He vivido por tu gracia, espero que no en saco roto... Atardecer especial. Oración en mi cumpleaños

Esta noche y mañana celebraré mi cumpleaños, muchos de vosotros me tendréis presente en vuestras oraciones y pensamientos. Soy afortunado, llego a los sesenta y cinco años, lleno de gracia y de luz, la generosidad de Dios conmigo ha sido desbordante. Me siento una persona afortunada y querida. Por eso deseo orar con vosotros ante el Padre de la vida y su Hijo a quien sigo, tocado por ese Espíritu que me ayuda a ver y sentir, a leer tanto signo de revelación salvadora a mi alrededor y en comunidad. Se va cerrando el ciclo, un tercio de vida, en la universidad de Extremadura, y he de ir haciendo lectura creyente de lo que ha sido realmente una historia de salvación para mí. Hoy alzo la copa de la salvación y brindo por lo vivido.

Al abrazo del atardecer  (65 cumpleaños)

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La tarde va de caída y Tú me traes a tu presencia, una vez más al atardecer, ha sido tu sino y tu signo conmigo, y yo vuelvo a rendirme sin escapatoria. Mi Dios eres tan fuerte y cálido en la despedida que celebra la jornada, que me seduces y me incorporas a tu sentir, me abrazas y me haces uno contigo y yo gozo como el niño pequeño que anochece en los brazos de ternura de la madre amada, la que protege con el pecho de la vida y con la mirada del amor. No puede haber lugar más grande, ni paternidad más cuidadosa que la de este Dios cerrando, con el sudor del día, la jornada de gloria que hoy ha ido derramando por sotos y presuras, dejando huellas del pan que parte y del agua que se encuentra hasta de noche en la fuente.

os

Vengo a atardecer contigo

Hoy te siento más abrazado y tierno con mi corazón trasteado y tintineante, ese querer de vida, tan latente y diletante, tan amante y tan huidizo. Vengo al atardecer de mi vida, con la carga de una jornada que no siente que esté acabada, pero sí que va ultimando, se va dirigiendo a los últimos cuartos, en este último tercio de generosidad divina y de propina trascendente.

He vivido, te he escuchado en el imperativo más libre de mi existencia, llamándome a salir fuera para encontrarte en la brisa de la mañana, en el calor del mediodía, en la frescura del sol poniente que en despedida abraza y abriga para el descanso. No he tenido otro Dios en mi vida, aunque aún no te ha abrazado con la radicalidad de tu fidelidad que me sobrepasa. Cuánto quisiera en el atardecer de la vida, en las vísperas de lo que es último tramo para la eternidad, abrazarte más explícitamente, con más pasión y con menos brida.

Nunca forzado, sólo he sido torpe

Mi seguimiento nunca ha sido forzado por ti, siempre me ha sobrepasado tu generosidad y tus dones para que pudiera hacerlo. Sólo he sentido como obligación y miedo lo que nacía de mi torpeza, mis sueños no aceptados, mis seguridades tan pobres, mis ansias de lograr por mí lo que tú me regalabas en lo pequeño y en lo oculto.

yo

Tu gracia me ha desbordado siempre y aún con lentitud y desentonos he podido alzar la copa de la salvación y he cantado con la asamblea los cantos de tu liberación y de tu presencia sanadora y vivificante. Nunca, nunca podré estar a la altura de la comunidad humana y creyente que me ha rodeado y lanzado a ser, a amar, pensar, escribir, cantar, correr, descansar, luchar, comprometerme, celebrar, orar, reir y llorar, caminar, morir, resucitar… Tantas, tantos, tan queridos, tan cercanos, tan hermanos, tan familia. Si alguna vez me sentí solo, lo tengo muy claro que fue por mi pecado y mi resistencia a tu amor callado.

Perdón  por no dejarme hacer

En lo que erré no me abandonaste, me herí, sentí dolor, pero nunca menoscabaste mi libertad forzada, ni incluso cuando quería cumplir tus mandamientos como si fueran míos y estuvieran en mi fuerza. Hasta he sentido en el perdón y la comprensión de los otros, abrazos tuyos invitándome a la flexibilidad del olvido, del encuentro, de la nueva página para un nuevo relato de amor estrenado, donde podía haber cicatrices que sólo tú podías darle formas nuevas y bellas.

ego

Inovildables, mi famlia, mi sangre...

Y hoy, cuando me preparo a recordar en la noche del 27 de marzo, celebro la sencillez de mi padre y mi madre, que me regalaron sus vidas junto a mis hermanos y los demás que nos acompañaron en la familia, en la calle, en el pueblo y en los que después vinieron y se sumaron en esa lista que sigue incluso en el seno materno de algún ser querido que de nuevo va a ser madre en esta tropa de los Morenos. Me abrazo gozoso a mi familia, no me puedo cansar de quereros, aunque sea un tío Pepe algo raro, quiero abrazaros como un loco.

Quiero a la Iglesia y creo en ella

Me abrazo a la Iglesia, sin ella, no sería quien soy, y hablo de ser, de vivir, de querer, amar, soñar, de familia, de madres, hermanos, hijos, pueblos, tierras… cómo no quererte si eres seno materno en el que he descubierto vocación y misión, ahora más que nunca. Cuando tengo menos fuerzas, y quizá más prejuicios te digo abiertamente que te amo y que no puedo irme porque quiero morir en ti y contigo, ojalá que también por ti a favor de mis hermanos.

yo

Ese trozo de pan partido compartido, UEX

Agradezco la SABIDURÍA,   y quiero hacerlo desde el sacramento de la universidad de Extremadura, ahí me ha tocado encarnarme y vivir, caminar, abrir senderos con compañeros con los que hemos compartido el pan y la vida, me voy de ella sin haber descifrado totalmente tu saber de amor y encuentro, pero habiendo probado el mejor  pan y el mejor vino con el que he podido celebrar la eucaristía de la vida con toda la humanidad y con todos los pensares y sentires, qué pena no haberme dejado hacer mucho más por ti en ellos. Pero estoy loco de vida, de luz y de sentir. Me ha encantado el lote de mi heredad y mi copa. He entregado la solicitud de mi partida, con dolor y con paz, sabiendo que también tengo que ir a otras aldeas, de las que nunca he querido faltar.

estudio evangelio

Solo tu amor...

Gracias Señor por mi vida, por tu don, por la comunidad y por la salvación. En este atardecer siento una caricia especial tuya que viene con todas la manos y corazones innumerables que me han amado, que me han llenado de amor, los nombres que me han hecho sentir único y querido. Esta noche y este día alzaré la copa de la salvación e invocaré tu nombre en toda mi asamblea, en medio de este mundo que tú, tanto amas.

Y nada…, para no ser tan sentimental, como decía mi madre en las celebraciones alegres y bonitas que teníamos en la familia y con los amigos: ¡Siempre como hoy y mejor cuando Dios quiera!  Como ella, yo también estoy dispuesto a gozar y coger toda la propina que Dios quiera darnos.

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