Alberto Hurtado y la pedagogía

Este artículo fue originalmente un trabajo desarrollado por el autor para el curso "Historia de la educación" impartido por el profesor Luis Ramírez Vera en la cátedra homónima durante el segundo semestre del año 2009 para la carrera de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule, Talca (Chile), de la cual el autor es titulado. Para realizar este trabajo, el profeso Luis Ramírez facilitó al autor un trabajo de su autoría titulado "Padre Alberto, educador" publicado (si la memoria no me falla) en el Diario "El Centro" de Talca. Pienso que ese material, hoy, cobra una vigencia única. 

En este día, 18 de Agosto, en el que la Iglesia chilena celebra al Padre Alberto Hurtado, modelo de auténtica solidaridad y santidad, el autor recupera este trabajo y agradece al profesor Ramírez Vera las enseñanzas en torno a una buena pedagogía, sólidamente humana, auténticamente cristiana y socialmente cercana. De igual manera, pide que el Padre Alberto Hurtado, maestro de generaciones, acompañe a cada uno de los que leerán estas líneas. 

Alberto Hurtado comienza sus estudios pedagógicos en Lovaina, Bélgica, entre los años 1931 y 1935. En ese lugar, mientras concluye sus estudios eclesiásticos, decide estudiar educación, donde obtiene el grado de Licenciado y luego Doctor en Ciencias Pedagógicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica de Lovaina. Es el primer doctor chileno en Educación. La tesis doctoral de Alberto Hurtado se baso en John Dewey (1). La tesis de doctorado en pedagogía se titula “El Sistema Pedagógico de Dewey ante las exigencias de la Doctrina Católica”.

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Influencia de John Dewey

Alberto Hurtado, entiende la educación como: “El proceso de transformación del ser, no totalmente formado, hacia un estado perfecto. Es un proceso de mejoramiento del individuo” (2) . Con esto, Alberto Hurtado, presenta la educación como un proceso de desarrollo personal de “perfeccionamiento”. El hombre, por medio de la educación va progresando en la adquisición de conocimientos y en la mejora de sus capacidades. La educación, considero, debe comenzar desde los primeros albores de la infancia, con esto denota la herencia que es entregada por los padres y los antepasados, como base primera, con la cual se cumpliría, a mi juicio, lo establecido anteriormente, un proceso constante de transformación.

Alberto Hurtado fue influenciado por John Dewey, pedagogo estadounidense, que establece los lineamientos generales de una pedagogía liberal y progresista, poniendo al niño como un ser libre que genera conocimiento. Dewey, entendía la educación como la “forma de preparación del hombre para la vida, pero que no se deben enseñar cosas de memoria, sino que deben ser cosas que vienen del interior, para que el hombre actúe en base a estos principios, es decir el hombre actuando con libertad” (3).

John Dewey fue criticado por la Iglesia ya que presentó la educación como algo relativista y sin Dios. Alberto se propone darle una mirada católica a este pensamiento que se transforma para él en uno de los más importantes. Dice Alberto: “El relativismo agnóstico es la mayor dificultad que nos ofrece el sistema de Dewey para un católico” (4), y con lo que sigue, transforma y le da un vuelco católico a la pedagogía del norteamericano: “la autonomía e independencia del niño, respecto de todo otro ser, excepto de Dios, para alcanzar así un desenvolvimiento integral” (5). Pero agrega también, que el niño debe estar “supervisado” por un adulto, que establezca los límites que el menor debe cumplir, para así ser una persona integra. Con esto, Alberto integrada dos miradas claves, independencia del niño, pero a la vez una dependencia de los suyos, y teniendo como centro a Dios. A mi juicio, el conciliar estos dos paradigmas, es lo que daría impulso a su pedagogía.

Las críticas globales que Alberto Hurtado puso en Dewey, son de carácter negativo y positivo. Las primeras, radica en el aspecto filosófico y en el relativismo agnóstico de Dewey. Lo positivo que encuentra en el estadounidense es su metodología educacional.

Considero que Alberto, es un soñador. Mira al futuro de la educación de su país. Reconoce que los problemas educativos de esta tierra son graves. Los niños no pueden asistir a establecimientos de calidad, problemática que percibo que en nuestros días continúa. La cristianización de Dewey, y su vuelco al catolicismo, producto de los ensayos del jesuita, son de importancia y constituyen un aporte a la educación chilena, mejorando su calidad, ya que permite que el alumno sea estimulado para lograr un desarrollo integral, con lo que se promueve el desarrollo de una progresiva cultura valórica, pero principalmente cristiana.

La educación religiosa

Un punto en la perspectiva educativa de Alberto, que considero importante, y que va relacionado con lo anterior, es la Educación Religiosa. Para Alberto Hurtado, lo religioso se ubicaba en la cúspide de su escala de valores. Los puntos educativos respectivos a la enseñanza religiosa, apuntan a que lo religioso es lo único que puede dar verdadero sentido a la vida del adolescente. La religión permite que se produzcan ciertos parámetros de moral, específicamente de índole social que permita tomar al individuo en relación con los otros. Mirando la realidad chilena, el sacerdote nos dice: “Estamos viendo en muchos hogares cristianos una fe superficial, no hay conocimiento de Cristo. (…) La enseñanza religiosa de la niñez es muy deficiente (…) La educación cristiana de la niñez chilena, como problema nacional, no se ha resuelto” (6).

Es en este punto, donde cae cierta culpa en los maestros. Alberto, ve que no hay maestros lo suficientemente preparados como para enseñar la religión, y esto es un problema que nos atañe a nosotros como futuros docentes de Cultura Religiosa, pero eso lo trataré en la actualización final. Nos dice que la falta de maestros bien formados imposibilita la enseñanza religiosa, ya que no pueden vivir como corresponde los dogmas de fe.

Alberto ve que la religión, no solo debe ser enseñada por los docentes, sino y de manera relevante por las familias, o como él las llama “administradoras de Dios en la educación de los hijos”. La función de los padres, debe apuntar a que el ambiente familiar, debe estar dominado por la presencia de Dios y con la presencia de valores que promuevan la unión y el amor. Alberto, también es conciente que los padres no pueden educar solos a sus hijos, y es ahí donde la figura del sacerdote, como el educador por excelencia del pueblo de Dios.

Lamentablemente y siendo conciente del contexto socioeconómico de su época, el sacerdote jesuita, reconoce que los alumnos que tienen la posibilidad de educarse cristianamente, son aquellos los cuales poseen medios para pagar colegios pagados. Nos dice: “Si por imposibilidad económica u otra razón, los padres se ven obligados a enviar a sus hijos a escuelas neutras, donde se pierde la formación religiosa” (7).

Finalmente, y como síntesis del punto anterior, es menester que haya doble responsabilidad al momento de educar cristiana y valoricamente a los hijos, misión compartida por los padres, primeros educadores y por los sacerdotes, guardianes de la fe o como él los llama “el educador nato del pueblo”.

Perspectivas actuales

Pensar en Alberto Hurtado, es pensar en santidad, en un religioso, en el Hogar de Cristo. Pero no todos conocen su labor educativa. Esta fue una, influenciada por pensamientos extranjeros que hablaban de cambios y libertad, pero Él le dio una mirada católica, y logro conmover a muchos. La capacidad pedagógica de Alberto, me da la confianza de pensar que las cosas son posibles. Yo como futuro docente de Religión y Filosofía, deberé como lo hizo magistralmente el jesuita, lidiar y establecer criterios entre ambas disciplinas, tan diferentes pero tan iguales a la vez. Nuestros días, están marcados por una secularización progresiva y por un relativismo moral que afecta a nuestros niños y jóvenes.

El punto de vista educativo que radica en la educación religiosa, me llama profundamente la atención ya que en los tiempos del jesuita así como en los nuestros, se ve que la falta de una cultura religiosa, así como docentes bien formados que preparen a los niños y jóvenes en torno a la fe, provocan una secularización gradual. También es de necesidad la presencia de la familia como primeros agentes educativos. Los aspectos socioeconómicos de la época de Alberto, no han cambiado mucho con respecto a nuestros tiempos. Muchas veces la falta de oportunidades provocada por la escasez de recursos económicos provoca que las familias no puedan matricular a sus hijos en colegios de calidad, lo que era criticado por Alberto, con lo que según el jesuita se favorecía la neutralidad religiosa.

La misión de futuro que nos queda como los próximos formadores de la fe de las nuevas generaciones, es en primer lugar, formarnos bien para así formar bien a nuestros futuros alumnos. Ser también, como nos dice Alberto, reflejo de la fe recibida, para que así seamos verdaderos agentes evangelizadores.

Finalmente una cita de nuestro santo, que es síntesis de nuestra misión futura como pedagogos, y que a su vez funciona como eje transversal a toda la educación: “La verdadera educación consiste en darse a sí mismo como modelo viviente, como lección real” (8).

Referencias bibliográficas

(1) Pedagogo estadounidense (1859-1952),  se le considera padre de la pedagogía progresista, movimiento de tintes liberales en torno a la educación. http://www.neoliberalismo.com/edu-progre.htm (Revisado el día 21 de Septiembre de 2009)

(2) Sanchez Elena, Díaz del V. Lucía, “Padre Alberto Hurtado, S.J. La riqueza de su pensamiento, Hombre, Valores y Educación”, pág. 133

(3) Sanchez Elena, Díaz del V. Lucía, “Padre Alberto Hurtado, S.J. La riqueza de su pensamiento, Hombre, Valores y Educación”, pág.135

(4) http://www.huellasdigitales.cl/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=739&Itemid=2 (Pagina de un grupo de habitantes de Cañete) Revisada el día 21 de Septiembre de 2009.

(5) Sanchez Elena, Díaz del V. Lucía, “Padre Alberto Hurtado, S.J. La riqueza de su pensamiento, Hombre, Valores y Educación”, pág.133-134

(6) Sanchez Elena, Díaz del V. Lucía, “Padre Alberto Hurtado, S.J. La riqueza de su pensamiento, Hombre, Valores y Educación”, pág.174, 175

(7) Sanchez Elena, Díaz del V. Lucía, “Padre Alberto Hurtado, S.J. La riqueza de su pensamiento, Hombre, Valores y Educación”, pág.177

(8) Sanchez Elena, Díaz del V. Lucía, “Padre Alberto Hurtado, S.J. La riqueza de su pensamiento, Hombre, Valores y Educación”, pág.129.

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