Inmensa fortuna

El virus, desgracia odiosa e inolvidable, abismo de dolor, fuente de gemidos lúgubres e infaustos, saquea nuestra generación heroica, la que renunció a todo para que a nosotros no nos faltara de nada, la que vivió más por nosotros que por vosotros, la que convivió con el miedo, vacía las casas de corroídas y recatadas frentes, las llenas de lamentos y hace de nosotros presa del horror. Este pozo de infortunio hiere, abre y machaca el pecho. Si, triple dolor. No acompañaros en vuestra enfermedad, no poder despediros y no poder enterraros porque los templos han sido cerrados y los altares inutilizados. Inmensas son las penas, que nos alcanzan en estos momentos y, sospechamos, que seguirán rondándonos por largo tiempo. Insensatez y locura sin remedio las de aquellas mentes mohosas, huecas de humanidad que por vuestra edad os niegan el derecho a seguir viviendo. Fortuna inmensa fue la nuestra haberos tenido, a ti padre, que no dormías por cuidar los terneros, y a ti madre, que no dabas descanso a la rueca.

Volver arriba