Madre e hija

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¡Feliz sábado! La Virgen es madre de Dios e hija suya, y también madre nuestra, que nos conforma en nuestras tribulaciones y debilidades. Hoy vamos a disfrutar de una obra breve, pero intensa, y de un carácter poderoso, como los buenos vinos.

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Está hoy con nosotros Antoine Brumel (h. 1460-h. 1510), compositor francés nacido probablemente en Chartres. Era uno de los más destacados miembros de la escuela francoflamenca, contemporáneo de otros grandes compositores como Josquin Dsprez o Jacob Obrecht. Es más, parece ser que fue discípulo del propio Josquin y tiene en su haber ser el primer compositor francés vinculado a la corte de Borgoña. Debió ser tan apreciado que, al morir, recibió más lamentos que Obrecht, Mouton o Agricola juntos (obviamente, estos tres maestros eran casi míticas instituciones en su tiempo). De todas formas su estilo tiene más en común con lo que luego desarrollaría Palestrina que el del propio Josquin u Ockeghem. Su música se basa principalmente en bloques de acordes y no hace un uso intenso de esa polifonía que luego florecería de una forma especial.

Vamos a escuchar su motete Mater patris, a tres voces. Cuando lo escuchamos nos damos cuenta de que en el trasfondo hay algo importante. Las voces entran en canon de forma que cuando llegamos al séptimo compás las voces se solapan creando acordes de fa y de sol y dando lugar a un contrapunto algo sombrío, pero que las tres voces en todo momento conducen con gran transparencia. Algún musicólogo ha sugerido que esta pieza, que aparece en el Cancionero de Segovia, tiene influencias de la polifonía ibérica, sobre todo de Pedro de Escobar.

La partitura de la obra puede descargarse aquí.

La interpretación es de The Tallis Scholars dirigidos por Peter Phillips.

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