Para Trías la nada, expresión de la disyunción entre el ser y el límite, puede pensarse como el vacío radiante o la nada ultrasagrada del pensamiento místico. El límite tiene siempre como referencia lo que le excede y desborda: el misterio de su propio más allá, impenetrable, también, para la razón. Al intento de vincular al hombre con lo que está más allá del límite se llama religión que, a través de la mediación simbólica, permite revelar algún fragmento del enigma: la impotencia del hombre ante los poderes superiores. [Por la fe], la religión concede crédito existencial a lo que se revela en el símbolo. El límite es, pues, el lugar de la experiencia fundadora de sentido. La verdad para Trías tal vez sea el respeto al límite entre lo que puede aparecer y lo que debe permanecer oculto. La fiesta es un tiempo propicio para descorrer el velo detrás del cual se oculta el misterio [, por ejemplo, el misterio de la Navidad].