"El camino de María, y el de Jesús, va hacia los pobres, los heridos, los pecadores" León XIV: "Cuidémonos de toda instrumentalización de la fe, que corre el riesgo de transformar a los pobres en enemigos a los que hay que evitar y rechazar"

León presidió este domingo la Eucaristía con motivo del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, con un llamamiento a buscar "la justicia y la paz" desde "la devoción popular por aquellos hechos y lugares que, bendecidos por Dios, han cambiado para siempre la faz de la tierra"
"Cuidémonos de ese subir al templo que no nos lleva a seguir a Jesús. Existen formas de culto que no nos unen a los demás y nos anestesian el corazón. Entonces no vivimos verdaderos encuentros con aquellos que Dios pone en nuestro camino; no participamos, como lo hizo María, en el cambio del mundo y en la alegría del Magnificat"
"Cuidémonos de toda instrumentalización de la fe, que corre el riesgo de transformar a los diferentes —a menudo los pobres— en enemigos, en “leprosos” a los que hay que evitar y rechazar". El Papa León presidió este domingo la Eucaristía con motivo del Jubileo de la Espiritualidad Mariana (bajo la imagen original de la Virgen de Fátima), con un llamamiento a buscar "la justicia y la paz" desde "la devoción popular por aquellos hechos y lugares que, bendecidos por Dios, han cambiado para siempre la faz de la tierra".
Ante miles de fieles, Robert Prevost invitó, con el apóstol Pablo, a "no perder el centro, no vaciar el nombre de Jesús de su historia, de su cruz". "Lo que nosotros consideramos excesivo y lo crucificamos, Dios lo resucita porque «no puede renegar de sí mismo»", trazó el Papa, resaltando que "Jesús es la fidelidad de Dios, la fidelidad de Dios a sí mismo".
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León quiso hacer especial referencia a uno de los discursos más conocidos de Francisco, el dirigido a la Curia en 2021, para rescatar la curación de Naamán, el sirio, un leproso. "Este hombre estaba obligado a convivir con un drama terrible: era leproso. Su armadura, la misma que le proporcionaba prestigio, en realidad cubría una humanidad frágil, herida, enferma. Esta contradicción a menudo la encontramos en nuestras vidas: a veces los grandes dones son la armadura para cubrir grandes fragilidades. […] Si Naamán sólo hubiera seguido acumulando medallas para poner en su armadura, al final habría sido devorado por la lepra; aparentemente vivo, sí, pero cerrado y aislado en su enfermedad", apuntó el agustino, en palabras del jesuita.

"Cuantos menos títulos se puedan ostentar, más claro está que el amor es gratuito. Dios es puro don, sola gracia, pero ¡cuántas voces y convicciones pueden separarnos también hoy de esta verdad desnuda y disruptiva!", señaló Prevost, quien insistió en que "la espiritualidad mariana está al servicio del Evangelio: revela su sencillez", y "nos sumerge en la historia sobre la que se abrió el cielo, nos ayuda a ver a los soberbios dispersos en los pensamientos de su corazón, a los poderosos derribados de sus tronos, a los ricos despedidos con las manos vacías".
También, "nos compromete a colmar de bienes a los hambrientos, a enaltecer a los humildes, a recordar la misericordia de Dios y a confiar en el poder de su brazo". En recordar a los leprosos del Evangelio que no vuelven a dar las gracias y que "nos recuerdan que la gracia de Dios también puede alcanzarnos y no encontrar respuesta, puede curarnos y seguir sin comprometernos".

Frente a esta realidad, el Papa advirtió: "Cuidémonos, pues, de ese subir al templo que no nos lleva a seguir a Jesús. Existen formas de culto que no nos unen a los demás y nos anestesian el corazón. Entonces no vivimos verdaderos encuentros con aquellos que Dios pone en nuestro camino; no participamos, como lo hizo María, en el cambio del mundo y en la alegría del Magnificat".
Porque "el camino de María va tras el de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano, especialmente hacia los pobres, los heridos, los pecadores", abundó el pontífice. "En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a los demás para sentirse importantes".

"Queridos hermanos, en este mundo que busca la justicia y la paz, mantengamos viva la espiritualidad cristiana, la devoción popular por aquellos hechos y lugares que, bendecidos por Dios, han cambiado para siempre la faz de la tierra. Hagamos de ella un motor de renovación y transformación, como pide el Jubileo, tiempo de conversión y restitución, de replanteamiento y liberación", finalizó.
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