El "Pacto de Oriza" de Cajasur y Unicaja
No es difícil intuir que la decisión de la Iglesia -de monseñor Asenjo y Santiago Gómez- ha sido complicadísima. Con la certeza de que se estaba ante el precipicio de los pasos que ya no tienen retorno posible. Con un compañero de viaje hábil y depredador como Braulio Medel. Las garras de los socialistas en el cogote. Con los inconvenientes del especial tempo eclesiástico, el temor de lo desconocido, de no dominar las nuevas situaciones, y ser un actor más en el escenario que está por venir. Pero, casi con el convencimiento (ha costado) de que no había otra alternativa, salvo esperar a que el Titanic terminara de hundirse mientras que la orquesta seguía tocando. La urgente obtención de liquidez a mansalva para sortear el KO hubiese sido una angustia semanal mirando al Consejo de Ministros de los viernes y aguardando la caída del dedo. Porque la Caja, no estaba bien.
El día que Medel se enteró del viaje a Roma de Asenjo y Gómez, este banquero del siglo XIX supo que todo debía precipitarse y que la Iglesia intentaría resistir. Era la última oportunidad para este auténtico hombre de finanzas que, dicen los expertos que le conocen, llevaba años preparando esta operación de fusiones. Sólo había que mirar en los balances de Unicaja. En las provisiones exageradas de riesgos cuando todas las demás cajas andaban en el festín del ladrillo -¿cómo es que Unicaja no se enladrilló estando en plena Costa del Sol?- . Calculador, frío, influyente y ejemplar. Medel sabía que tenía hasta el 16 de agosto para activar lo que a Chaves se le había resisitido una década entera. Eso sí, sin esta lorquiana crisis desbocada.
A Medel se le agotaban sus plazos como presidente el día 16 y sólo tenía la salida de una fusión, que no absorción, para prorrogar dos años transitorios camino de otra entidad, otro consejo y otra presidencia: la quinta caja, de momento, de España. Con la absorción, los órganos de Unicaja no cambiaban por lo que debían renovarse... o morir. Si Cajasur no quería, al menos Caja Jaén dilapidaba el final de infarto, y lo demás sería cuestión de tiempo. De poco tiempo, por cierto.
Cuando el «Pacto del Oriza» se ponga en negro sobre blanco y a la criatura financiera le salgan los dientes, sabremos si los versos de Alberti eran o no premonitorios. Si «Medelsur», como debería llamarse realmente la nueva caja, acabará diluyendo las garantías logradas, en principio, por la Iglesia. Si el staff ejecutivo pactado, tendrá un «contra-staff», y si en la estrategia global de una Caja de Champion League como será ésta tendrán cabida las decisiones locales de Cajasur, tan trascendentales para una economía como la de Córdoba hasta ahora. Su gran valor: la fidelidad de impositores y empresas, el pasivo y activo al que, por ahora, pocos o ningún dato y garantía pública se le han dado.
De momento, sólo hemos tenido noticias de otras garantías: las de la Iglesia y Medel; el PSOE y su juguete financiero, las del PP para que Murcia no se lleve el poder y a Nieto no se le quede huérfana la Alcaldía en 2011; las de la Diputación pidiendo su cacho de tajada o los silencios de IU y el alcalde de Córdoba, al que ya todo le parece bien. Desde luego, padrinos no faltarán en el bautizo.
Francisco J. Poyato Director de ABC Córdoba
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