La semana que vivimos peligrosamente: así fue el precónclave
Doce años después, la muerte del primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia, y con un colegio cardenalicio sin experiencia, todo son dudas, carreras y la sensación de que “cualquier cosa puede pasar”, como apuntaba este fin de semana a RD uno de los purpurados que participará en el cónclave de la Sixtina
El principal candidato del aparato, Pietro Parolin, pareció desinflarse un tanto a mitad de la semana, aunque continúa siendo uno de los que más apoyos recabaría, al menos al comienzo
Becciu forzó la máquina hasta el final, amagando con impugnar el cónclave si no se le permitía participar. Al final no lo hará, pero tanto él como Cipriani se pasean libremente por las congregaciones generales
7 de mayo: 16,30 horas. Los 133 cardenales electores encerrados en Casa Santa Marta, y que ya se encuentran en Roma, comenzarán el Cónclave que elegirá al sucesor de Francisco como Obispo de Roma. 133 hombres, procedentes de 71 países, y que en su inmensa mayoría jamás han participado en una votación así, decidirán qué varón, mayor de 35 años y con estudios eclesiásticos pasará a vestir de blanco como Papa.
Un cónclave de lo más fragmentado, seguramente el más difícil del último siglo. Sin duda, nada que ver con los que llevaron al balcón de las bendiciones a Ratzinger tras la muerte de Juan Pablo II (era el único candidato posible, aunque ya entonces Bergoglio alcanzó bastantes apoyos), ni con el momento en que Benedicto XVI dio un paso atrás, renunciando al pontificado, y posibilitando la llegada de alguien ajeno al aparato curial (Francisco), para reformar a fondo una estructura viciada.
Ahora, doce años después, la muerte del primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia, y con un colegio cardenalicio sin experiencia, todo son dudas, carreras y la sensación de que “ cualquier cosa puede pasar”, como apuntaba este fin de semana a RD uno de los purpurados que participará en el cónclave de la Sixtina.
Con todo, en esta semana de precónclave han pasado muchas cosas. Al comienzo, fueron los cardenales no electores, los mayores de 80 años, con experiencias en votaciones similares, quienes marcaron tendencia. Algunos llegaron a criticar abiertamente el pontificado de Francisco, como el italiano Belliarmino Stella, mientras que los líderes del grupo ultraconservador (Burke, Müller y Sarah) planteaban la necesidad de un mayor “control doctrinal” en el futuro, para frenar las veleidades progresistas del anterior pontificado. También intervino el cardenal Rouco, ahora convenientemente retirado a sus cuarteles de invierno en Madrid.
El sector ‘bergogliano’, mucho menos organizado y con menor presencia entre los no electores (aunque el papel de Maradiaga ha sido muy relevante a lo largo de este proceso), esperó durante días en silencio, y no fue hasta después del primer parón -1 de mayo- cuando empezó a tomar la palabra, y a mirar hacia el futuro, reclamando un papado “profético” que no revirtiera los procesos de reforma emprendidos durante este pontificado.
Quienes no han hablado prácticamente hasta el final, los ‘papables’ destacados por la mayor parte de la prensa, y que han visto cómo sus opciones han ido fluctuando en función de rumores o noticias sobre su salud, su pasado o sus actuaciones respecto a temas como los abusos sexuales. Así, el principal candidato del aparato, Pietro Parolin, pareció desinflarse un tanto a mitad de la semana, aunque continúa siendo uno de los que más apoyos recabaría, al menos al comienzo.
En las quinielas continúan fijos el italiano Zuppi, cuyo nombre ha salido hoy en los medios tras conocerse la carta que ETA envió al Papa en 2014 solicitando la “bendición pública” a su proceso de desarme (el arzobispo de Bolonia estuvo presente en la ceremonia oficial celebrada en Bayona en 2017); el filipino Tagle (aunque en los últimos días también ha surgido la figura de su compatriota, y presidente de los obispos del país, David); el húngaro Peter Ërdo (el más conocido de los papables ultraconservadores); o el ghanés Peter Turkson. Sin descontar al norteamericano Robert Prevost, que siempre ha estado en las quinielas con perfil bajo, y que a última hora parece despuntar como un papado de consenso, continuista de la ‘línea Bergoglio’ y firme ante el desafío de Trump (su imagen disfrazado de Papa molestó, y mucho, entre los cardenales).
Junto a ellos, han emergido figuras de última hora, desde el arzobispo de Marsella Aveline al salesiano español Ángel Fernández Artime, quien presidió uno de los novendiales más relevantes de estos días, con un protagonismo absoluto para la mujer y la vida religiosa.
Entre Becciu y Cipriani: las polémicas marcan el desarrollo del precónclave
No quisieron irse, pese a que una mayoría de los cardenales se lo pidieron. De hecho, siguen en el precónclave, participando, como uno más, pese a que el deseo del difunto Papa era otro. El italiano Angelo Becciu, condenado por malversación y excluido expresamente por Francisco del cónclave, y el peruano Juan Luis Cipriani, sancionado por Bergoglio tras unas acusaciones de abusos sexuales, han protagonizado los principales escándalos de este precónclave, demostrando cómo, una vez fallecido, la autoridad del Papa reinante no es tal. A rey muerto….
Todavía sin ‘rey puesto’, Becciu forzó la máquina hasta el final, amagando con impugnar el cónclave si no se le permitía participar. La aparición de dos cartas firmadas por Francisco en las que reafirmaba su decisión de excluirle del colegio cardenalicio sirvieron para que el sardo diera marcha atrás a su intención de entrar en la Capilla Sixtina. Lo que no consiguió el resto de cardenales fue que saliera del Aula Pablo VI, donde continúa participando, como un cardenal no elector cualquiera, en las congregaciones generales.
Algo similar sucede con Cipriani, si bien éste no podría entrar en cónclave al tener 81 años. Sin embargo, las prohibiciones de Francisco se extendían a viajes y a su vestimenta (no podía portar ropas cardenalicias), y el peruano se las saltó presentándose ante el féretro de Francisco, y participando tanto en su funeral como en las congregaciones. Nadie ha conseguido sacarle de ahí.
Entre los papables, ha habido muchos movimientos tendentes a desacreditar a algunos de los máximos candidatos. Así, Parolin ha visto cómo los medios italianos hablaban de un serio problema de salud, que conllevó un mareo en plena reunión, algo que salió a desmentir de manera tajante el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, que si en algo se ha definido estos días ha sido en su capacidad de contestar a todo sin aclarar nada. “No, es falso”, dijo ante las informaciones relativas al secretario de Estado. Parolin ha sido el principal foco de ataques, pero no el único. Tanto él como Tagle fueron señalados por Bishop Accountability, una asociación que monitorea el trabajo de las diócesis del mundo sobre pederastia, que concluyó que Parolin era responsable del ocultamiento sistemático de los abusos, mientras que el cardenal filipino era considerado ‘tibio’ en la respuesta. Parolin también fue objeto de críticas por su papel en el acuerdo con China, o por su responsabilidad ‘in vigilando’ en el escándalo Becciu.
Tagle también fue acusado, de una manera un tanto burda, con la difusión de un vídeo cantando ‘Imagine’ de John Lennon, algo que ha causado más hilaridad que otra cosa. Su gestión de Cáritas Internationalis, en cambio, no parece una broma.
Otro de los candidatos atacados ha sido el arzobispo de Marsella, Aveline, de quien se aseguraba que no podría ser Obispo de Roma al no hablar italiano. Este domingo, en la misa que presidió, el purpurado hizo gala de un perfecto acento romano.
El último en sufrir los ataques del sector ultraconservador ha sido el prefecto de Obispos, Robert Prevost, uno de los que más han subido en las apuestas en los últimos días. Prevost fue cuestionado por su papel en la gestión de un caso de abusos durante su etapa como obispo en Chiclayo, un caso viejo y en la que, como demuestra la propia información publicada por portales ultras, el purpurado hizo lo correcto. De hecho, tal y como hemos podido saber, Francisco le nombró prefecto de Obispos después de comprobar la falsedad de sus acusaciones. Pero, como bien saben los expertos vaticanistas romanos, cualquier acusación en el precónclave pasa automáticamente a formar parte de la biografía de los candidatos. Al menos, hasta que entren en la Capilla Sixtina y no tengan acceso a información alguna.