EL "PAPA DE HITLER" SIGUE VIVO

Hace diez años, el escritor inglés John Cornwell, Senior Research Fellow en el Jesus College de Cambridge, publicó un estudio histórico sobre Pío XII al que le puso el título estimulante de "El Papa de Hitler". Cornwell quiso hacer una apología de Pío XII, con la intención de acelerar su proceso de canonización. Para documentarse a fondo, se fue a Roma y le pidió al promotor de la causa de beatificación , el jesuita P. Gumpel, la documentación que tuviera sobre el papa Pacelli. Cornwell fotocopió cientos de documentos inéditos, que se llevó a Londres. Y cuando leyó aquellos papeles, quedó impresionado. Allí había constancia del silencio cómplice de Pío XII ante las atrocidades del nazismo en la segunda guerra mundial. Por eso, el investigador Cornwell, al final de su largo y documentado estudio, dedica un capítulo a Juan Pablo II. Ese capítulo se titula "Pío XII, redivivo". Por supuesto, la condiciones históricas del papado de Juan Pablo II han sido muy distintas de las de Pío XII. Pero hay una cuestión capital que los asemeja a ambos. Cornwell dice con precisión, refiriéndose al papa Wojtyla: "su pontificado ha contemplado el resurgimiento del histórico dilema del papado moderno que sigue irresuelto...: ¿Es o debe ser la Iglesia católica romana una pirámide gobernada desde su vértice por el hombre vestido de blanco? ¿O se trata de una Iglesia peregrina, una gente en movimiento, como la caracterizaron los Padres del Vaticano II?". Sabemos que Juan Pablo II tuvo sus dudas, preguntó a obispos y teólogos, pero seguramente se estrelló con la resistencia de la Curia Vaticana, como ya le había ocurrido a Pablo VI. De ahí que, con toda razón, John Cornwell termina diciendo: "La tesis de este libro es que cuando el papado crece en importancia a costa del pueblo cristiano, la Iglesia católica decae en influencia moral y espiritual, en detrimento de todos nosotros". Y es verdad. Jamás un papa, en toda la historia de la Iglesia había alcanzado la fama y la popularidad que alcanzó Juan Pablo II. Pero tan cierto como eso es también que jamás un papa, al irse de este mundo, había dejado una Iglesia tan desacreditada, tan poco creíble, y metida en tantas crisis como la Iglesia que tenemos hoy: crisis de sacerdotes, de teólogos, de vocaciones religiosas, de templos vacíos, de curas escandalosos, de obispos a los que casi nadie hace caso, etc, etc. Así las cosas, el papa y muchos obispos se refugian en los grupos más fundamentalistas y conservadores. Pero, identificada cada día más con lo más integrista y lo más a la derecha que hay ahora msimo, ¿a dónde va esta Iglesia? ¿Qué futuro le espera a ella y nos espera a todos los que seguimos en ella porque en ella hemos encontrado y queremos seguir viviendo nuestra fe? Pero ¿qué fe? ¿la fe en la derecha política y en el integrismo dogmático? ¿y así queremos dar respuesta a las apremiantes demandas que nos vienen de todos los frentes de este mundo hundido en mil crisis? ¡Por favor, Señores y Monseñores del Vaticano!, piensen más en el bien de este angustiado mundo y menos en el bien de Ustedes. Teología sin censura

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