“Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, yconocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (Ef 3, 17-19)
Con facilidad en nuestra oración proyectamos una imagen de Dios, que no coincide con lo que Él es, pues Dios es inabarcable y no cabe intentar dominar con nuestros conceptos la identidad divina. De ahí que exista una oración de vaciamiento, como señala el anónimo inglés “La nube del no saber”, y san Juan de la Cruz en su poema “entreme donde no supe, y quedeme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo”.
Esta espiritualidad busca el vaciamiento, el silenciamiento de la mente, sostenida por un mantra que ni siquiera intenta comprender, para superar el riesgo de proyectar una imagen falsa de Dios. Últimamente hay enseñanzas que ayudan en el intento de superar toda imagen de Dios, e invitan a permanecer sumergidos en la presencia de quien sin imaginar el rostro, sin embargo, se percibe su relación de amor que abarca al mismo tiempo que habita por dentro.
No imagines a Dios, Dios es más