Sin desperdicio, para pensar y orar: Iglesia madre y maestra o hija y discípula Una homilía en pentecostés digna de estudio. Del octogenario Ricardo Cabezas.

Una homilía en pentecostés digna de estudo. Del octogenario Ricardo Cabezas.
Una homilía en pentecostés digna de estudo. Del octogenario Ricardo Cabezas. Jose Moreno Losada

Cada Domingo nos encontramos para tomar un café juntos y celebrar el descanso y la amistad. Ayer Jacinto nos hablaba de la homilía de Ricardo sobre Pentecostés, de la enjundia y la profundidad de la misma. Este sacerdote, ya octogenario, es  referente para mí de una gran formación e inquietud intelectual en el ámbito de la teología, la Palabra y la vida. A pie en su parroquia cada día y firme en el estudio diario, ya más que jubilado pero en discipulado no hay término. Ahí permanece y así son sus frutos. Anoche antes de dormir quise entrar en su guión homilético y me pareció digno de compartirlo y de estudiarlo,  de orarlo con más tiempo, como estoy haciendo en esta mañana del Rocio.  Espero que sea rica para todos vosotros como un verdadero fruto del espíritu de Pentecostés que habla a la Iglesia de Hoy. Yo me siento agradecido de haber contado siempre con su amistad y su ayuda.

ricardo

PENTECOSTÉS (28-V-2023)

1) Gn  11, 1-9 /2) Sal. 103 /3) Hech. 2, 1-11 /4) Secuencia /5) Jn. 20, 19-23

1.- Si queremos entender de modo adecuado Hech. 2, 1-11, tal vez sea necesario recordar un relato mucho más antiguo: El que hemos escuchado en la I lect.; la razón es que Hech. 2, 1-11 está construido en paralelismo antitético con Gn. 11, 1-9:

a) Un único pueblo/Muchos pueblos

  1. b) Una única lengua/Muchas lenguas
  2. c) Nadie se entiende/Todos se entienden

2.- Por esta “diversidad-unidad” aquella comunidad naciente (paradigmática para los siglos posteriores, también para el nuestro) se autocomprende, como decía san Máximo el Confesor (580-662)[1] (y recoge un gran teólogo ortodoxo contemporáneo)[2] como una comunidad “syndiairoumene”, es decir, “unida en y a través de la diversidad” por la acción del Espíritu de Jesús; y por ello

a) Vive la pluralidad-diversidad como gracia

  1. b) Y en ella cada uno puede “escuchar en su propia lengua” (I lect.)
  2. c) Permaneciendo unida en la misma fe

3.- Sin embargo (y bien lo sabemos todos) esta experiencia festiva de la libertad no siempre permaneció viva en el seno de esa “Iglesia syndiairoumene”; pues, con el paso del tiempo, comenzó a hacerse poderosa y fuerte y

  1. a) Creyó que ya no necesitaba al Espíritu y se autoproclamó “madre y maestra”
  2. b) Olvidando que ella siempre tendrá que ser “hija y discípula”
  3. c) Y cuando sucedió esto, al igual que aconteció en Babel,

* Terminó por imponerse una sola lengua

* ... y por no entenderse la gente entre sí

* Y se acabaron la diversidad, la libertad... la fiesta

* Y pentecostés dejó de ser “re-cord-ado”; a lo más, sólo era “memori-zado”

4.- ¿Qué puede decirnos esto hoy y aquí? ¿qué modelo de Iglesia y de comunidad parroquial nos invita a que construyamos? No lo sé; y, además, tal vez no sea demasiado fácil encontrar la respuesta adecuada; aunque, quizá, una aproximación a una respuesta podría ser lo siguiente:

4.1.- Movidos por el Espíritu tendríamos que ser una Iglesia plural

a) Lo que es posible que genere en nosotros inseguridad y desconcierto

  1. b) Pero la ruptura de la uniformidad enriquece la vida humana y las relaciones intraeclesiales (cf. Hech. 15, 1-31)
  2. c) Pero, si somos una Iglesia monolítica e inquisitorial, ¿podríamos ser “la Iglesia de Pentecostés”?

4.2.- Movidos por el Espíritu, tendríamos que ser una Iglesia abierta

  1. a) Capaz de superar los miedos que nos llevan a ser una Iglesia “con las puertas cerradas por miedo a...” (Jn. 20, 19)
  2. b) Capaz de superar los miedos que nos llevan a ser una Iglesia-refugio ante una sociedad que considera/mos enemiga
  3. c) Pero, si somos una Iglesia a la defensiva, incapaz de “dia-logar” y de “co-loquiar” (cf. ES, 49) con el mundo, ¿podríamos ser “la Iglesia de Pentecostés”?

4.3.- Movidos por el Espíritu, tendríamos que ser una Iglesia acogedora

  1. a) No sólo de aquellos que no nos generan problemas e inquietudes
  2. b) Sino también de aquellos otros que no piensan, ni hablan, ni actúan como a nosotros nos parece el modo correcto
  3. c) Porque si no somos una comunidad acogedora, por muy bien organizados que estemos, ¿cómo podríamos ser “la Iglesia de Pentecostés”?

5.- Y es que si nuestra Iglesia (nuestra comunidad parroquial) no se sitúa/no nos situamos en la sociedad de este modo, ¿podríamos ser y llamarnos la comunidad de discípulos de Jesús, que se deja llevar por el Espíritu?

6.- Tal vez, ser una Iglesia plural, abierta y acogedora, al servicio del mundo, es la misión que tenemos y que nos recuerda todos los años la fiesta de Pentecostés, que hoy estamos celebrando: Eso es quizá evangelizar

7.- Creo que, aunque sea poco a poco, hemos dado ya bastantes pasos y deseamos seguir caminando por esta senda; vamos, pues, a celebrarlo

[1] Máximo el Confesor: Myst. 2 (PG, 91, 668C-669A).

[2] Zizioulas, I. D.: El ser eclesial, Ed. Sígueme, Salamanca, 2003, 234.

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