#cuaresmafeminista2025 Una cuaresma jubilar y feminista

| Elizabeth Gareca Gareca
Vivo la cuaresma como un tiempo propicio para mirar mi vida profunda, mis motivaciones, emociones, mi sentido actual de estar y habitar este mundo y esta iglesia. La singularidad de este año 2025 tiene varias aristas, el jubileo de la esperanza, el estado de salud del Papa Francisco y la limitada participación de las mujeres todavía en la toma de decisiones de esta. Intentaré hilvanar estos puntos en mi reflexión.
Aprovechando el feriado de carnaval, pude ver la película El Cónclave salí preocupada del cine porque siento que muy pronto podremos vivir este episodio, pues siendo realistas, la salud de nuestro Papa Francisco se deteriora y todxs sabemos que más temprano que tarde, llegará también su pascua. Esta película se adelanta, creo yo, a esta situación de vivir un momento clave que es la elección del nuevo Papa, claro es una situación ficticia -y real al mismo tiempo-que nos invita a repensar los rumbos que podría tener la iglesia a partir del mismo. En la película este proceso de elección presenta a sus personajes muy cercano a las vivencias propias de cada ser humano en el rol de cardenal: posicionamientos personales, tendencias sociales y políticas, las ambiciones de poder, encubrimientos internos, silencios cómplices, negociaciones internas y secretas, en fin, todo esto en las manos de muy pocos varones con poder.
El debate entre las autoridades eclesiales no es fácil para quien dirige el proceso, protagonista de la película, que sabe conducir en discernimiento permanente pero siempre desde la duda. La duda no solo es una experiencia humana moderna, sino es inherente a la humanidad, sino que incluso Jesús la experimentó en la cruz. Una fe verdadera no es una certeza absoluta, sino un camino de búsqueda y cuestionamiento permanente.
Este evento mundial, convoca a estas autoridades eclesiales, pero también a las religiosas que son quienes atienden en las necesidades más elementales de estos hombres, mujeres que demuestran su entrega mediante el servicio durante el cónclave. Incluso una de esas religiosas, conoce muy de cerca la dinámica del poder interno y ayuda a esclarecer el proceso en un momento crucial. Comienza con una frase que me conmovió por la realidad que desvela “Sus Eminencias, aunque se supone que las hermanas seamos invisibles, Dios nos ha dado ojos y oídos…” y desvela la verdad que ella conocía. Esto denota el silenciamiento impuesto a las mujeres de la iglesia en general, esto lo descubres solo desde una mirada feminista o de igualdad. Ojalá en algún cónclave cercano podamos participar también las mujeres en mejores condiciones y con voz y voto.
La película termina bien, porque la elección del nuevo Papa es parecida a la apertura que nos demostró Francisco y que podría seguir esos mismos pasos de apertura a las mujeres y sus liderazgos. En el desenlace incluso, se cuela el dilema de la iglesia sobre la biologicidad de la categoría sexo/género, eso engrandece la decisión final del nuevo Papa para quienes pensamos que la apertura de la iglesia en todo nivel es positiva y debe continuar. En la trama de la película aparecen muy visiblemente las dos tendencias de la iglesia: una muy conservadora que intenta retroceder mucho camino andado desde Vaticano II y, otra más liberal y abierta a las realidades del mundo.
Si la cuaresma es un tiempo de conversión, la misma que debe iniciar desde un mea culpa que todxs cargamos al ser parte de esta iglesia, santa y pecadora. Desde las dudas humanas que tenemos con nuestra fe cristiana. Hay preguntas personales y eclesiales ineludibles en esta cuaresma jubilar. Por otro lado, debemos ser honestxs sobre el lugar desde el cual habitamos y nos posicionamos, desde nuestros privilegios y desventajas sociales y eclesiales, nuestras ambiciones de poder, nuestros caminos andados y sobre la utopía de experimentar una iglesia verdaderamente sinodal, profética y fiel al mensaje de Jesús. Las autoridades eclesiales que serán protagonistas de una nueva elección deben ser conscientes de esta realidad y dejarse interpelar por estas urgencias eclesiales.
Este tiempo litúrgico nos invita a romper con estructuras que hacen perpetuar las exclusiones ad intra la iglesia y a vivir la esperanza que transforme nuestras relaciones cotidianas. El Jubileo de la Esperanza nos desafía a pensar: ¿Qué esperanza transmitimos y vivimos en nuestras comunidades eclesiales? ¿Qué miedos nos paralizan para procurar cambios de dignidad e igualdad en nuestra iglesia? La esperanza que Jesús experimentó nos conduce a las transformaciones profundas que tanto requerimos ¿Estamos dispuestxs a asumir los riesgos? Es una esperanza incómoda de cuaresma y dará lugar a pascuas preñadas de igualdad y justicia.
Elizabeth Gareca Gareca. Teóloga boliviana, biblista y feminista. Participante de varios espacios de género y religión y promoviendo la justicia de género, el discipulado de iguales y una vida digna y sin violencia. garecaelizabeth@gmail.com