Canciones negras



¡Feliz lunes! ¡Y feliz semana que ahora empieza, que además da comienzo a un nuevo mes! He decidido despedir este mes de abril con música procedente de un compositor español. Lo cierto es que es uno de esos nombre que algunos melómanos incluirían entre nuestros compositores más conocidos (yo por lo menos así lo haría) pero que curiosamente nunca te lo había traído por aquí. Además, la obra que te ofrezco es su obra más famosa. ¿Has adivinado a quien me refiero?

Se trata de Xavier Montsalvatge (1912-2002), compositor español nacido en Girona. Empezó a recibir lecciones de violín con nueve años. Su mudó a Barcelona y eso le permitió asistir al conservatorio y disfrutar de su vida musical. En 1934 ganó su primer concurso y desde ahí su carrera fue haciéndose cada vez más exitosa. Su atracción por el grupo de «Los Seis» y la música de Stravinsky era muy acusada, e incluso le llevó a viajar a París para imbuirse de su ambiente. Su labor crítica era destacable así como la de pedagogo. La obra de este catalán es muy amplia, componiendo casi en todos los estilos; destacan especialmente sus diecinueve ballets. Entre sus obras más famosas, excepto la que te ofrezco hoy que es la que más, está la ópera «El gato con botas». Estuvo presente en las manos de los grandes intérpretes como Henryk Szeryng of Alicia de Larrocha, quienes le encargaron conciertos. En la década de 1980 escribió una autobiografía y a finales de la misma se creó un concurso de piano que lleva su nombre. Xavier Montsalvatge está considerado como uno de nuestros compositores más importantes y más respetados de finales del siglo XX.

La obra más famosa de Montsalvatge es Cinco canciones negras, composición de 1945, originalmente para voz y piano aunque orquestada por él mismo cuatro años más tarde. Adquirió su inspiración en su Cataluña natal aunque dicha inspiración proviene de múltiples lugares. La primera canción, «Cuba dentro de un piano», tiene como texto un poema de Rafael Alberti, en una habanera nostálgica recordando su Bahía de Cádiz natal (donde yo vivo) y los ritmos cubanos más poderosos. La segunda es «Punto de habanera (siglo XVIII)», con un poema de Néstor Luján, sobre una doncella de ese siglo a la que varios marineros intentan conquistar. «Chévere» se basa en un teto de Nicolás Guillén y habla de un obrero negro a la luz de la luna. Montsalvatge no muestra aquí la violencia del poema sino una obra sugerente, disonante y llena de encanto. La parte más famosa es quizá la «Canción de cuna para dormir un negrito», con texto de Ildefonso Pereda en el que una madre intenta a dormir a su hijo con una nana, que en manos del maestro de una verdadera belleza; recuerda mucho a Milhaud por su politonalidad. Termina el ciclo con «Canto negro», de nuevo sobre Guillén. Es una animada danza de los negros que bailan en la jungla y que grintan «Yambambó, yambambé».

La interpretación es de María José Montiel (soprano) y la Orquesta Sinfónica de RTVE dirigida por Manuel Hernández Silva.

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