Seis antes que la Iglesia oficial, en el Convento de Franciscanas Clarisas de la Puridad Hace ocho siglos , Valencia ya defendía la Inmaculada Concepción

Los Jurados de la Ciudad de Valencia con la Inmaculada. Espinosa.
Los Jurados de la Ciudad de Valencia con la Inmaculada. Espinosa.

"En 1530, la Universidad de Valencia fue la primera de todas las de España en votar, prometer y jurar la defensa que María fue Inmaculada ya en su concepción"

"El juramento decía: «Ego ... iuro quod quatenus per Sedem Apostolicam licebit tenebo defendendam predicabo atque docebo Beatam Virginem Dei Genitricem Mariam praeveniente Spiritus Sancti gratia absque ulla peccati originalis labe fuisse conceptam»"

"Mientras tanto, el Convento de Religiosas Franciscanas fue teniendo un protagonismo importante en la vida social y religiosa de Valencia, especialmente potenciado por la Bula de Clemente VII del año 1554"

Desde hace casi ocho siglos, al poco de ser reconquistada para el cristianismo, se viene defendiendo el que María fue Inmaculada desde su concepción en Valencia. El lugar donde comenzó esta actividad fue en el Real Monasterio de la Purísima Concepción habitado por las Franciscanas Clarisas. En 1239, Jaime I donó una mezquita, después ermita, existente fuera de la muralla árabe de la ciudad, con el fin que sobre ella fuera construido un convento para las religiosas de la Orden de Santa Clara, bajo la advocación de Santa Isabel de Hungría.

Consta que en 1250 ya lo habitaban estas religiosas. Se les dotó de terreno en su derredor y construyeron un buen convento con un amplio huerto ocupando la franja de terreno que hoy es de la calle Roteros y adyacentes. Este sería su primer emplazamiento, luego pasarían a su emplazamiento actual en la calle de la Puridad.

El franciscanismo siempre ha tenido una singular predilección por la devoción mariana a la Inmaculada Concepción tanto en sus ramas masculinas como femeninas y en la primera fundación franciscana del “novum Regnum” no podía faltar esta advocación y devoción, que promovieron y difundieron en la recristianización del territorio.

Tuvieron las religiosas un precedente –dice Miguel Angel Catalá- en san Pedro Pascual, mozárabe valenciano, quien en sus prédicas entre los lugareños, años antes de caer la ciudad en manos del monarca aragonés, ya defendía la tesis de que la Virgen María fue preservada del pecado original a la hora de nacer, valiéndole el título de Doctor de la Inmaculada. “Ans e la seua concepció e apres es estada en la gracia de Deu en la sua amors,… volgué Déu preservar a la Santisima Verge del pecat original, el qual era mortal, i tota altra lesió de brudetat… ho va fer per gràcia com Aquell que devia pendre carn d´Ella…”.

La tradición inmaculista avanzaría. Fue en Valencia,  el 14 de marzo de 1394, cuando Juan I mandó que se celebrara la fiesta de la Inmaculada Concepción en todos los Estados de la Corona de Aragón, y advertía que sería castigados a pena de destierro de sus dominios a aquellos que negaran que la Virgen naciera sin mancha alguna.

Inmaculada de Murillo
Inmaculada de Murillo

Juramento de la Universidad

En 1530, la Universidad de Valencia –cuenta Juan Luís Bastero- fue la primera de todas las de España en votar, prometer y jurar la defensa que María fue Inmaculada ya en su concepción. Un clérigo apellidado Moser se atrevió a predicar en la catedral contra el concepto de Inmaculada Concepción y tuvo que salir pitando de la ciudad.

Se hizo acto de desagravio y el obispo hizo jurar a profesores, maestros y predicadores “defender la Concepción Inmaculada de María Santísima». A los universitarios que no hicieran el juramento concepcionista no se les daría el título de doctor. El juramento decía: «Ego ... iuro quod quatenus per Sedem Apostolicam licebit tenebo defendendam predicabo atque docebo Beatam Virginem Dei Genitricem Mariam praeveniente Spiritus Sancti gratia absque ulla peccati originalis labe fuisse conceptam».  En las postrimerías del pasado siglo acabaría la Universidad quitando la imagen de la Virgen de su escudo. Una especie de ajuste de cuentas.

No sería hasta el 8 de diciembre de 1854, seis siglos después de que en Valencia se viniera afirmando tal hecho, cuando la Iglesia oficial proclamaría mediante la Bula “Inefabilis Deus” –firmada por el Papa Pío IX- el dogma que afirma que María, “fue preservada de toda mancha  de culpa original”.

El convento libraba de penas de muerte

Mientras tanto, el Convento de Religiosas Franciscanas fue teniendo un protagonismo importante en la vida social y religiosa de Valencia, especialmente potenciado por la Bula de Clemente VII del año 1554 donde se le adjudicó el nombre de la Puridad, por lo de Purísima Concepción de María.

El rey Jaime I otorgó a las Abadesas del cenobio, poder liberar cada año a un condenado a muerte, siempre que -dice Orellana-  “no fuese traydor al Rey o a la Patria”. Del monasterio se cuenta que en cierta ocasión, pasando por su puerta la comitiva de uno que llevaban a ajusticiar, éste se aclamó a la imagen de la Virgen colocada en lo alto de la puerta, la cual era de mármol. “Y que expresadas estas palabras, inclinó el sagrado bulto, con ser de mármol, la cabeza hacia él, tanto que cayó la Diadema que adornaba su sagrada cabeza, sobre la del ajusticiado, con la admiración de los ministros de Justicia, y del numeroso concurso del Pueblo. Por lo que dando cuenta del Prodigio al entonces Virrey, fue dado por libre el afligido Preso”.

Inmaculada
Inmaculada

El actual Convento de la Puridad, se alza sobre una antigua casa gótica, perteneciente a la desaparecida Cofradía de San Jaime, en la estrecha y corta calle de la Puridad. El anterior convento estuvo hasta las Desamortizaciones en el barrio del Convento. En el tiempo del espojo de los bienes de los conventos por parte del Estado, algunas de sus obras de arte fueron a parar al Museo de Bellas Artes, como el caso del retablo de la Purísima Concepción de la capilla del Convento de la Puridad,  retablo tardo-gótico. La obra pictórica es de Nicolas Falcó mientras que la imaginería es de Pablo, Damián y Onofre Forment. Se trata de un retablo con influencias aragonesa y con pinturas al óleo sobre tabla,  fechado entre 1500-1515.

En su portada hay una imagen de la Purísima. Y una lápida que recuerda: “De esta antiga casa de la Confraria de Sent Jaume on foren a.justats el consells que regiren la vida de Valencia va eixir el esforcat Vinatea en MCCCXXXIII per a oposar el protestament de Valencia al rei Alfons II pel contrafur de la donaciò al infant Ferran de les villes de Alzira, Borriana, Castelló, Morella, Molvedre i Xàtiva que foren alliberades al gest sublim de varò tan insigne que el poble valencià va secundar ab gran virilitat”.

Subsisten de la repostería

Las religiosas siguen haciendo la vida de clausura de siempre y subsisten económicamente al mantener una tradición que se remonta al siglo XVI, la repostería . Hacen magdalenas, galletas de mantequilla o de café, corazones de yema, castellanas, rollitos de anís, delicias de santa Clara, bocaditos de coco, pasteles de boniato, trufas o coca de llanda. Ahora en Navidad, además, elaboran turrón de la abuela y de yema, empiñonadas, nevaditos y polvorones, así como las tradicionales bandejas de surtidos navideños, que venden a diario de 10 a 12 horas y de 16.30 a 18 horas, y muy modernas ellas también reparten a domicilio.

Hasta hace dos años, realizaban otras labores a mano como pintura, en tela y en cerámica, y bordado, pero ante el descenso de encargos y el interés por la repostería decidieron dedicarse a esta nueva tarea.

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