La distorsión de la historia de la investigación sobre Jesús (III)

Hoy escribe Fernando Bermejo

En un post anterior llamé la atención sobre el carácter ilegítimo de la noción de “Old Quest”. Pero esto no es, ni mucho menos, lo más grave (y divertido) que uno encuentra en el modelo (pseudo)historiográfico prevaleciente hoy para explicar la historia de la investigación sobre Jesús. En efecto, el segundo postulado dice que entre la obra de Schweitzer de 1906 y la denominada “New Quest” (cuyo inicio se fecha en 1953) no hubo investigación histórica reseñable sobre Jesús, hasta el punto de que la primera mitad del s. XX es definido con todo desparpajo como un período de “No Quest” o “ausencia de búsqueda”.

A cualquier persona que conozca la historia de la investigación le es necesario frotarse varias veces los ojos antes de creerse que alguien con dos dedos de frente pueda haber enunciado tamaño disparate. Pero por si algún lector desconfiado prefiere intentar convencerse de que mi descripción de la actual historiografía no es correcta, antepongo a mis observaciones algunas citas:

“Con Wrede y Schweitzer y la llegada del siglo XX se produce lo que se ha llamado el ‘Colapso en la investigación de la vida de Jesús’ [cita de G. Theissen – A. Merz, El Jesús histórico, Sígueme, Salamanca, 1999, p. 22] que se acentúa con la escuela de la “Formgeschichte” o Historia de las Formas y las tesis de Bultmann, y que duraría hasta 1953” (Antonio Vargas-Machuca, El Jesús histórico. Un recorrido por la investigación moderna, Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 2004, p. 29).

“This non-quest of the first half of the century…” (Esta no-búsqueda de la primera mitad del siglo (XX)…” (S. Neill – T. Wright, The interpretation of the New Testament 1861-1986, Oxford University Press, Oxford, 1988, p. 380).

“For much of the first half of the twentieth century the scholarly quest for the historical Jesus was assumed to be dead (Durante buena parte de la primera mitad del s. XX se asumió que la búsqueda académica del Jesús histórico estaba muerta)” (Ben Witherington, The Jesus Quest. The Third Search for the Jesus of Nazareth, Paternoster Press, Carlisle, 1995, p. 11).

“The scholarly quest was abandoned (La búsqueda académica fue abandonada)” (C. Evans, Life of Jesus Research, Brill, Leiden, 19962, p. 14).

Numerosos exegetas españoles han reiterado la misma idea, refiriéndose igualmente a la primera mitad del s. XX como a un “paréntesis de escepticismo” o al “escepticismo reinante” (v. gr. R. Aguirre, “Estado actual de los estudios sobre el Jesús histórico después de Bultmann”, Estudios Bíblicos 54 (1996), pp. 433-463, esp. p. 435).

Podrían ponerse cientos de ejemplos como estos. Pero si uno no se cree a pies juntillas lo que dicen los exegetas y teólogos convertidos como por arte de magia en historiógrafos y se toma la molestia de revisar las obras de enfoque histórico que sobre Jesús se publicaron entre 1906 y 1953, se encuentra con que apenas hubo un solo año entre esas fechas en que no se publicara al menos un libro académico sobre el tema (y en no pocos de esos años se publicaron varios). Dado que no quiero aburrir a los lectores con la reseña de las referencias bibliográficas completas, me limitaré a mencionar –sin pretensión alguna de exhaustividad– a algunos de los autores que escribieron en esos años. Entre los autores alemanes cabe citar a: P. Fiebig, P. Wernle, G. Kittel, A. Schlatter, G. Dalman, R. Bultmann, J. Jeremias, R. Eisler, H.-D. Wendland, R. Otto, M. Dibelius, W. Grundmann, R. Meyer, J. Leipoldt, W. Michaelis. W. G. Kümmel… Entre los autores británicos y norteamericanos, a: C. G. Montefiore, R. R. Glover, C. J. Cadoux, T. W. Manson, J. Mackinnon, C. H. Dodd, H. J. Cadbury, F. C. Burkitt, A. C. Headlam, C. C. McCown, E. J. Goodspeed, V. Taylor…

Por supuesto, he enumerado únicamente a algunos de quienes escribieron en alemán e inglés. Pero podríamos citar también a relevantes autores franceses. Así, por ejemplo, en 1910 fue publicado en París un libro titulado Jésus et la tradition évangélique. Su autor, que ocupó la cátedra de historia de las religiones en el Collège de France desde 1909 a 1932, se llamaba Alfred Loisy, y en su libro lleva a cabo un análisis sistemático en el que se presenta una reconstrucción de la figura de Jesús (cap. 1), de su enseñanza (cap. 2) y de la reelaboración que la tradición evangélica hizo de ellas (cap. 3).

En 1932 apareció, también en París, La vie de Jésus de Maurice Goguel, una obra de 586 páginas de texto, que es la primera pieza de una poderosa trilogía sobre los orígenes del cristianismo que todavía hoy puede utilizarse con provecho. A pesar del título, esta obra no es una “vida de Jesús” al estilo de las decimonónicas, sino una obra rigurosa efectuada por un historiador consciente de todos los problemas redaccionales de los textos y, además, magnífico conocedor de la historia de la investigación sobre Jesús.

Para no abandonar la ciudad del Sena, en 1933 se publicó el Jésus de Charles Guignebert, una obra que tiene –dejando aparte índices y bibliografía– 665 páginas, y en la que la calidad no va a la zaga de la cantidad. De hecho, los resultados obtenidos no son escasos, y podría demostrarse fácilmente que en su mayoría son refrendados en la más rigurosa investigación contemporánea.

Pero las obras escritas entre 1906 y 1953 no se limitan a tener como autores a alemanes, británicos, norteamericanos o franceses (entre estos podríamos citar también a M.-J. Lagrange). Por ejemplo, nuestros lectores recordarán que en 1922 se publicó en hebreo la obra de Joseph Klausner Yeshu ha-Nozerî. Zemannô, Hayyav we-Toratô, un hito de la moderna investigación judía sobre Jesús, que fue traducida al inglés en 1925, al alemán en 1930 y al francés en 1933.

Por cierto, lo dicho hasta ahora se refiere únicamente a obras publicadas en forma de libro. Si nos refiriéramos a artículos, hablaríamos de varios cientos, si no de algún que otro millar. Así, por ejemplo, en un artículo publicado en 1933, Klausner contó que hasta ese año se habían escrito 400 (cuatrocientos) artículos y reseñas de su libro en una docena de idiomas…

No hace falta decir que muchas de las obras escritas en la primera mitad del s. XX no pertenecen a autores de segunda fila y merecedores de olvido. A menudo hablamos de estudiosos señeros que desempeñaron un papel relevante en la vida cultural de la primera mitad del siglo pasado. Para no referirnos sino a los franceses: de A. Loisy, padre del modernismo, se ha podido decir que en la primera mitad del siglo XX no hubo ningún teólogo católico sobre el que se escribiera tanto como sobre él. Charles Guignebert, respetado historiador, ocupó en el primer tercio del siglo XX la cátedra de historia del cristianismo en La Sorbona. La personalidad intelectual de Maurice Goguel, sucesor de Guignebert en La Sorbona, dominó la historia de la exégesis neotestamentaria de la primera mitad del siglo XX en los países de lengua francesa...

Estos datos bastan y sobran para demostrar que la idea de una “No Quest” no tiene ni pies ni cabeza. Y lo más desconcertante de todo esto es que no es necesario ser un erudito para advertir su carácter absurdo: basta con visitar una biblioteca bien surtida, o incluso echar un vistazo a la bibliografía de uno o dos buenos libros sobre el tema para demostrar que otro de los postulados del paradigma predominante es, pura y simplemente, falso.

Sin duda, algunos de nuestros lectores no saldrán de su asombro al comprobar lo fácil que resulta refutar cosas que tantos repiten como si fueran verdades incuestionables. Pero también estoy seguro de que algunos de nuestros lectores, a pesar de todo, seguirán queriendo convencerse de que el modelo de las “tres búsquedas” es correcto. Muy recientemente, en 2006, un exegeta de habla inglesa (evangélico), de nombre Michael Bird, ha publicado un artículo en la revista Journal for the Study of the Historical Jesus, en el que, empecinándose en reiterar manidos disparates, afirma que, aunque no pueda hablarse de una “interrupción” de la investigación en la primera mitad del s. XX, sí puede hablarse de una “disminución general” (“general decline”) –todo ello sin efectuar el menor análisis comparativo para justificar su aseveración–. Hay quien siempre se empeña en defender lo indefendible.

En 1999, un estudioso norteamericano, W. P. Weaver, publicó un libro titulado The Historical Jesus in the Twentieth Century 1900-1950, Harrisburg: Trinity Press International 1999, que a lo largo de 449 páginas trata monográficamente sobre la investigación histórica sobre Jesús en la primera mitad del s. XX. Una década después, exegetas y teólogos del mundo entero siguen enseñando (o dando por sentado) en libros, artículos, conferencias, blogs y cursos de verano que en la primera mitad del s. XX no hubo investigación reseñable sobre Jesús. Abstengámonos por el momento, piadosamente, de más comentarios.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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