Inspirada en la profunda reflexión de Carmen y Beatriz, nuestras compañeras de camino y de búsqueda, recuerdo un círculo de Sara que tuve a principios de febrero con un grupo de mujeres de la universidad propia del Pueblo originario Nasa, dónde mirábamos nuestra dentro de los contextos socioculturales, y las pirámides socio religiosas (mesas de cambistas) que tendríamos que echar abajo. Hoy, tercer domingo de Cuaresma, contemplo y escucho al Maestro de Nazareth, diciéndonos: MUJERES AMADAS, ustedes son mi templo nuevo. Mi Casa sagrada calentada con el fogón de su presencia abierta, tierna y solidaria. No permitan que esta Casa sea convertida en mercado de escaparates y vitrinas, en botín de guerra y degradación. Con valentía femenina sigan volteando esas mesas.