Una reflexión sobre la heterosexualidad "El amor es siempre heterosexual si es que entendemos seriamente la heterosexualidad"

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"El amor es heterosexual en el sentido de que es siempre y solo amor por el Otro, por el 'hetero'. Y esto puede ocurrir en una pareja gay, lesbiana o heterosexual en sentido anatómico"

"No es la heterosexualidad anatómica la que asegura la presencia del amor por el 'hetero'. Es, por el contrario, solo la heterosexualidad del amor la que determina las mejores condiciones para que la vida de un ser humano pueda encontrar su oxígeno indispensable"

"La heterosexualidad significa que hay amor por la diferencia, y esto independientemente de que se trate de dos homosexuales, dos lesbianas o dos heterosexuales"

"Desde este punto de vista, creo que nos podemos ayudar a poner en cuestión ciertos legados arcaicos que también han tenido, y siguen teniendo peso, y que siempre han considerado, en el fondo, la homosexualidad como una forma de degradación perversa de la sexualidad"

El amor es siempre heterosexual si es que entendemos seriamente la heterosexualidad. 

Esta noción no puede reducirse a la diferencia anatómica de los sexos según una lógica elemental que los diferencia a partir de la presencia o ausencia del atributo fálico

El amor es heterosexual en el sentido de que es siempre y solo amor por el Otro, por el ‘hetero’. Y esto puede ocurrir en una pareja gay, lesbiana o heterosexual en sentido anatómico. 

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No es ciertamente pues la heterosexualidad anatómica la que asegura la presencia del amor por el ‘hetero’. Es, por el contrario, solo la heterosexualidad del amor la que determina las mejores condiciones para que la vida de un ser humano pueda encontrar su oxígeno indispensable

La elección del sexo no depende únicamente ni de la anatomía ni de condicionamientos culturales y sociales, aunque la elección del sexo implica, por un lado, la anatomía, es decir, el hecho de que nuestro cuerpo pertenece a un género, y, por otro lado, los condicionamientos que nuestro cuerpo ha sufrido por el contexto social, cultural y familiar en el que ha crecido. 

La elección del sexo tiene en cuenta la anatomía y los condicionamientos socioculturales, pero se manifiesta a través de una elección subjetiva, es decir, una mediación subjetiva de la anatomía y los condicionamientos sociales, hasta el punto de algunos sustituyen en el fondo la palabra sexo, que es una palabra que pertenece a una lógica clasificatoria, es decir, al hecho de que en este sexo hay o no hay falo, el masculino con el atributo fálico, el femenino sin él, por el concepto de sexuación. 

Por eso, creo, en el fondo el amor implica necesariamente la heterosexualidad, es decir, el amor es solo amor por lo hetero, es decir, por el Otro, es decir, por la diferencia. No es el amor por el Uno, que es una expresión narcisista del amor que acaba en una dimensión suicida, como demuestra el mito de Narciso.

La heterosexualidad significa que hay amor por la diferencia, y esto independientemente de que se trate de dos homosexuales, dos lesbianas o dos heterosexuales. Hay parejas heterosexuales desde el punto de vista anatómico que producen fusiones narcisistas mortíferas, al igual que hay parejas homosexuales (siempre desde el punto de vista anatómico) en las que circula la dimensión heterosexual. 

Las reflexiones sobre la posibilidad del matrimonio entre homosexuales, la adopción de niños por parejas homosexuales, si puede existir una familia monosexual, …, deben profundizarse con la problemática inherente al concepto y a la realidad de la heterosexualidad, es decir, verificando dónde hay heterosexualidad no meramente anatómica sino relacional

Desde este punto de vista, creo que nos podemos ayudar a poner en cuestión ciertos legados arcaicos que también han tenido, y siguen teniendo peso, y que siempre han considerado, en el fondo, la homosexualidad como una forma de degradación perversa de la sexualidad

¡Como si en la heterosexualidad la degradación perversa de la sexualidad estuviera necesariamente ausente! En realidad, sabemos muy bien que no es así, es decir, sabemos que en el intercambio llamado heterosexual, desde el punto de vista anatómico, la presencia de perversiones puede ser tan invasiva como lo que puede ocurrir en una pareja homosexual.

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