"No hubo obispo, ni presbiterio oficial de la iglesia (...), pero estábamos los del pueblo" La Confesión de Policarpo, celebración truncada

Pikaza, con Policarpo
Pikaza, con Policarpo Xabier Pikaza

 El “tema” Policarpo, del que la prensa local y del entorno ha venido tratando con cierta extensión, ha desembocado y culminado (por ahora) en una confesión solemne, con salmos de gran profundidad pastoral y penitencial, pero sin  proclamación del evangelio

 Esa confesión pública, a la que estaban invitados amigos, feligreses y pueblo, en línea de AT y de templo,  se celebró en el pasado 31.8, a partir de las diez de la noche en la Purísima de Salamanca. Ha sido a mi juicio  el acontecimiento religioso más significativo de la diócesis en los últimos años, y así quiero narrarlo

Descubrí, escuchando el canto del cantor-tapado, que para pasar del AT al NT, del enfrentamiento a la comunión, hacía falta una “terapia” de iglesia, una terapia que empieza por las víctimas, como Policarpo, para pasar más adelante, para incluir con Jesús a todos, en una iglesia que no expulsa para siempre, sino que separa por un tiempo, de forma terapéutica y medicina

Puede ser una imagen de 2 personas y la catedral de Guadalajara

Procesión. De  Calatrava a la Purísima

Mabel, mi mujer y yo nos sentimos invitados, como muchos que fuimos (otros, conociendo la invitación, no “pudieron” ir). Estuvimos esperando a la puerta “militar” de Calatrava y desde allí, por el centro histórico (cerca de la plaza), de fuimos andando, en subida afirmativa, recorriendo con Policarpo el último camino (por ahora) de su seminario a su parroquia.

Fue camino de emociones. Cada uno tuvo tiempo de saludarle y abrazarle, sintiéndose abrazado por ojos y sus manos. Yo le pedí como herencia su visera, y le pregunté por P.US, amigo común, de la vieja tropa de Almodóvar, traficante derrotado por la vida, carne de rechazos, redadas y cárceles.

Salamanca en el ayer: Colegio de la Inmaculada Concepción de la orden  militar de Calatrava

 Poli Me dijo: “De nuevo le han cogido, estará por un tiempo a la sombra”, de nuevo en la cárcel. P.US ha sido y sigue siendo uno de los “hombre de Poli”, en una sociedad que rechaza a emigrantes, mendigos y drogatas de 3ª. Pocos como Poli han acogido, escuchado, aconsejado y querido a los cientos de P.US como como el “nuestro”, a quien le hubiera gustado subir a la Purísima, para llorar por y con Poli.

La Purísima, salmos penitenciales, pero sin evangelio …

 Entramos con Polí y nos sentamos. Él se revistió de alba blanca de Pascua y se sentó en el presbiterio, con otros dos presbíteros: Antonio M, encargado de la pastoral Zona-Centro y Jorge, nuevo párroco, de la Purísima, de la que Policarpo se despedía.

El sacerdote víctima de abusos: «Quedé marcado por un trauma que me hizo y  me hace sufrir mucho» | La Gaceta de Salamanca

A la izquierda, arrimado a la pared, de alba blanca, con guitarra en la mano y buen canto, como los ancianos del Apocalipsis, quedó otro personaje, no supe si presbítero o sacristán. Pregunté y nadie supo decirme quién era. Le llamaré el “tapado”. Fue con Policarpo el personaje central de esta celebración con salmos y apocalíptica de AT, más que con evangelio y Apocalipsis de NT,  pues tuvimos que irnos abrazo final de todos, sin “bodas del cordero”, sin las doce puertas de la Ciudad abierta, sin río de vida,  plaza y alameda de curación, propia de la ciudad que desciende del cielo.

 Tras el saludo empezó la “liturgia”  

 La dirigió un feligrés experto, con otros parroquianos también expertos, mujeres y varones, pero nadie nos dijo el sentido de lo que se iba haciendo quién convocaba, quién presidía, si se trataba de una liturgia penitencial de reconciliación completa, de NT y de la Iglesia de bodas del Apocalipsis de Juan, o de una confesión truncada, con despedida de Poli y abrazos de “hasta pronto”, pero en la iglesia, sino en la plaza de las Agustinas, ante el Palacio de Monterrey, fuera de la iglesia.

Fue una liturgia de pueblo cristiano, en una noche de pan y de luz (los dos signos principales, a los lados del presbiterio)… pero sin lectura ni celebración de Evangelio, de eucaristía cristiana (quizá porque no había obispo). Fue una liturgia bellísima y honda, con salmos de AT, pero sin reconciliación eclesial expresa de los fieles, sino con un final de reconciliación de Policarpo con nos signos de su iglesia, de su ministerio pastora truncado (por ahora).

Faltaba gente que a mi juicio de biblista y teólogo de a pie “debería” haber estado, pero mi juicio en esa línea puede ser muy limitado, pues desconozco algunos hilos de la trama que sólo el “tapado” y la iglesia en su conjunto puede conocer.

Fue una liturgia hermosa, pero de Antiguo Testamento, centrada en dos salmos meditativos de canto y en una confesión sálmica de Policarpo. Faltaban elementos del orden y sacramento de la reconciliación cristiana, tal como quedó fijada en la Iglesia del siglo II, con el surgimiento de unos nuevos, conforme al hondo análisis de Von Campenhausen del que seguirá hablando.

Salmo 1. El Señor es mi Pastor… (Sal 23)

Era y fue un salmo estremecido, entonado por el tapado-cantor, en nombre de Policarpo: Aunque camine por cañadas oscuras nada temeré…, tu vara y tu cayado me sostienen. Estaba sintiendo a Poli “cordero” de sacrificio, guiado y cuidado por Dios-Pastor, en su amor infinito, para poder alcanzar las puertas del templo con la mesa del evangelio

He dedicado un largo estudio a ese texto (Lectura cristiana de los salmos…)y eché muy en falta la segunda parte del salmo que dice Me has preparado un banquete ante (no contra) de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza… has llenado mi copa. Sentí a Dios muy cercano, al Dios de este salmo de cañadas oscuras, empezando por Policarpo y por todos nosotros, pecadores… Pero sentí que ese Dios no nos conducía por ahora al templo de la reconciliación completa a la mesa donde quedan enfrentados, pero superando su anterior enfrentamientos, amigos y enemigos, desde el Cristo Pastor que comparte su vida por todos.

Art-Paleoxp~B9.CATACUMBA DE PRISCILA.EL BUEN PASTOR. | Flickr

 El texto del salmo nos debería haber llevado de las cañadas oscuras, de lobos y fieras en la noche, a la mesa del templo de la iglesia, donde podríamos haber cenado juntos, amigos y enemigos antiguos, ya reconciliados. Estábamos bien allí, los amigos, con Polí… Pero me hubiera gustado tener al otro lado de la mesa “a los enemigos” de los que habla este salmo, reconciliados todos, tras una conversión-perdón, compartiendo la copa. Pero la celebración de esta noche nos dejaba en el nivel de la confesión de Policarpo, con aplauso de la asamblea, pero sin celebración completa de la liturgia del NT y de la iglesia primitiva. Fui comprendiendo por qué cantaba el tapado, pero sin obispo. 

Salmo 2. Tú me sondeas y me conoces…. (Sal 139)

Sentí un estremecimiento al oír que el cantor-tapado entonaba este nuevo salmo bellísimo, que siempre me emocionado. Era el tapado, era Policarpo el que cantaba, éramos todos los que entonábamos “tú nos sondeas y nos conoces” (en pulga comunitario) , confesando nuestro pecado, pero, sobre todo, confesando la gracia y luz del Dios que nos sondea y nos alumbra y restablece de nuevo. Yo seguía inmerso en mi comentario de este salmo, aplicando sus palabras a nuestro amigo Poli, a los allí presentes, a la diócesis entera con estribillo repetido por todos.

Me hubiera gustado seguir cantando este salmo en plural comunitario, como iglesia, como diócesis: Tu nos sondeas, tus nos conoces… ¿A dónde iremos lejos de tu espíritu…? La segunda parte de este salmo exige una fuerte terapia, personal, social y eclesial de reconciliación, pasando del “odiar” y rechazar a los enemigos de Dios, a quienes vemos como enemigos nuestros, al perdón de Dios y al perdón de todos los hermanos y amigos de la comunidad.

Vatican News - ORAR CON EL SALMO DE HOY: SEÑOR, TÚ ME SONDEAS Y ME CONOCES  Del Salmo 138: R/. Señor, Tú me sondeas y me conoces Señor, Tú me sondeas y

Era necesario cantar juntos este salmo de AT, con rechazo del enemigo, para pasar con Jesús y con su iglesia  al perdón y acogida de todos. Descubrí, escuchando el canto del cantor-tapado, que para pasar del AT al NT, del enfrentamiento a la comunión de perdón y reconciliación de todos, hacía falta una “terapia” de iglesia, una terapia que empieza por las víctimas, como Policarpo, para pasar más adelante, para incluir con Jesús a todos, en una iglesia que no expulsa para siempre, sino que separa por un tiempo, de forma terapéutica y medicina … 

Un camino de reconciliación, pero sin evangelio

Algo me dijo, en ese fondo, en ese momento que el cantor-tapado de los salmos debía ser un “terapeuta” de iglesia, un cristiano con la tarea de acoger a las víctimas, condenar el pecado… y de promover caminos de reconciliación, renacimiento con-versión para todos los miembros, incluidos los victimarios (“pecadores públicos”) a través de una “cuarentena” o kairos de con-versión (meta-noia, Mc 1, 14-15) conforme a una reinterpretación cristiana de Mt 25, 31-46, conforme a la cual pueden salvarse y orar, celebrando el sacramento completo de la reconciliación todos los creyentes, víctimas y victimarios, encarcelados y encarceladores…

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No hubo reconciliación integral, según el evangelio

La celebración no llegó al NT. No se proclamó el evangelio, no había quién para proclamarlo y celebrarlo de forma sacramental… Esta liturgia nos situaba ante una celebración de la palabra del AT. La celebración cristiana total, integral, con “ab-solución” de obispo hubiera exigido, al menos,  cinco momentos:

Puede ser una imagen de 3 personas, guitarra, Piazza di Spagna y el Panteón

  1. Examen de conciencia… Examen compartido, no sólo de Policarpo, sino de la Iglesia de Salamanca, incluido el victimario principal, quizá con otros (terceros) victimarios y víctimas. En esta celebración, el único que hizo su examen de conciencia fue Policarpo.
  2. Dolor de los pecadosPero no sólo de Policarpo, que mostró tenerlo, públicamente, sino de la Iglesia entera, que asume/acoge el dolor de Policarpo y confiesa su dolor, es decir, su arrepentimiento, de a-trición y con-trición, conforme a los manuales clásicos… En este caso sólo mostró su dolor Policarpo, y los demás le escuchamos.
  3. Confesión de boca… Confesar la fe en el Dios que perdona y ama a los pecadores es confesarse pecador, públicamente, ante la asamblea entera. Fue ejemplar la confesión de Policarpo, pero necesitábamos también la confesión victimarios y víctimas, la confesión de unos los famosos” terceros de los que me habían hablado diversas personas, no sé si con buena o mala intención… Fue un acto penitencial truncado, no hubo confesión de boca de la iglesia entera, partiendo no sólo de los salmos del AT, sino de todo el NT pascual de Jesús.
  4. Propósito de enmienda y cumplimiento de la penitencia. No basta la confesión, hace alta el propósito de la enmienda… Policarpo se comprometió a “enmendarse”, con la ayuda de la iglesia, con la ayuda de “terapeutas especializados”, vivido por un tiempo “en el destierro”. Esta imagen del “destierro de León” donde reside ahora Policarpo, por consejo de su obispo, resulta esencial. Pero esa enmienda debía y debe ser no sólo de Policarpo, sino de la iglesia entera, para iniciar un camino nuevo de evangelio  

Confesión  penitencial de Policarpo

 Conforme a lo anterior, la celebración pascual de la penitencia desembocó en la confesión de Policarpo. Todos estábamos con él, pero él se hallaba solo, en el centro del presbiterio… Mientras Policarpo confesaba su “pecado”, su quebranto, su dolor, su disociación cristiana, fui renaciendo el camino que va del Ábside del Retablo de la catedral vieja de Salamanca, con el famosísimo de Nicola Florentino, en el que Cristo manda al infierno a los violadores finales, sin reconciliación posible (siglo XV) al todavía más famoso retablo de la Purísima, donde Juan de Ribera (siglo XVII), recreando la teología de San Agustín, presenta a María, la madre de Jesús, recoge en su manto de pureza a todos los pecadores, víctimas y victimarios.

Este sermón de penitencia de Policarpo ocupó de hecho el lugar del evangelio. Fue el verdadero evangelio de esta noche penitencial…, retomando el motivo de Mc 1, 14-15, donde Jesús llama a los “cuatro” (¡los cuatro del presbiterio!), haciéndoles pescadores de hombres y mujeres… Al escuchar la solemne confesión de Policarpo y entenderla como evangelio y me fui serenando. Me serenó con su voz y su talante, con su forma de interpretar su vida, contando, pero sin acusar, doliéndose, pero sin condenar…. una vida de fuerte disociación (el evangelio presenta a cientos de posesos, internamente disociados. Policarpo se fue presentando como un hombre disociado, disgregado, des-quiciado por poderes de fuera (hombres violadores) y poderes internos de ruptura y de disociación.

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Así le escuché y le sentí, aguantando y aguantando, como un poseído eclesial y social, en su parroquia de niño, en el seminario, en las parroquias de su ministerio, en la formación de seminaristas,en parroquias rurales, en la pastoral universitaria de la Gran Salamanca, en el centro de la diócesis como Vicario de Pastoral.

Fue una confesión pública, proclamada ante todas con calma temblorosa... Puso su historia en manos de la comunidad. Algunos me han dicho que fue demasiado suave, que no condenó a otros, que no acusó… Pero a mí me pareció bien, como voz de un hombre que se está reconciliando, un hombre que ha escuchado la voz de un terapeuta eclesial (el tapado de la guitarra) que le ha acogido y le ha dicho: “sigue, seguimos”. Habló con nostalgia, pero sin fatalismo, antes unos doscientos representantes de la parroquia y de la diócesis.

La Inmaculada. Iglesia de la Purísima (Salamanca). Castill… | Flickr

Estaba a en lo alto del retablo el Cristo llagado, compartiendo el camino de todas las víctimas de la historia. Estaba en el Centro la Purísima, amiga y compañera en el camino de la liberación personal y social de todos, identificada con todos los pecadores. Estaba en una capilla lateral la pintura de San Agustín, patrono de las confesiones… Agustín no llamó como Polí a sus amigos, vecinos y compañeros a la iglesia, pero escribió para ellos su enorme libro de Confesiones.

Estas fueron las Confesiones de Policarpo… que se presentó ante la comunidad como víctima, enfermo y pecador. Tuvo la honradez y valentía de hacerlo, la sinceridad de confesarse ante todos, como en las primitivas comunidades cristianas, cuando los penitentes se confesaban ante el pueblo entero, presidido por el obispo, como pecadores. de esa forma presentó ante la iglesia su dolor, la violación más Honda du su intimidad personal por otro hombre de iglesia.

No condenó al violador, ni a la iglesia que de alguna forma le puso en manos del violador. No condenó, simplemente narró… No acusó al que había destruido su vida… Se presentó como “yo pecador…”, en una iglesia experta perdonar pecados, en un camino que empieza por los salmos, entre los que hay muchos formularios de confesión, que son quizá la parte quizá más emocionante salterio (más de 20 salmos; además de los siete penitenciales, cf. Sal 17; 25; 26; 43; 94; 119; 139;140-143).). En todos ellos, el acusado (utilizando a veces modelos sancionados por la tradición) pasa la noche en una capilla lateral del templo, preparando su defensa, para presentarla públicamente ante los jueces sacerdotes que debían aceptarla (o por el contrario condenarle).

Parresía apostólica. 20 años en una siembra generosa del Evangelio en las  “fronteras” del mundo - Diócesis de Salamanca

Centro de la confesión de Policarpo,crisis en Roma

Vivió muchos años con su disociación, interna, de manera que si hubiera muerto en la carretera de montaña de su pueblo anterior en la Sierra de Francia, o si hubiera estrellado el avión que le llevaba a Roma, por petición de su obispo, en enero del año pasado (2022), no se hubiera conocido públicamente su vida disociada. Pero, gracias a Dios no murió en el accidente de la Sierra, ni se estrelló su avión de Roma…   Donde su obispo vino a presentarse  “ad límina”, ante el Papa, Policarpo se presentó “ad límina” ante Dios. El Dios de la verdad y el amor le estaba esperando. Así dijo hacia el final de su confesión:

Poli en el corazón ✔️

 En la última semana de ese primer mes del año 22, estando en Roma acompañando a Don José Luis a la visita Ad Limina, allí, en la habitación del Colegio Español de Roma, viví el despertar del trauma. Fueron días durísimos. Los psicólogos saben que estas cosas pueden pasar y a veces pasan. De hecho, nos pasa a muchas personas. A mí me pasó allí: me vino encima toda la historia de abusos vivida y llegué a Salamanca roto, dolorido, traumatizado…

El cuerpo avisaba que el alma no andaba bien. Y después de ponerme en manos de un acompañante espiritual, de un psicólogo y de mi médico de cabecera, y después de contárselo y recibir el consejo de un grupo de personas muy queridas, decidí denunciar en la Pascua del 2022. Continué en el trabajo y en la vida normal esos meses, pero yo veía que había que parar. Eran incompatibles la atención y la tensión, la concentración y el amor que debía de poner en las parroquias y en la vicaría de pastoral y en la comisión diocesana del Sínodo, con el dolor que sentía por dentro y con la terapia que estaba comenzando…. Por eso pedí al Obispo permiso para poder ausentarme de la Diócesis y me lo concedió, facilitando que yo pudiera vivir en León y dedicarme monográficamente a mi sanación... Debo seguir en un tiempo de crecimiento interior, aislándome del ruido mediático, del ajetreo pastoral y de cualquier cosa que me saque del único objetivo: sanar para poder seguir buscando la voluntad de Dios en mi vida y servir a la Iglesia en radical obediencia al Obispo.

Con absolución del pueblo, un larguísimo aplauso

 No hubo obispo, ni presbiterio oficial dela iglesia para absolverle de un modo “canónico”; pero estábamos los del pueblo, más de 200, que no paramos de aplaudir largo tiempo, ofreciéndole el amor y perdón del evangelio, pidiéndole a él que nos perdonara. Estábamos allí aplaudiéndole las gentes de a pie, de de sus pueblos y parroquias, vecinos, compañeros, amigos… muchos a los que él había ayudado y ayuda como a P-US Aplaudimos hasta que nos dolieron las manos, diciéndole simplemente que le queríamos.

Me hubiera gustado que hubiera seguido una eucaristía pascual de reconciliación, como las eucaristías pascuales de la Iglesia en el siglo II-III d.C. Pero no pudo haberla, y lo comprendí apenado, por Policarpo, por mí, y por cl conjunto de la diócesis:

No estuvo el presbiterio como tal, sino dos presbíteros de oficio: Antonio, su compañero/sustituto y Jorge, su sucesor en la parroquia. Y estaba el cantor-tapado… Nadie más (sólo dos o tres curas más, camuflados entre el pueblo). Es muy difícil valorar este gesto, yo no sé hacerlo objetivamente, pero sentí un gran dolor, no por Policarpo, sino por la diócesis, representada por el obispo, que tampoco estaba.

Sonaron las doce de la noche, tiempo de gracia… Escuché ciertas murmuraciones, algunas muy críticas… Respondí en general diciendo que quizá no era tiempo para celebración de liturgia penitencia completa (no truncada) con obispo… Que algunos podían sentirse divididos ante Policarpo, que todo se arreglaría más tarde. Pero en ese momento los críticos no me escucharon (y quizá yo tampoco estaba convencido de lo que decía).

 El Cantautor-Tapado dijo la palabra de la Iglesia

Habló agachado sobre el micrófono, sin levantarse, desde la esquina del presbiterio, entre Policarpo y la pared. Pero tan pronto como le oí, como lo oímos, todos los que estábamos a la derecha del crucero sin poder verle bien supimos que era la palabra más importante de la noche, palabra “de epìscopo” (animador eclesial) que hablaba autoridad, levantar la voz, sin levantarse. No tuve tiempo para tomar notas, pero sentí que callaron todos los rumores, y todos escuchamos las razones de evangelio que estábamos necesitando esa noche de confesión de Policarpo.

Fueron palabras de alguien que, con su propia autoridad (de augere, crecimiento), había escuchado la confesión de Policarpo y la respondía en nombre de Jesús, con voz de evangelio, en nombre de toda la iglesia. Me gustaría tener el texto literal de la “ab-solución” del “tapado (Luis A. Zamorano). Tal como yo las oí/entendí, pueden resumirse de esta forma:

1. La Iglesia acoge, en nombre de Jesús, la palabra (confesión, llanto, grito, disociación) de las víctimas, de aquellos que son violados, violentados y utilizados sexualmente, en especial dentro de las instituciones clericales. Los que violenta y destruyen la intimidad de las personas (especialmente de los niños) destruyen a Cristo. Por eso, en un sentido, en un primer momento, hubiera sido mejor que se hubiera matado, echándose al agua del río o pantano, con una piedra de molino al cuello…

2. La iglesia  consuela. Según la famosa palabra de Ignacio en sus Ejercicios Espirituales, el primer “oficio” de Jesús resucitado es consolar, rehabilitar, a las víctimas, abriendo incluso un camino de reconciliación (no de condena a muerte) para los asesinos de almas, para los victimarios.

3 . Palabra de Igiesia. Junto a la palabra de las víctimas, reconociéndola y ratificándola para sanarles, ha de ponerse la palabra de respuesta de los ministros de la Iglesia que, siendo testigos de la resurrección de Jesús, han de actuar como promotores de la dignidad de las víctimas, es decir, de aquellos que han sido afectiva y sexualmente utilizados. La iglesia sólo puede realizar su tarea de anunciar la resurrección de Jesús si lleva en su alma y proclama la palabra de reconciliación de las víctimas.

4. La estructura y vida de las iglesias ha de ser un testimonio de la vinculación y el perdón mutuo de todos los ministros y agentes pastorales. Por eso, lo que esta noche hemos celebrado escuchando las palabras de confesión de Policarpo y respondiéndole con nuestro aplauso de solidaridad forma parte del despliegue de la vida y misión de la iglesia. Yo le tengo que decir, por tanto, que está acogido en la iglesia y que, dentro de ella debe asumir y recorrer el camino de reconciliación plena que le queda, en una línea de “penitencia pascual”, que consiste en amar, saberse amado y amor, en la escuela y hogar de amor que es la iglesia

5. La celebración de esta noche ha sido muy importante, pero insuficiente… Resulta esencial el seguimiento terapéutico, creyente, no solo de Policarpo, sino de su comunidad eclesial, es decir, de todos nosotros, los que hemos escuchado su confesión, comunitario, para que Policarpo pueda restablecerse de sus heridas y para que todos en la diócesis y en la iglesia vivamos unidos en, maduración humana, perdón mutuo, celebración de vida, es decir, en eucaristía.

Tan pronto como el “tapado” pro-obispo y cantautor había terminado de hablar sentí que su palabra había sido necesaria, palabra clave de un pastor de la Iglesia… que en el momento crucial de la celebración había dicho la palabra esencial de la iglesia. Pregunté, pregunté y no paré hasta que logré que me dijeran quién era, este “tapado” pastor y terapeuta , en la línea de Sal 23 (tú eres mi pastor) y en la de Sal 139 (tú me sondeas y me conoces). Era (es) Luis Alfonso Zamorano López VD, profesor de la Escuela Superior de Safeguarding, del Instituto de Antropología de la Universidad Gregoriana de Roma, encargado del estudio y solución de abusos sexuales en el contexto de las instituciones de Iglesia.

Luis Zamorano es experto en temas de sanación personal y eclesial de víctimas sexuales. No sé cómo se había interesado por el caso de Policarpo, ni cómo había venido desde Roma para acompañarle y para dirigir de hecho su ceremonia de confesión y reconciliación. El hecho es que vino y estaba con nosotros, como presbítero-experto eclesial, de la Universidad Gregoriana, a la que el Vaticano, desde tiempos de Benedicto XVI,había que se ocupara del tema y solución de un tipo de pedofilia “institucional” en la Iglesia.

Luis Alfonso ZAMORANO LÓPEZ VD

Benedicto XVI había visto ya la magnitud del problema, iniciando el gran cambio de la Congregación para la Doctrina de la fe que él mismo había dirigido durante muchísimos años en contra de un tipo de posibles “herejías teológicas”. La nueva Congregación (en un cambio que ha sido ratificado por el Papa Francisco) debía centrarse en la animación de la fe y en la sanación de un tipo de clero que podía estar amenazado por un riesgo de manipulación afectiva, sexual. En vez de dedicarse a investigar posibles errores teóricos de teólogos, la Congregación se ocuparía del estudio y sanación de las víctimas de abusos sexuales, especialmente de ministros de la Iglesia.

En esa línea, en lugar del estudio de un tipo de filosofía teórica, la facultad/instituto de antropología de la Universidad Gregoriana insistiría en el estudio y curación de la problemática relativa a la opresión de las víctimas sexuales en la iglesia, porque el dogma de la iglesia no se centra en un tipo de verdades separadas de la vida, sino en la misma vida de los creyentes y en especial de los pastores de la Iglesia.

Me dio mucha rabia que L. A. Zamorano hablara prácticamente como un “tapado”, oculto en la esquina del presbiterio, sin que la mayoría de los asistentes supiéramos quién era. Pensé (y sigo pensando) que los directores de la despedida (por ahora) de Policarpo (confesión sin absolución, ain abrazo de paz en la iglesia y son eucaristía) tenían que haberle dado última palabra de cuasi-reconciliación (y absolución) a L. A. Zamorano, como una especie de vice-obispo de Salamanca. 

Excurso erudito. Función básica de obispo en una iglesia rota.

Hasta la declaración de L. A. Zamorano, la confesión de Policarpo me había parecido una celebración clandestina. Ciertamente, el obispo y presbiterio de la diócesis sabe muchísimas más cosas que yo sobre el tema… pero puede haber algunas que yo sé y que ellos no han tenido en cuenta, pues no han estudiado el origen del episcopado cristiano.

No es que yo sepa todo, pero algo tuve que estudiar para escribir Sistema, Libertad, Iglesia, libro para el que me apoyé especialmente en trabajos de F. Von Campenhausen,que no han sido superados todavía y que son esenciales para plantear bien la renovación sinodal de la vida de las diócesis, en la línea que parece buscar el Papa Francisco.

 1. La razón fundamental del surgimiento y despliegue de los obispos no fue la de mantener la tradición como sucesores de los apóstoles. La sucesión de los apóstoles pasa a toda la iglesia, no a los obispos en particular, aunque los obispos son muy importantes en ella.. Para mantener la tradición de los apóstoles no hacían falta obispos.

2. La causa principal  del surgimiento y despliegue de los obispos no fue tampoco la presidencia de la celebración eucarística, por más que sigan afirmándolos muchos teólogos y algunos documentos ordinarios del magisterio. Para mantener la celebración eucarística, en cuanto tal, no eran ni son actualmente necesarios los obispos, pues esa función (haced esto en memoria mía) ha pasado también a toda la iglesia

3. Campenhausen demostró (y nadie le ha refutado hasta ahora) que los obispos surgieron (fueron necesarios) en el siglo II d.C., para mantener la unidad e identidad de las iglesias, como garantes de la celebración del perdón iglesia, en una línea que asume la tradición paulina, fundándose especialmente en los evangelios de Mateo y Lucas (con Hechos)

4. El riego de las iglesias es la ruptura interior de los creyentes, la imposición de unos sobre otros, la delimitación de los cristianos (en la línea de Mt 18). Para garantizar la unidad en el amor de los creyentes en la iglesia, fueron necesarios hombres (o mujeres) que fueran capaces de anunciar y visibilizar el perdón, la comunión entre todos, a través de una “terapia” de comunicación, de respeto, de acogida…

Los grandes obispos del siglo II-III fueron responsables del surgimiento de las iglesias, en su forma clásica de comunidades de diálogo y perdón mutuo. En contra de lo que muchos afirman, Campenhausen demostró que la unidad e identidad de la iglesia nadie a partir (en torno) del perdón. Actualmente (año 2023) estamos en una crisis inmensa del “sacramento de la reconciliación”.

Si no superamos esta crisis corremos el riesgo de auto-destruirnos como iglesia. En esa línea, para mantener la unidad eclesial, la comunión y perdón mutuo de los creyentes, surgieron y siguen existiendo todavía los obispos. Ellos no son hombres o mujeres que ocupan un grado más alto en el organigrama de “orden” de la Iglesia, sino promotores, garantes y testigos de la comunión eclesial, en perdón mutuo, reconciliación comunión entre los creyentes.

Despedida en la plaza. Una celebración truncada

Esa “noche de Policarpo” no hubo Padrenuestro compartido (danos “nuestro pan”, perdónanos como nos perdonamos) , ni abrazo de paz en la iglesia, ni eucaristía… Todo terminó en silencio, en una celebración de Viernes Santo. Policarpo quedó besando todos los “signos” de su parroquia (altares, confesionarios, santos…), reconociéndose ministro de esta iglesia y despidiéndose de una forma de estar (haber estado) en ella. Mientras tanto, todos los restantes quedamos saludándonos, impresionados por la celebración truncada… esperando que esta liturgia de Viernes Santo, con la proclamación de la Pasión de Policarpo (unida a la de Jesús, según el evangelio de Juan…) pudiera retomarse en una celebración de la vigilia pascual, con gloria y campanas, con abrazo de paz y eucaristía…

            Quedó así truncada la celebración, con la esperanza de pasar, con Policarpo y con toda la iglesia de Salamanca (con presbiterio y obispo), de una liturgia de Viernes Santo, a una celebración total del perdón y de la reconciliación, en una “misa” de Pascua. Fuimos saliendo en silencio, sin despedidas de iglesia, dejando atrás la confesión de Policarpo, despidiéndole y despidiéndonos unos de otros, en plena noche, en plena plaza de la Purísima, de las Agustinas o del Palacio de Monterrey.

Puede ser una imagen de 12 personas y boda

Dejo algunas fotos de la despedida, para amigos, para compañeros, para curiosos… Me gustaría vivir algún tiempo (no muy largo) para pasar de la confesión truncada de Policarpo a la celebración integral de nuestra reconciliación, con obispo y todo, como se decía en mi pueblo.

En este contexto, con fotos de amigos de Policarpo, quiero recordar a nuestro amigo Mons. Raúl Berzosa, que tuvo que despedirse y dejar el episcopado de Ciudad Rodrigo (diócesis vecina de Salamanca), porque algunas personasno pudieron (o no quisieron)  interpretar bien algunos de sus gestos pastorales. Raúl es ahora vicario pastoral de la inmensa diócesis de Santo Domingo. Hubiera sido para mí un gran gozo que hubiera podido estar con nosotros en esta noche de su amigo Policarpo, de la que dan constancia algunas fotos que siguen, entre ellas esta úlima, en la que  J. A. Mateos y un servidor apacemos rodeados por la gran humanidad de Policarpo.

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