Varias veces he presentado el tema, como podrá ver quien maneje un buscador informático o lea alguno de mis libros. Pero en estos últimos días son muchos los que han vuelto a tratarlo, como verá quien acuda a RD. Es un tema “espeso”, complejo… sin soluciones “fáciles”, como sabe la misma Biblia
Ella condena por un lado a los “faraones” abortistas de Egipto (y de muchas naciones actuales, incluso “cristianas” de fondo) que no quieren que nazcan extranjeros (hebreos) en sus territorios. Esa misma Biblia manda o desea matar a los niños “cananeos”, contrarios al “dios establecido” (en el Pentateuco y en el salmo más místico de los canales de Babilonia: Sal 127). Pero, en su conjunto, la Biblia y (más en concreto el Evangelio) constituye un alegato esencial a favor de la vida, en contra del aborto y de la guerra.
A pesar de los “riesgos” político-económicos” y personales de aborto y de la guerra (en el fondo, ambas cosas son lo mismo) hemos logrado sobrevivir. En el futuro, la solución parece más compleja y dudosa: Tenemos medios científico-educativos para superar los abortos, pero no es seguro que sepamos y queramos emplearlos. Tenemos más formas de evitar la guerra, pero corremos un riesgo mayor de morir en ella, por culpa no sólo de los que promueven guerras, sino de los que responden con más guerras para así conseguir sus objetivos.
En otros lugares he planteado el tema y el camino de “solución” desde la perspectiva de conjunto de la Biblia, evocando lo que dice Jesús sobre los niños y la guerra, su palabra a favor de la vida, en especial de la vida de los débiles, los niños, los expulsados sociales. Aquí me limito a ofrecer unas reflexiones generales, no para resolver el tema (ni para convencer con mis argumentos), sino para plantearlo de un modo que quiere ser responsable