo de las tentaciones…” Esta duda la tenemos enfrente para hacernos vacilar a la manera de Cristo que sufrió del demonio estas tentaciones como “mejor camino” por las cuales el ser humano del siglo XXI es tentado, pero sin la lucidez de Cristo que sorteó la propuesta del Enemigo.

Hoy esta “propuesta tiene una terminología” abundaría el pastor en lo que fue la parte medular de su reflexión del Evangelio. “En lugar de llamar al aborto ‘infanticidio’, crimen, se le llama interrupción voluntaria del embarazo… he allí, se siembra la duda y se presenta un mejor camino y se legisla contra la familia y contra la vida, no para contravenir a Dios sino para favorecer la sociedad y para respetar y defender la libertad… y dice el demonio, nuestra propuesta es mejor”.

En las “tentaciones, Dios mismo es puesto en el banquillo de los acusados. Se pone en tela de juicio se amor, sabiduría y providencia. Se le discute a Dios su manera de obrar con los hombres. La tentación pretende que uno se haga consciente de que el cuidado de Dios a los hombres es ridículo… Dios sencillamente se equivoca”, enfatizaría el obispo.

La duda haría que el ser humano corrija la obra de Dios en cualquier aspecto, “desde la biotecnología hasta los parlamentos y congresos” que quieren corregir supuestamente, pero que en la realidad hacen caer en el engaño.

“Hoy la tentación más fuerte puede venir de la cultura” diría el obispo. “Con todo el corazón, y si quieren me pongo de rodillas, como pastor me doy cuenta del engaño cultural que nos están inyectando, nos dicen cómo podemos vivir mejor sin Dios. Eso ya se lo inyectaron a los jóvenes que no se presentan y practican ninguna fe…”

Esto fue el preámbulo para señalar con nombre a esos nuevos tentadores de la humanidad que realizan hoy el mismo papel que tuvo el demonio ante Cristo: “Es el trabajo tan profundo, tan bien orquestado por la ONU, por Soros -el magnate de origen judío a quien se le señala la inversión de millonarias fortunas para la promoción de la agenda homosexual y fortalecimiento de la hegemonía del capitalismo- y por mucha gente que recibe grandes beneficios económicos. Hay una dictadura…”

Mons. Castro hizo referencia a las recientes actividades en conmemoración al día de la mujer, el viernes pasado. “Cuando uno ve cómo se celebra el día de la mujer, con ese radicalismo, simplemente nos quedamos pasmados…” Hay una reingeniería social y descristianización aguda. Para Mons. Castro, los efectos de esta forma de pensamiento moderno, se ven a partir de agendas y políticas públicas bien determinadas que están diseñadas para detonar los valores y “reina ahora la cultura de la muerte con el engaño: Salud reproductiva… Hay esa tendencia de la cultura de la muerte a que el ser humano ‘se reproduzca menos’… pero sobre todo de la gente pobre. ¿Dónde están los abortorios? En los lugares más pobres… Difícilmente médico, enfermeras y trabajadoras sociales hablan de los daños que producen esas actitudes, ni física, no mental o moral”.

Recordando la enseñanza del Papa emérito Benedicto XVI, el obispo advirtió de esta dictadura del relativismo que también está sometiendo a nuestro país con particulares implicaciones. “Si nosotros dijéramos si México vive bajo la dictadura de Porfirio Díaz, diríamos ‘de ninguna manera’… pero vivimos bajo una dictadura del relativismo, lo dijo claramente Benedicto XVI en la misa anterior al Cónclave que lo hizo Papa…”

El propio yo, como medida de la dictadura del relativismo, es factor para la preponderancia desordenada del poder, el dinero, placer que rigen a la sociedad. “El relativismo -señalaría- es una crisis tremenda y profunda de la verdad porque se considera que el ser humano no es capaz de conocerla”.  La frase evangélica “Sólo la Verdad nos hará libres” queda así limitada en la dictadura del relativismo que poner barreras a nuestras posibilidades “y que limita nuestro despliegue” … La sociedad actual, afirmaría, está atacada por un “imperialismo ideológico” y necesita redescubrir la Verdad: “Hay principios y valores que no son negociables. ¿Cuáles son? Los valores vinculados con la persona, con su dignidad, con la vida, que no admiten excepciones, la tutela y promoción de la familia como Dios la ha pensado, la libertad de los padres de educar a sus hijos, la tutela en defensa de los menores, la liberación de las víctimas de todo tipo de esclavitud, una verdadera libertad religiosa…un desarrollo de la economía al servicio de la persona, del bien común en respeto a la justicia social… Eso es lo que tenemos que redescubrir”.

Al concluir, Mons. Castro se dirigió particularmente a los fieles para invitarlos a reflexionar sobre sí mismos: “Pensamos qué tanto nos hemos dejado arrastrar por este imperialismo ideológico, por esas tentaciones que nos presentan mejores y más cortos caminos”.

Al finalizar su homilía, el obispo de Cuernavaca presentó a los diez catecúmenos y sus padrinos quienes solicitaron su admisión a los sacramentos de iniciación. El obispo, después de signarlos en la frente con la señal de la cruz, indicó a la asamblea reunida el inicio de su caminar hasta la noche santísima de la Pascua donde serán bautizados y, conforme a la tradición, el obispo los despidió puesto que aun no pueden participar de la Eucaristía. Los catecúmenos, visiblemente emocionados, recibieron el reconocimiento de la comunidad que aplaudió su decisión de emprender este camino de fe.

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