Como nota Fitzer, crucificar a Jesús no fue un error de la justicia humana, no fue una lamentable equivocación de la ley. "La visión de Pablo, que como fariseo proviene del concepto de la ley, puede enteramente interpretarse con las palabras de los judíos según Juan 19, 7: "Nosotros tenemos una ley, y conforme a la ley debe morir"
Según Pablo, ser seguidores de Cristo es sumarse al hecho hitórico llamado Jesucristo, incorporarnos al poscrito Jesús: "¿0 acaso ignoráis que cuentos hemos sido inmergidos en Cristo Jesús, es en su muerte en lo que hemos sido inmergidos?" (Rom 6, 3), y todo cristianio debe decir como Pablo: "Por medio de la ley he muerto yo a la ley, para vivir para Dios: Con Cristo he sido crucificado" (Gál 2, 19). Para liberarnos de la ley, se necesitaba que la ley crucificara a Jesucristo ante nuestos ojos.
Por eso les dice Pablo a los Gálatas tentados de volver a buscar la justicia por la ley: "Si por la ley es la justicia, entonces Cristo murió en vano. Ah gálatas insensatos, ¿quién os hechizó a vosotros ante cuyos ojos proscribieron a Jesucristo crucificándolo?" (Gál 2, 21 s). Para libertarnos de la ley, repito, se necesitaba que la ley crucificara a Jesucristo ante nuestros ojos; sólo así entenderíamos que la justicia no viene por la ley.
Por eso dice Pablo que él no tiene otra cosa que predicar a Cristo crucificado (1 Cor 1, 23); eso basta para subvertir el orden de este mundo; basta que nos sumemos al hecho histórico llamado Jesucristo: "Ahora nos hemos liberado de la ley muriendo para aquello que nos tenía prisioneros" (Rom 7, 6); es lo que decía en Gál 2, 19): "Por la ley he muerto yo a la ley...con Cristo he sido concrucificado".
Pero para que haya conversión hemos de darle todo su radicalismo ilimitado al hecho de que, resucitando al proscrito Jesucristo, Dios "imbecilizó la sabiduría de este mundo"(1 Cor 1, 20). Porque Pablo entiende ese hecho con todo el extremismo ilimitado que en sí tiene, por eso dice: "Cuantos son de las obras de la ley, están bajo la maldición (Gál 3, 10), pero "Cristo nos rescató de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (Gál 3, 13).
Así como el retruque inmanente del desconocimiento de Dios Pablo lo veía dominado desde lo alto por la ira de Dios (Rom 1, 18-32)que en punicíón intrínseca arroja a los hombres en la catarata de las injusticias, de la misma manera Dios se nos revela dirigiendo desde lo alto la crucifixión y resurrección de Jesucristo. Insisto, se nos revela. Porque ahí está todo.
El que es activo en todo ello a los ojos de Pablo, es Dios mismo; sólo si entendemos esa historia humana como acción elocuente de Dios, puede Dios revelársenos hablando por medio de ella...
Al pecado condensado en la historia y en la civilización cuyo eje es la ley se refiere 2 Cor 5, 21. La idea es la misma de Gál 3, 13: "Cristo nos rescató de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición",donde se supone a Dios como supremo agente. "Al que no conocía pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él" (2 Cor 5, 21).
Medio año más tarde Pablo reformuló ese mismo hecho de la crucifixión de Cristo con esas o tras palabras: "Lo que la ley no podía, pues flaqueaba por la carne, Dios, enviando a su propio hijo en semejanza de carne de pecado y en lugar del pecado, destruyó al pecado en la carne, para que el contenido de la justicia de la ley se realizara en nosotros que no caminamos según carne sino según espíritu" (Rom 8, 3-4).
Si no olvidamos la caracterización que la injusticia
le da al "pecado" en Rom 3, 9 para todo el resto de la carta, lo que tenemos en Rom 8, 3-4 y 2 Cor 5, 21 es a Cristo convertido en encarnación de toda la injusticia humana que se ha acumulado en la civilización y en la ley; cuando ante nuestros ojos la ley crucifica como prosquito al único hombre que no conocía pecado, Dios destruye el pecado y la ley para siempre; ahí empieza en la historia la justicia de Dios y termina la "justicia" de la ley.
"Ahora nos hemos liberado de la ley muriendo a aquello que nos tenía aprisionados" (Rom 7, 6), y eso es lo mismo que "morir para el pecado" (Rom 6, 2), pues "el pecado ya no reinará en vosotros porque ya no estáis bajo ley sino bajo gracia" (Rom 6, 14), la razón por la que nos libertamos del reinado del pecado es que nos libertamos del dominio de la ley.
Sólo rompiendo con la civilización de la ley y su fementida (falta de fe)justicia, podemos hacer que empiece en el mundo el eón definitivo de la justicia. Eso es sumarnos al hecho histórico llamado Jesucristo, de ahí que Pablo diga: "para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él (2 Cor 5, 21)
--Ver: José P. Miranda, Marx y la Biblia. Crítica a
la filosofía de la opresión
Ediciones Sígueme 1975
PD. Quiero decir a los lectores que en este libro que seguimos, se habla poco de Marx, sí se le menciona al principio y se le compara a los profetas del antiguo testamento, pero lo que trata el libro es la exégesis bíblica y en ella resalta la justicia social para que todos los ciudadanos del mundo vivan con la misma dignidad. Esa es la voluntad del Dios Bíblico y el evangelio de Cristo.