CONFER homenajea este martes a los 357 religiosos fallecidos durante la pandemia "¡Gracias hermanos! ¡Gracias hermanas! por vuestra vida entregada sin complejos ni reservas"

MOnjas hacen mascarillas para el coronavirus
MOnjas hacen mascarillas para el coronavirus

"Si morir es entregar la vida, desde una mirada cristiana, es dejarse ir en las manos de Dios (aunque luchemos contra lo que nos desgasta y limita la vida), pero sabiéndose acogidos y en sus manos. Y eso nos da una tranquilidad fuera de toda duda"

"Pervive un recuerdo muy fuerte de sus vidas gastadas en el surco de lo cotidiano, de sus anécdotas, sus chascarrillos, su genio, su entrega, su creatividad, su ternura o su dolor, su vivir y su pasión por lo que hacían seguros de que estaban entregando su vida sin reservas"

"Hoy es un día para rendir un homenaje a nuestros hermanos y hermanas. Una acción de gracias por sus vidas. Un deseo de que nos sigan acompañando desde el cielo en nuestros vaivenes cotidianos"

Hay veces que la muerte nos deja sin resuello y nos supera cuando la vemos en personas cercanas. Hay veces que la muerte nos descoloca cuando la sufrimos en algún familiar y, sobre todo, cuando no se espera. Y hay veces que la muerte golpea nuestra manera de ver las cosas cuando ocurre en personas que se arriesgan a hacer viajes largos, migrando y acaban arrastrados por el mar y aparecen en las playas de alguna costa. ¡Hay muertes de muchas clases!; pero todas ellas nos duelen y nos interrogan.

Cuando la pandemia nos ha golpeado como lo ha hecho en estos meses atrás (y sigue haciéndolo sin descanso) como una lucha obligada frente a un rival poderoso, sentimos que nuestras fuerza se acaban y nos dejan exhaustos, desprotegidos y sin saber qué hacer.

Pero creo que hay muertes, aunque me parece que ninguna es agradable por lo que tiene de separación, de ruptura, de golpe en el transcurrir diario que nos permiten adivinar que detrás de cada una de ellas, hay “algo” que nos obliga a mirar más allá. Pues morir, en muchos de los casos, se descubre como un acto de ofrenda, de entrega, de culminación de un proyecto de vida que ha merecido la pena.

Religiosos fallecidos por coronavirus

Entonces, si morir es entregar la vida, desde una mirada cristiana, es dejarse ir en las manos de Dios (aunque luchemos contra lo que nos desgasta y limita la vida), pero sabiéndose acogidos y en sus manos. Y eso nos da una tranquilidad fuera de toda duda.

El 29 de septiembre, celebramos la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Tres seres que en la tradición de nuestra fe son ejemplos de fuerza en la adversidad, de transmisión de buenas noticias, de acompañamiento en momentos duros de la vida. Y en esta fiesta, hemos querido que todas las comunidades religiosas de CONFER, y todas aquellas que deseen unirse en su oración y en su eucaristía, recuerden a muchos hermanos y hermanas que han fallecido en este tiempo de pandemia.

Eran personas queridas, cercanas, hermanos y hermanas nuestros con los que algunos hemos convivido muchos años.  Y nos afecta que ahora no están entre nosotros

Ha sido una batalla dura contra la adversidad. Pero al contemplar en muchos de sus rostros, sobre todo de los que nos resultan más cercanos, creo que brota espontáneamente en nosotros un doble sentimiento: por un lado, dolor (¡claro que sí!) por su separación de entre los que cada día compartíamos con ellos la vida y la pasión por Jesús. Eran personas queridas, cercanas, hermanos y hermanas nuestros con los que algunos hemos convivido muchos años.  Y nos afecta que ahora no están entre nosotros.

Pero, por otro lado, un recuerdo y una voz permanente de agradecimiento a Dios, Padre bueno, por lo que han sido a lo largo del camino de su existencia. Pervive un recuerdo muy fuerte de sus vidas gastadas en el surco de lo cotidiano, de sus anécdotas, sus chascarrillos, su genio, su entrega, su creatividad, su ternura o su dolor, su vivir y su pasión por lo que hacían seguros de que estaban entregando su vida sin reservas haciendo realidad y actual el carisma de sus Fundadores y Fundadoras. Pero, sobre todo, por encima de todo, su deseo de Dios. Tanto es así, que hasta el final de sus vidas han dicho sí a Dios.

Religiosas de todo el mundo rezan unidas para "escuchar el clamor" de las víctimas del coronavirus
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Es verdad. Su fidelidad está fuera de toda duda. En estos tiempos donde se juzga todo lo temporal, lo efímero, lo caduco, lo “novedoso” casi como lo más importante, el testimonio de nuestros hermanos y hermanas, con sus vidas granadas, gastadas en el servicio en múltiples misiones, con su cercanía y familiaridad, con su amor por los otros han terminado la carrera que el Maestro les propuso cuando les llamó a trabajar en su viña. ¡Hasta el final de sus días! Es para descubrirse y alabar a Dios porque les ha mantenido fieles hasta el final como un don de su sabiduría. Y ellos y ellas han sabido aceptarlo como el mejor regalo; tanto es así que no han dudado en apropiárselo como un don y hacerlo fructificar al cabo del tiempo.

“Ven siervo bueno y fiel, entra en el gozo de su Señor”. No somos nadie para juzgar la valía de sus vidas, pero estamos seguros de que Dios ha visto el “peso” de su vida y les ofrece el descanso junto a si: una vida plena, colmada, remecida, rebosante”

Por eso, orar el día 29 “con ellos” es hacer “comunión de los santos”. Ellos, desde el lugar de la luz y de la paz; nosotros, desde nuestro caminar animoso algunas veces, cansino otras, pero fiados también como ellos del Señor que nos llamó.  Hoy es un día para rendir un homenaje a nuestros hermanos y hermanas. Una acción de gracias por sus vidas. Un deseo de que nos sigan acompañando desde el cielo en nuestros vaivenes cotidianos. Nuestra oración se convierte también en una necesidad y una petición: por todos los que han fallecido a causa de la pandemia, por todos los que siguen sufriendo a causa del virus que se nos ha colado por todos los entresijos, por todos a los que la pandemia golpea con su pérdida de horizontes, de trabajo, de posibilidades en la vida.

Quizá, espero que no sea mucho suponer, la próxima encíclica del Papa nos permitirá, seguro, seguir creyendo en que ser hermanos y hermanas, vivir y morir por ese empeño como han hecho los hermanos y hermanas que hoy recordamos vale toda una vida

Creemos que su esfuerzo por vivir aunque la muerte haya sido en este momento más fuerte, nos siguen diciendo que no nos desanimemos, que no nos detengamos, que no bajemos la guardia, que el Reino se sigue haciendo realidad en cada surco que labramos por pequeño que sea. Que el Maestro nos espera y nos invita cada día a seguir trabajando en su viña como los de la primera hora o los de la última. Y que, en ese arresto, es bonito ir gastando las fuerzas porque no estamos solos. Son muchos a los que hoy recordamos. Y lo hacemos juntos, como Iglesia, como gran comunidad que sigue confiando en que caminar unidos, como dice el Papa, nos ayudará a salir de esta situación difícil que vivimos.

Confer reza por las víctimas: "Nos unimos al dolor de miles y miles de personas"
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A nuestros hermanos y hermanas los recordamos hoy, juntos. Y queremos hacer realidad lo que nunca nos ha desanimado y que ellos nos han enseñado antes con su vida: la fraternidad como un valor increíble, precioso, duradero. Ellos lo tuvieron a gala en su vida y nos lo recuerdan. Y quizá, espero que no sea mucho suponer, la próxima encíclica del Papa nos permitirá, seguro, seguir creyendo en que ser hermanos y hermanas, vivir y morir por ese empeño como han hecho los hermanos y hermanas que hoy recordamos vale toda una vida.

¡Gracias hermanos! ¡Gracias hermanas! por vuestra vida entregada sin complejos ni reservas.

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