Misa con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo Cañizares alienta a evitar la “carencia de humanidad” con los enfermos y recuerda que son “el testimonio más elocuente del amor de Dios”

Cañizares alienta a evitar la “carencia de humanidad” con los enfermos y recuerda que son “el testimonio más elocuente del amor de Dios”
Cañizares alienta a evitar la “carencia de humanidad” con los enfermos y recuerda que son “el testimonio más elocuente del amor de Dios” A. Saiz/Avan

“Jesús mira a la humanidad herida, traspasada por el dolor y el sufrimiento, con ojos que ven porque miran profundamente, no con indiferencia sino que se detienen y abrazan a cada uno en su condición de salud, sin descartar a nadie, para cuidarlos”

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha destacado hoy que en la forma de tratar la enfermedad y el sufrimiento  “a veces se percibe una carencia de humanidad” y por ello es importante “el modo de acercarse y cuidar a las personas enfermas” que son los que “en gran medida llevan la Iglesia, porque están unidos singularmente a la Cruz de Cristo” y constituyen “el testimonio más elocuente del amor de Dios”.

En la misa celebrada esta mañana, con aforo restringido, en la Basílica de la Virgen de los Desamparados, con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo y festividad litúrgica de la Nuestra Señora de Lourdes, el titular de la Archidiócesis ha pedido por todas las personas enfermas, especialmente por las que sufren a causa de la pandemia.

“A todas las personas que padecen en el cuerpo y en el espíritu Jesús les dice que acudan a Él y les promete alivio y consuelo. Se lo dice a personas sencillas que encuentra en el camino, que siempre le han seguido, y escuchan su Palabra que da la esperanza. Y esperanza sigue dando hoy en tiempo de pandemia”, ha destacado.

Nueva dimensión del sufrimiento

Precisamente a esos “hermanos que sufren en el espíritu y en el cuerpo”, el Cardenal les ha pedido “no ceder ante la tentación de considerar el dolor y el sufrimiento como una experiencia únicamente negativa, pertenecen a la condición del hombre. Sin embargo en Cristo, muerto y resucitado, la humanidad descubre una nueva dimensión de su sufrimiento, y constituye una ocasión para dar testimonio de fe y amor”.

Procesión de las antorchas en la basílica
Procesión de las antorchas en la basílica A. Saiz/Avan

En esta Jornada Mundial del Enfermo “Jesús dirige una invitación a los enfermos, que saben que dependen completamente de Dios y necesitan ser curados, aliviados al menos y siempre cuidados”, ha señalado el Arzobispo, que ha recordado que  “Jesucristo, a quien sufre angustia por su dolor, ofrece su misericordia, compañía, su cuidado, es decir, su persona salvadora”. 

“Jesús mira a la humanidad herida, traspasada por el dolor y el sufrimiento, con ojos que ven porque miran profundamente, no con indiferencia sino que se detienen y abrazan a cada uno en su condición de salud, sin descartar a nadie, para cuidarlos”, ha precisado el Cardenal, que ha añadido que “como Jesucristo, sólo quien vive la experiencia de sufrimiento sabrá ser consuelo y cuidador para los demás”. 

En la misma línea, el Arzobispo ha explicado que las formas graves de sufrimiento son “las enfermedades incurables y crónicas, las patologías psíquicas, las que necesitan rehabilitación o cuidados paliativos, las diversas discapacidades, las enfermedades de la infancia y de la vejez, entre otras” y en esas circunstancias “a veces se percibe una carencia de humanidad”.

Consuelo y cercanía

Por ello es importante “el modo de acercarse al enfermo, de cuidarlo, de cuidarnos, añadiendo una recuperación humana integral”, ha recalcado el Cardenal, que ha indicado que “durante la enfermedad, la persona, además de tratamiento, espera recibir apoyo, atención, cuidado humano y fraterno, en definitiva, amor, y cuando en la familia hay alguien que sufre, pide consuelo y cercanía, que nos cuidemos unos a otros”.

Procesión con la Virgen de Lourdes
Procesión con la Virgen de Lourdes A. Saiz/Avan

En la homilía, el Arzobispo ha instado a los enfermos y a sus familias y cuidadores a “saber encontrar en el amor el sentido salvífico de vuestro dolor” y ha reiterado que “es necesario poner nuestra confianza en Jesús para que entre y cambie nuestra vida, nuestra forma de ser y actuar, para cuidarnos de verdad unos a otros”.

Por último, ha explicado que “el cumplimiento del camino que nos marca el Señor es el cumplimiento de su voluntad, es decir, de la caridad, de compartir con los que sufren la enfermedad y el dolor, el acompañamiento y el cuidado. Es la hora de hacernos cercanos y solidarios con los que sufren, de compartir fraternalmente con ellos, con los enfermos. Estamos con vosotros, estoy con vosotros”. 

Procesión claustral en la Basílica

La misa, retransmitida por la Ocho T.V., ha sido concelebrada por el obispo auxiliar de Valencia monseñor Arturo Ros; el consiliario de la Hospitalidad Valenciana de Nuestra Señora de Lourdes, Juan Antonio Navarro; y el delegado episcopal de la Pastoral de Enfermos y Mayores, Luis Sánchez. Igualmente, ha tomado parte en la celebración una reducida representación de la Hospitalidad y del personal sanitario. 

Antes de concluir la misa, ha tenido lugar una “procesión de las antorchas” claustral,  con la imagen de Nuestra Señora de Lourdes por el interior de la Basílica, recordando la tradicional procesión que se celebra cada año en la Catedral, suspendida a causa de la pandemia.

Misa con los enfermos
Misa con los enfermos A. Saiz/Avan

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