Salve Regina
¡Feliz sábado! Como es casi habitual cada sábado, vamos a disfrutar de un maravilloso canto que está dedicado a la Virgen. Debemos prestarle mucha atención a ella puesto que su actitud es de total confianza y de total escucha, algo de lo que tenemos que aprender.
La música de hoy es de Johann Christian Bach (1735-1782), compositor alemán nacido en Leipzig; es el hijo más joven de nuestro maestro de los domingos. Su padre fue quien le dio las primeras lecciones de música, aunque falleció cuando tenía catorce años, por lo que fue enviado a Berlín a que su hermano Carl Philipp Emanuel terminase su instrucción. Con diecinueve se marchó a Italia y fue el Padre Martini quien le proporcionó las enseñanzas, profundizó en la música religiosa y se convirtió al catolicismo. En 1760 fue nombrado organista de la catedral de Milán y empezó una importante carrera como compositor de óperas. Se trasladó a Londres y allí hizo las delicias del rey Jorge III, por lo que este lo contrató como músico y profesor de sus hijos. Precisamente en Londres conoció a la familia Mozart cuando esta visitó la ciudad del Támesis en 1764. Desde ese momento, el salzburgués también se convirtió en un gran influencia para él.
Vamos a escuchar su Salve Regina, WarB E 24. Usa evidentemente el texto que está dentro de la liturgia desde hace muchos siglos y requiere de una soprano solista que un rango de voz amplio y una agilidad que sea bastante destacable. Hace que esta cante una melodía florida y que el efecto general sea bastante bello. En general la música requiere de una atención y una concentración directas, moldeando Bach la expresión de una magistral manera. El segundo movimiento, Ad te clamamus, requiere de un virtuosismo que no está al alcance de todo el mundo, pero que en manos del maestro suena realmente bien.
La interpretación es de Emma Kikrby (soprano) y L'Orfeo Barockorchester dirigida por Michi Gaigg.