La "catedral de los Kikos", para los amigos Antonio Aradillas: "La Almudena y la catedral de Madrid"

Catedral de La Almudena
Catedral de La Almudena

"Acerca del nombre de la Almudena, son muchas las teorías existentes. Todas ellas coinciden en que, de tiempos devota y soberanamente antiguos, la imagen de la Virgen con tal advocación fue muy venerada en la que después habría de ser "capital de las Españas"

"Es de interés la cripta, espectacular y de estilo neo románico, con 400 columnas y 20 capillas en las que se entierran condes, marqueses y duques, gracias a las limosnas y pingües aportaciones – compras, de sus familiares"

"Del edificio nuevo de la catedral de 'Nuestra Señora Santa María la Real de la Almudena', -la 'Catedral de los Kikos', para los amigos-, apenas si hay algo que destacar y llame la atención"

Acerca del nombre de la Almudena, son muchas las teorías existentes. No obstante, todas ellas coinciden en que, de tiempos devota y soberanamente antiguos, la imagen de la Virgen con tal advocación fue muy venerada en la que después habría de ser “capital de las Españas”.

Entre tantas teorías de su procedencia etimológica, se recoge la de quienes aseguran que su origen se halla en los términos latinos “alma” y “dona”, que querría decir “santa señora”. Otros van aún más lejos y colocan el punto de referencia en el dato no constatado de la existencia de un lugar en el que se apareciera sobre un templo pagano con reminiscencias egipcias, dedicado a “Sérapis” relacionado con el bíblico José, Patriarca del Antiguo Testamento, intendente del Faraón, que a veces es representado con una medida para granos en sus manos, como testimonio de haber salvado a los egipcios de las calamidades de las “Siete Plagas”.Tal medida de áridos se identifica con “almud”, aunque salta a la vista qu esta es palabra de origen árabe.

En la muralla, o “almudayna”, en la que apareció la imagen de la Virgen madrileña, colocan otros -los más- la razón de ser de este nombre. Los términos árabes “alhóndiga” y “almudín”, le confieren a la imagen, según reconocen otros, ciertas características y circunstancias que avalan la oportunidad de tal advocación. Con imaginación desbordada, desarrollan todas y cada una de las sílabas de “al-mu-de-na” con remembranzas y procedencias del hebreo, del latín y del árabe, hasta obligarle a significar “Mater Dei” o “Madre de Dios”.

El gran Lope de Vega hace poética referencia al origen remoto de la imagen de la Virgen, con este verso: “que la sagrada imagen que tenía/ desde el principio de la fe sería”.

Y es que, tal y como asevera la piadosa tradición, de la que hay constancia además en las correspondientes inscripciones “Es antiquísima tradición, que cuando el apóstol Santiago vino de Jerusalén a predicar a España, trajo la milagrosa imagen que hoy llaman de la Almudena, a esta coronada Villa de Madrid y la colocó en esta iglesia, en compañía de uno de sus discípulos, llamado Calócero, o Calógero, que fue el primero que predicó en ella, el año del Señor 39. Es la primera que adoró esta Villa y por la misma tradición se afirma que fue labrada viviendo Nuestra Señora, por san Nicodemus, y colorida por san Lucas, como consta de muchos autores” .

Muralla y catedral

La historia legendaria sigue su curso milagrero y refiere que el templo al que aquí se hace referencia, de pequeñas proporciones, fue ampliado en tiempos del emperador Constantino “El Grande” y aún más en los del rey Alfonso VI, conquistador de Toledo y Madrid. Pero había ocurrido que los cristianos, ante el temor de que la imagen fuera profanada por los moros, la escondieron en un muro cercano, no olvidándose de colocar ante ella un par de velas encendidas, sin dejar apertura alguna para no ser jamás descubierta. En tal lugar, y desde el año 714, permaneció encerrada la imagen, hasta que en el 1083, en tiempos de Alfonso VI, fue milagrosamente recobrada.

Deseoso este rey de restablecer su culto en la antigua iglesia de Santa María, convertida por los moros en mezquita, organizó una impresionante procesión en la que participaron el mismo rey de Castilla, el de Aragón y Navarra, Don Sancho, los infantes don Fernando, Cardenal, y don Martín, junto con don Bernardo de Agén y otros obispos, abades y señores de la nobleza, entre los que reclama mención especial el mismo Cid Campeador. Después de 300 años, fue, por fin, celebrada la santa misa en la que fuera la primera iglesia.

Sigue fantaseando la tradición que, como no había referencia todavía del hallazgo de la imagen de la Virgen, en la Capilla Mayor se pintó otra imagen, a la que colocaron una flor de lis en su mano, tal vez obsequio de la reina doña Constanza, hija de Enrique I de Francia, que fuera después, y sigue siendo, invocada como Nuestra Señora de la Flor de Lis. Pero como el rey Alfonso había prometido encontrar la primera imagen, al llegar la procesión por fuera de la muralla, a la Cuesta de la Vega, invocando todo el pueblo a la Virgen, esta apareció al romperse por sí solo el muro, teniendo todavía encendidas las dos velas, en medio del intenso alborozo popular. Personalmente el rey Alfonso la declaró patrona de Madrid, con el título de “Santa María la Real de la Almudena”.

Lope de Vega describe los hechos con lenguaje poético, en la octava siguiente: “Madrid, por tradición de sus mayores,/buscan su imagen con devota pena/, donde los africanos vencedores,/tenían de su trigo el Almudena;/ el muro produciendo varias flores,/ por los resquicios de la tierra amena/, con letras de colores parecía ,/ que les mostraba el nombre de María”.

El Romancero rememora la activa, patriótica y gloriosa participación de don Rodrigo Díaz de Vivar en tan soberano y piadoso evento guerrero y, ente otros, le dedica estos versos grandiosos:”Suena un rumor placentero/ entre el vulgo de Madrid/: No habrá mejor caballero/ dicen, en el mundo entero,/ y algunos le llaman CID”.

Los monarcas españoles fueron todos muy devotos de esta imagen y advocación de la Virgen a la que solían visitar las reinas en el último mes de sus embarazos. Su imagen fue reproducida por los mejores pintores de la Corte... El año 1646 los regidores de la Villa de Madrid acordaron por unanimidad, lo siguiente: ”Esta Villa vota la asistencia a la festividad de Nuestra Señora de la Almudena …perpetuamente, para siempre jamás, esperando que este servicio le será muy agradable a la Santísima Virgen y puede esperar muy buen suceso a su intercesión para las armas de Su Majestad y bien público de esta Villa”. Tal acuerdo se cumplió a la perfección hasta 1936

Aunque con ocasión de la Guerra Civil fueron muchas las imágenes profanadas, y aún desaparecieron de los templos de Madrid, la de la Almudena no sufrió quebranto ni desconsideración alguna. A la terminación de la guerra pudieron contemplar cómo la imagen de su Patrona permanecía en la cripta de la catedral, en el mismo sitio en el que había recibido culto hasta entonces, aunque con una cuerda atada a su cuello como para ser derribada. No obstante, a sus pies había un cartel en el que se leía lo siguiente: “¡Respetadla!”

Hoy preside la nueva basílica-catedral de Madrid, en cuya consagración intervino el mismo papa Juan Pablo II. Entre otros, la Virgen de la Almudena luce los títulos de “Regidora Mayor” y de “Capitana General con mando en plaza” y uno de los ejemplares más apreciados de la actual repostería madrileña se denominado “Corona de la Almudena”.

La imagen actual parece tallada en el siglo XVI, aunque hubo otra anterior. Es de pino soriano, con remembranzas a que la primitiva había sido tallada en madera de cedro, procedente del Líbano. Se dice que dentro de la imagen actual, obra tal vez de Diego Copín de Holanda, o de la escuela de Siloé o de Berruguete, se encuentran los restos de la primera.

"La Plaza de la Armería"

De lo que merece especial atención artística dentro del edificio nuevo de la catedral de “Nuestra Señora Santa María la Real de la Almudena”, -la “Catedral de los Kikos”, para los amigos-, apenas si hay algo que destacar y llame la atención. Las obras se iniciaron el año 1883, a trompicones, a plazos y con fluctuantes e interesadas “limosnas” personales e “institucionales”, con lo que la armonía y el gusto estético, místico y eclesiológico se resienten y fallan nada, por poco educadora de la tarea-ministerio de la educación de la fe. El altar de Santa María la Real, el retablo de la Virgen en la capilla del Santísimo y la dedicada a san Isidro Labrador y a su esposa santa María de la Cabeza, en la girola del templo, no debieran pasar desapercibidos, al igual que el órgano monumental. De las vidrieras es preferible no insinuar juicio alguno. Que cada visitante lo haga por su cuenta y riesgo.

Es de interés la cripta, espectacular y de estilo neo románico, con 400 columnas y 20 capillas en las que se entierran condes, marqueses y duques, gracias a las limosnas y pingües aportaciones – compras, de sus familiares. El museo catedralicio merece pormenorizada atención.

Discutible por demás fue el lugar elegido para la construcción de la catedral, que a muchos, y con toda razón, les da la impresión de ser parte del suntuoso edificio del Palacio Real o dependencia mutua en cualquiera de sus direcciones, con la “Plaza de la Armería” por medio.

Significativo resulta el dato de que la “visita” turística a la catedral pueda incluir la subida a su mirador, no solo para contemplar su cúpula luminosa, sino para disfrutar del fantástico panorama que se ofrece de la ciudad y alrededores, con visión de 360 grado. Esto no obstante, tener que “pasar” por la visita a toda una catedral como la de Madrid, para contemplar panoramas, no parece ser propiamente litúrgico y pastoral, aunque la ecología ayude en tan piadosa y sacrosanta tarea…

“¡Madrid, Madrid, /altas torres,/ Villa gentil¡”.

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