Extraido de "Trazos de evangeliio, trozos de vida" (PPC) FRATER: Iglesia sanante hoy (V Domingo. T. Ordinario)

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FOTO 9 (1) Jose Moreno Losada

CON LA FRATER

Soñamos una Iglesia que no deja a los enfermos o discapacitados en la puerta pidiendo, como si sólo estuvieran ahí para recibir. No, queremos una Iglesia que los bendice, los anima a levantarse y les ayuda a caminar para que entren a ocupar su puesto privilegiado, donde se sientan los que traen la salvación, los que lavan sus mantos en la sangre del cordero y nos sirven de referentes para creer que el Crucificado ha resucitado y vive para siempre. Como ellos, que sacan fuerzas de flaquezas y hacen, de sus límites, auténticas posibilidades de camino y fraternidad humana y universal. Y no puedo menos que homenajear a los militantes cristianos de la Frater, movimiento de la Acción católica, que tanto nos enseña y da a los demás movimientos hermanos, y a toda la Iglesia en este ser y hacer de los enfermos en la Iglesia y en el mundo.

Frater
Frater Jose Moreno Losada
La Iglesia está en proceso sinodal buscando el modo de ser una comunidad viva y fraterna donde todos los bautizados tengan su voz y su lugar apropiado. En el sínodo está la presencia significativa de personas que viven su fe desde la condición de su enfermedad y sus limitaciones, sin perder su carácter de verdaderos apóstoles de lo humano y de la sanación. Enrique, expresidente de Frater está siendo voz, pies, manos, ojos para esta iglesia y estos hermanos. Siento admiración por todos los militantes de este movimiento apostólico de acción católica y con ellos quiero leer este evangelio del domingo.

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Evangelio: Marcos 1,29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Curación y oración

Los cuidados de Dios no tienen límites. La acción permanente a favor de la armonía y la salud es determinante en la revelación del plan de la salvación. Adentrarse en la realidad y tocarla con su fuerza para dirigirla a la luz de la ternura y del amor permanente. La lucha contra el mal no tiene cuartel, está en permanente movimiento, la creación frente a la contracreación, la vida frente a la muerte. Y todo ese trajín sin descanso, sin perder tiempo, con el deseo de llegar a todos esos rincones que suelen ser los olvidados, las aldeas del dolor y del vacío. El Señor de la promesa se desvela siendo servidor de su pueblo para que no le falte el pan y la vida.

La fiesta de la capacidad

Ayer no pude estar en el encuentro y lo sentí profundamente. Llegué al final y me abrazaron, me dijeron que me habían echado mucho de menos… una vez más los que llamamos personas con “discapacidad” hicieron fiesta de la vida. Acudieron de todos los centros. Y en esta mañana ante el evangelio recupero esta reflexión de hace tiempo.

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IMG_7863 Jose

Recuerdo al Papa en la plaza de San Pedro habitada por una muchedumbre alegre. Entre el gentío, su mirada queda fija en una persona que está deformada y paralizada por la enfermedad, pero presente allí porque tiene vida para dar y recibir. El Papa se detiene ante él, lo acaricia con la ternura de Padre y la abraza efusivamente con la fuerza del hermano; de repente, sus ojos se iluminan y se le ve enriquecido con ese encuentro, como si se hubiera encontrado con el mismo Cristo y se sintiera, una vez más, salvado por Él. Hace unos días ha muerto y los medios se han hecho eco de su persona y su significatividad. El Papa ha hecho centro de la plaza y la muchedumbre a ese sencillo paralítico, al que no le ha dado oro ni plata, pero lo ha bendecido y llenado de gracia para seguir viviendo en la luz y en la esperanza en nombre del Señor.  Ellos han de tener un lugar central en la comunidad eclesial, y no sólo para recibir sino para dar desde su vida y su autonomía interior y exterior.

Fiesta

Esa imagen me ilumina y me transporta al encuentro que venimos celebrando hace años, en la Pascua, en nuestra parroquia de barrio, Guadalupe, en Badajoz. Estamos allí, en el silencio de una urbanización, rodeados de centros educativos y residenciales de personas con discapacidad: paralíticos físicos y cerebrales, niños y jóvenes con autismo, con síndrome de Down (unos con más y otros con menos limitaciones). Desde la parroquia tenemos la preocupación de ser un espacio abierto que debe salir al encuentro de todos, compartir sus penas y alegrías, y ser nudo de relaciones hacia dentro y hacia fuera, en el barrio y en la ciudad. Intentamos crear un nudo de relaciones que va creciendo poco a poco y que compartimos en una mesa henchida de experiencias personales.

 El encuentro festivo volvió a ser señal de comunión, de un lenguaje único y glorioso –pentecostal- se encontraron entre ellos, y disfrutamos todos juntos. La parroquia se sintió comunidad viva y auténtica en su presencia; contamos, incluso, con la presencia de un mago que, curiosamente, quedó ilusionado por la magia auténtica de todos ellos y hasta un acordeón.

Todo el mundo te busca

 ¿Quién busca a quién? “Oí tu ruido en el jardín y sentí miedo…”  Toda la historia es un relato de búsquedas y de deseo de encuentros. El Dios de Israel se muestra permanentemente saliendo de sí para ir al encuentro de la humanidad y su creación. Desde el paraíso primero donde acudía a pasear y convivir con Adán y Eva, ante la muerte de Abel, en el sufrimiento de Egipto, en la marcha del desierto… siempre peregrinando y atento a la situación y al dolor del pueblo elegido por amor. Toda una historia divina de ternura y desvelo con entrañas de madre deseando que su hijo no sufra y no se pierda. Busca y desea encontrarse para darse.

El pueblo, por el contrario, dada su debilidad y su necesidad, siempre estará mostrando su sed y su hambre, lo que le hace ponerse en camino, desviarse y desanimarse, cansarse y dividirse, siempre necesitado de un agua nueva, un pan verdadero, una paz sincera, una justicia sanante. Busca y camina desde la necesidad y, a veces, desde la ambición y el orgullo, no entiende la lengua de la donación y la generosidad como principio de vida, aunque le hayan llegado los mandamientos que están a su favor. Siempre hay un fondo sufriente, de heridos, que carga con las consecuencias de sus pecados.

Jesús se nos muestra como el reflejo y la imagen humana de esa búsqueda divina. Porque el Padre y él son una sola cosa, él vive su existencia como ofrenda de ternura para la sanación y la salvación de su pueblo. Toda su vida se enmarca en la perspectiva de un Dios en salida que busca a la humanidad para adentrarse en ella, allí donde más sufre, donde más rota está, para darle la gracia de un amor sin límites que se expresa en el cuidado de lo pequeño y de lo diario, de la apuesta por consolar, aliviar, acoger, compartir, celebrar, llorar, reír, bailar con los más pequeños y sencillos de la comunidad, aquellos que no cuentan para el mundo. Él los pone en el centro de su vida para que sean núcleo de las comunidades que surjan alrededor del Reino. No los trata como a pordioseros, sino que por Dios les reconoce su dignidad y su riqueza de hijos en el Hijo. Lo hace dando la vida por ellos sin nada a cambio. Nada puede parar al mesías en este mensaje profético del Reino que se encarna en la concreción de abrazos, mesas, pan, caminos, tocamientos, mantos, vino…

El Maestro enseña haciéndose siervo y discípulo de los que más lo necesitan, su docencia es la implicación para poder reconocer y mostrar el poder de Dios desde la grandeza de los más débiles, que serán los que nos adelanten en el Reino de los cielos. La lógica de la comunidad cristiana está servida, si hemos visto que el Maestro y el Señor se acerca a los pobres y desterrados de este mundo para la lavarles los pies, hagamos nosotros lo mismo. La iglesia tiene como taller de aprendizaje el Evangelio de Jesús y la vida de los pobres y lo sufridos. Ahí está su verdad y su luz. También su sanación cuando se ve enferma y necesita curarse para poder servir.

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