“Deseamos ser escuchados como hermanos de un solo Señor, un mismo bautismo y una sola fe, pedimos dialogar con respeto, dignidad y transparencia” En la Iglesia hay muchos sordos y mudos que curar (D. 23º TO B 05.09.2021)

La obediencia a la ley impide la obediencia al Evangelio. Es la contradicción eclesial

Comentario:Hace oír a los sordos y hablar a los mudos (Mc 7,31-37).

Los evangelistas Mateo y Marcos subrayan esta incursión de Jesús en territorio no judío. “Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón” (Mt 15,21). Marcos narra la intención de Jesús: “entró en una casa, no queriendo que nadie se enterase, pero no pudo pasar inadvertido” (Mc 7,24). Tal vez cansado de discusiones con fariseos y escribas, buscaría contactar con ambientes más naturales. Similar a las personas acaparadas por su tradición religiosa, y más si es clérigo encapsulado en su hábito. Por higiene mental es bueno “ser reconocido como hombre por su presencia” (Flp 2,7) normal, escuchar a la gente hablar sin censura ni agenda oculta, desintoxicarse de virus clericales, vivir valores ciudadanos... Ya en el siglo V, el papa San Celestino (422-432) avistaba el peligro: “Nos hemos de distinguir del pueblo o de los demás en la doctrina, no en el vestido; en la vida, no en el hábito; en la pureza del alma, no en el cuidado externo”. Fermentos y sal se diluyen para transformar y preservar la masa. Los hábitos separan, crean espíritu de casta, alejan de la condición normal de vida, deforman la realidad por interés... El amor y la misericordia no pueden depender de un uniforme exterior. Jesús atiende a la sirofenicia, que le pidió curar a su hija (Mt 15, 22ss); Mc 7, 24-30), y a quienes le presentaron al sordomudo de hoy.

Sólo Marcos narra este episodio: “Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y lepresentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano” (vv. 31-32). Jesús lo cura con unos gestos que recuerdan los sacramentos de la Iglesia: “apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente” (vv. 33-35). Los signos sacramentales sólo tienen sentido para los creyentes. Su percepción sensible remite a la fuerza del Espíritu divino: contacto físico y “mirando al cielo, suspiró”. Sería “suspiro” de alegría, frente al “profundo suspiro” de pena narrado en el capítulo siguiente (8,12).

Effe (esto es, ábrete). Imaginaban los órganos impedidos como cerrados. Jesús actúa abriendo los oídos y soltando la lengua. Recupera una dimensión humana tan sustancial  como la comunicación. Jesús prohíbe darlo a conocer por evitar confundir su mesianismo. El “asombro” no atiende razones y “cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos»” (vv. 36-37). El plural (“sordos y mudos”) demuestra la representatividad del sordomudo. Jesús quiere que oigan y hablen el reino de Dios: vida en justicia, en ayuda, en verdad, en amor... Los judíos no entienden a Jesús porque están cerrados por el apego a sus normas y ritos.  

En la Iglesia hay muchos sordos y mudos de la libertad evangélica. La Federación latinoamericana de Sacerdotes Casados, en un comunicado nuevo , insisten: “Deseamos ser escuchados como hermanos de un solo Señor, un mismo bautismo y una sola fe, pedimos dialogar con respeto, dignidad y transparencia” (San Carlos -Chile-, 15 agosto 2021, día de la Asunción de la Virgen). El silencio de la Jerarquía sigue siendo abrumador. La obediencia a la ley les impide obedecer al Evangelio. Es la contradicción eclesial.

Oración:hace oír a los sordos y hablar a los mudos” (Mc 7,31-37)

Jesús de oído atento y palabra creadora:

tu proyecto de vida nace del corazón del Padre Dios;

estás atento a la vida como Él:

he visto la opresión de mi pueblo en Egipto

y he oído sus quejascontra los opresores;

conozco sus sufrimientos” (Ex 3,7);

enfermos, marginados, pobres, pecadores...

son curados, comen contigo, te acompañan...  

Curar enfermos y anunciar el Evangelio:

son las actividades a las que dedicas más tiempo;

oyes quejas, tocas sus heridas, le animas a vivir;

eres sincero y enseñas el camino de Dios

conforme a la verdad, sin que te importe nadie,

porque no te fijas en las apariencias” (Mt 22,16).

Te contemplamos hoy “perdiéndote” por territorio pagano:

reconocido como hombre por tu presencia” (Flp 2,7);

pasando inadvertido, hablando con cualquiera;

sometido a la intemperie humana; 

sin blindaje de ninguna clase (hábito, títulos, distinciones...);

conectando con la gente, entrando en sus casas, abriendo tu corazón...

Pronto percibentu bondadhumana:

tu escucha no es indiscreta ni buscas lo morboso;

atiendes y recibes atentamente lo que quieren decirte;

respetas, no juzgas la conciencia sino la libras del mal,

e intentas moverla en favor de la vida...

Tuvida y tu palabra muestran tu convicción básica:

eres el Hijo del Hombre, ser humano creado por el Padre-Amor;

sientes en lo más profundo el Amor gratuito;

nutres tu trabajo, tu nueva familia, tu amistad... con ese Amor;

distribuyes tiempo y prioridades desde el Amor;

Amor que unifica e integra tu inteligencia, tu sentir y tu querer;

Amor que configura tu oír, tu ver, tu hablar, tus pies, tus manos....

Tu vida religiosa es contactar con el Amor, Padre-Madre:

observando las arterias por donde fluye el Amor;

descubriendo y admirando los gestos de Amor en todo lugar;

agradeciendo las caricias del Amor en toda situación;

acompañando y multiplicando el Amor recibido.

Jesús de la escucha y del habla sinceras:

queremos “oír y hablar” a todo ser humano;

queremos escuchar y hablar el Amor que hay en todos;

queremos seguir dócilmente las inspiraciones del Amor;

queremos, como Tú, dedicar más tiempo a los más débiles;

queremos crear una comunidad de hermanos;

queremos comunicarnos en sinceridad;

queremos, como Tú, obedecer al Amor antes que a la ley;

queremos vivir la libertad “para la que nos ha liberado Cristo;

mantenernos firmes y no dejarnos que vuelvan a someternos

a yugos de esclavitud” (Gál 5,1).

Preces de los Fieles (D. 23º TO B 05.09.2021)

La comunicación, oír y hablar, es parte sustancial de la vida. La cura del sordomudo por Jesús invita a la comunicación veraz. Sin diálogo no hay comunidad cristiana. Pidamos escucharnos y hablar con libertad, diciendo: “danos un corazón sincero, Señor”.

Por la Iglesia:

- que escuche a todos, especialmente a los más débiles;

- que “no imponga más cargas que las indispensables” (He 15,28).

Roguemos al Señor: “danos un corazón sincero, Señor”.

Por las intenciones del Papa (Septiembre 2021):

- que “tomemos decisiones valientes por un estilo de vida sobrio y ecosostenible”;

- que “nos alegremos con los jóvenes comprometidos con este estilo de vida”.

Roguemos al Señor: “danos un corazón sincero, Señor”.

Por los emigrantes y refugiados:

- que tengan fortaleza de espíritu en la búsqueda de la vida;

- que los países de acogida les abran el corazón y la ayuda.

Roguemos al Señor: “danos un corazón sincero, Señor”.

Por los niños y estudiantes:

- que inicien el curso con alegría y ganas de trabajar;

- que prefieran aprender y saber, antes que aprobar el curso.

Roguemos al Señor: “danos un corazón sincero, Señor”.

Por nuestra parroquia:

- que sea una comunidad sana en oír y en hablar;

- que organicemos el curso entre todos, con responsabilidad compartida.

Roguemos al Señor: “danos un corazón sincero, Señor”.

Por esta celebración:

- que escuchemos y oigamos lo que Jesús quiere decir y hacer;

- que la comunión nos una en el Amor y la libertad del Evangelio.

Roguemos al Señor: “danos un corazón sincero, Señor”.

Que tu Amor, Jesús de todos, “nos apremie” (2Cor 5,14), para “llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos, en medio de una conversación..., en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino” (EG 127). Tú que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, 5 de septiembre de 2021

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