Tiempo de la creación: Volver al Padre

El fidelidad del Dios creador y salvador se hace vida religiosa y agradecida en el  hijo que se siente amado y único. Volver al Padre, con el Espíritu del Hijo, nos recupera como criaturas, como hijos, como hermanos... sólo su amor nos hace fieles. Hoy nos toca aprender a ser fieles con la creación como lo es Dios, en Cristo, con nosotros. Sólo en su perdon y en su amor podremos recuperar nuestro mundo como casa común de nuestro Padre Dios.

Volver al Padre: “Del amor creador y fiel”

Cristo de las misericordias

Tiempo de la creación: Dios, filiación y creación

Recuerdo una persona entrañable de fe, una mujer sencilla y mística, que llegando el momento de su despedida vital sentía irse ya porque no había tenido suficiente tiempo para darle gracias a Dios por todo lo que había recibido de él en su existencia, para ella había sido tanto amor y cercanía que todo le `parecía poco en el agradecimiento. Descubría yo en ella una actitud de fidelidad radical a Dios que se enraizaba en el amor que había sentido de Él.

¿Quién es realmente fiel? Sólo Dios.

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Lo es desde su ser creador, como nos cuenta el libro de la Sabiduría, él todo lo hace por amor, nada hay que no ame y lo sostiene fundamentado en ese mismo amor, sino lo quisiera no lo seguiría ni creando ni sosteniendo. Todo lo que somos lo somos por la fidelidad de nuestro Dios, toda la naturaleza y la vida es puro don de su fidelidad. Ese mismo amor tensiona toda la realidad hacia la plenitud, todo está llamado a la plenitud, en proceso de vida, en clave de salvación. Siempre que Dios actúa en la historia lo hace con carácter sagrado, siempre para salvar y nunca para condenar. Incluso cuando abandona al hombre a su arbitrio pecador lo hacer para curarlo y recobrarlo de nuevo, lo deja marchar para ir a recogerlo y sanarlo con su amor fiel de padre. Toda la historia sagrada es historia de promesas que se cumplen y se renuevan en mayor grandeza y bondad. La misma idea de resurrección nace de la experiencia que tiene el pueblo de Israel de constantemente Dios está a su lado y nunca le abandona, es el Dios de la vida frente a la muerte. Entienden que este Padre no dejará a sus seres amados abandonados en el sheol, en la destrucción de una muerte sin sentido. Esta fidelidad de creación e histórica, de lo divino llega a su culmen en la encarnación, en la humanidad de Cristo.

Jesús y el Padre: “Emmanuel, Dios con nosotros”

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La experiencia fundante de Cristo lo es sintiéndose y descubriéndose hijo amado del Padre: “Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco”. Todo lo que Jesús vive y es lo es por desbordamiento de la fidelidad del Padre en el amor hacia él. Por eso él experimenta que el Padre y el son uno, una sola cosa. Ahí descubre Jesús su propia fidelidad, en la del Padre, él es fiel como el padre es fiel. Solo Dios es bueno, padre, maestro…no llaméis a nadie más así. Abierto a ese amor radical del Padre se identifica como hijo querido y desde ahí vive en fidelidad divina y humana. Jesús es imagen de Dios invisible que nos muestra humanamente la fidelidad de Dios hacia nosotros: “Él hace lo que le ha visto hacer a su Padre, lo que le ha oído, lo que le ha mandado…”

Por eso él:

-Reconoce la creación con don de amor y presencia de la providencia divina, incluso el más pequeños de los pajaritos del campo.

-Experimenta la paternidad divina como comprensión radical de la historia en la que estamos llamados a crecer en la verdadera fraternidad.

- Se identifica con el Reino de Dios Padre y vive para él, pidiéndolo y favoreciéndolo en todos los signos de amor y transformación de la realidad a favor de los más sencillo y los más pobres.

- Ama como el Padre lo ha amado a Él y puede invitarnos a amarnos con la misma fidelidad que lo ha hecho él.

- Amor que se realiza en la fidelidad de la misericordia que es más fuerte que toda posible infidelidad humana. Un perdón sin límites que envuelve en amor radical, de aquel que da la vida por nuestra vida, para que tengamos la plenitud y podamos aspirar a la verdadera felicidad en comunión con él.

- Para remate de su fidelidad se da plenamente en la cruz. No puede haber mayor fidelidad que el da la vida por sus amigos, ese es el que tiene más amor.

Fieles en Cristo

fuente

Sólo en Él podemos ser fieles nosotros. Estamos llamados a creer en El, confiar como lo hizo él en su Padre. Llamados a vivir en su amor y sentido, dejarnos habitar por él. Si Él habita en mí, me hará fiel. He de abrirme a Cristo y él me dará lo que necesito para vivir según su espíritu, en el amor. Se hará posible el mandamiento nuevo de ese amor de Cristo en nosotros, como él lo ha hecho, como él nos ha amado.

En Cristo seremos fieles a la creación: A ella hemos de volver para amarla y agradecerla y así cultivarla y guardarla. Estamos llamados a modos de vida que sean armónicos con la naturaleza, fraternos, de cuidado auténtico para que ella pueda seguir siendo familiar, materna con nosotros. Hemos de volver a su casa con el abrazo del padre y el compromiso pobre y fraterno de Cristo.

En Cristo nos descubriremos como Hijos.  Sí hemos de volver a él para mirarnos como él nos mira, para proyectar nuestra vida desde su mirada profunda y verdadera. Ser como Cristo quiere que seamos, con un yo verdadero construido sobre cimiento firme de verdad y coherencia, fuera de superficialidades y éxitos curriculares que no están llenos de amor verdadero.

Por el camino de la fraternidad. Necesitamos ser prójimos, saber aproximarnos en lo humano, volver a lo humano para tener la paz y la justicia que posibilitan la vida digna de todos los hombres. Estamos hambrientos de este reconocimiento mutuo de hermanos que valora más la fraternidad que la riqueza, hemos de volver a casa rotos por una riqueza que nos deshumaniza y nos deja desnudos en una soledad insatisfecha y deteriorada.

Volver al Padre Dios para poder entender que la fidelidad suya no tiene precio y quiere regalarnos a nosotros su propio ser y su propia verdad para que no sigamos hambrientos y sedientos de justicia y santidad. Llamados al evangelio, a la oración en lo oculto, a la espiritualidad cuidada y profunda donde descubrimos su voluntad y podemos celebrar la vida, siendo agraciados y agradecidos.

Llamados a ser fieles, a la fidelidad que es gracia que tenemos cuando somos habitados por este Cristo del Evangelio que nos enseña a ser hijos del Padre y hermanos de los hombres y de toda la creación. Vivamos agradecidos por el Reino de Dios, porque nuestro Dios siempre es fiel y misericordioso, como nos ha mostrado Cristo.

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