Las razones del "Tamayazo"

Saltó la sorpresa. Relativa, pues desde estas páginas veníamos apuntando la posibilidad de que José María Gil Tamayo estuviera entre los candidatos a la Secretaría General y Portavocía del Episcopado. Ahora que ha resultado elegido les puedo confesar que, desde el viernes, José María -buen amigo, con el que hemos compartido momentos especialmente emotivos, tanto en lo personal, como en lo profesional. El último, hace ahora ocho meses en Roma. Él sabe de qué hablo- no me coge el teléfono. La sospecha, hoy, se convirtió en confirmación.

Es un buen nombramiento. Sin paliativos. Por varias razones: la primera, porque José María Gil es un experto en medios de comunicación, y sabrá lidiar con la prensa como nadie. La segunda, porque sin duda, es la "cara" de Francisco en España. Los que le acompañamos durante el Cónclave y compartimos con él confidencias y emociones, sabemos de lo que hablamos. La tercera, por el resultado de las votaciones, que demuestran a las claras que el aire de Roma comienza a entrar en la calle Añastro.

Se discutirán muchas cosas de José María Gil, muchas de ellas con base. Pero decir que el hecho de que pertenezca al Opus Dei garantiza el continuismo y el ser un "hombre de Rouco" resulta falso de toda falsedad. Entre otras cosas, porque hemos asistido a una grandísima derrota, probablemente la más evidente, de los últimos veinte años. Incluso más clara que el momento en el que el cardenal de Madrid no fue reelegido por un voto. En ese momento, Rouco Varela contaba con una cincuentena de votos, a punto de los dos tercios. Ahora, la derrota de su candidato de ultimísima hora, César Franco, es rotunda: apenas doce votos.

Y más el cómo se produjo. Como publicamos, el "tapado" de Rouco Varela era Fidel Herráez. Y Rouco apostó todo por su designación. Incluyó en su terna -con el aval de un Comité Ejecutivo que también se ha retratado, aunque en él Gil Tamayo ha contado con su principal valedor- a dos de sus obispos auxiliares y a José Rico Pavés. Pero el mismo lunes se vio que las cosas se habían torcido, y definitivamente.

Fuera de la Permanente, más de una decena de obispos presentaron otras dos candidaturas: Ginés García, el obispo de Guadix, y José María Gil. Y Fidel Herráez, rotundo, retiró su nombre. No quiere quemarse: considera que no lo merece después de tantos años. Rico Pavés ya estaba más que quemado, y César Franco, obediente y sumiso, no pudo menos que aceptar.

El resultado no deja lugar a dudas. En primera votación, con 48 votos, elegido José María Gil Tamayo. Con 17, Ginés García Beltrán. Con apenas 12, César Franco. El papelón que ha jugado este mediodía Isidro Catela, intentando explicar que Camino -que no acompañará a Gil Tamayo en su presentación mañana, algún día hablaremos de los "cadáveres" que ha ido dejando el ya ex portavoz, algunos de los cuales, como vemos, gozan de muy buena salud- renunció voluntariamente a su cargo, pues le corresponderían seis días más, no es sino una muestra más del canto del cisne.

Se avecinan nuevos tiempos, no sólo de cara a una mejora de la imagen de la Iglesia española cara al exterior. También, en el futuro de los medios propiedad de la Iglesia -Gil Tamayo es consejero en Cope, y no precisamente de los más afines a la actual línea de la televisión episcopal-. Y, evidentemente, a la hora de buscar sustituto a Rouco Varela en la Conferencia Episcopal. Los obispos, al fin, se han sentido libres. Y han emitido un voto rotundo. Le pese a quien le pese. En Roma, el resultado se recibió con alborozo en tres despachos: en la Oficina de Prensa, en la Casa Santa Marta y también, por qué no decirlo, en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.


PD: Junto a esta buena noticia, les informo, con pesar, del fallecimiento del escritor y compañero de tareas en RD, Francisco Asensi. Descanse en paz.
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