Nueva Teología Política Europea (curso)

Fotografía de Bonhoeffer
en la portada del libro
Cristianismo y Secularidad
Francisco Margallo Bazago
Capítulo Sexto
Teología y muerte cultural de Dios
(Cont.)
5. Un tiempo de duda y de espera
Por mucho que nos empeñemos en negar la evidencia, la era de la religiosidad masiva pasó hace tiempo y el empeño de reconstruirla sobre los cimientos del pasado es vano. La vida del mundo hoy se desarrolla sobre otros escenarios. Sin embargo, no puede decirse que estemos en una época atea ni anticristiana, simplemente es "post atea" y "post cristiana".
Es como se ha dicho un tiempo de duda y espera, incluso tiempo de incredulidad. Una incredulidad que puede significar retorno a los valores de la vida, búsqueda honesta de lo que realmente vale en la condición humana. Es decir, el cristiano pone en cuestión su fe, para recuperarla purificada y robustecida.
Pero todo ello bajo el signo de la secularización, que es hoy un fenómeno no sólo aceptado, sino facilitado y producido por el mismo pensamiento teológico más serio y responsable . En tal sentido la expresión "Dios ha muerto" utilizada por los teólogos que estamos analizando, puede considerarse cristiana de varias maneras: Porque procede en su mayor parte de teólogos cristianos. A pesar de esta expresión, ellos mismos afirman que se puede pensar y vivir como cristianos. La expresión muerte de Dios tal como ellos la utilizan, empuja hacia el cristianismo en lugar de alejar de él.
¿Qué significa, pues, esta expresión en boca de dichos teólogos?
Puede significar que determinados elementos de la doctrina clásica concerniente a Dios deben excluirse, sobre todo el de la potestad absoluta, en la que se resuelven los problemas y hace frente a las necesidades. Puede significar, como indican las cartas de Bonhoeffer desde la prisión, queDios nos enseña a vivir sin él; que es tiempo de ausencia y oscurecimiento de Dios. O incluso que somos todos idólatras y debemos callar, para que renazca el verdadero Dios.
Hamilton, que es quien contesta a todas estas preguntas, cree que la misma Encarnación de Jesucristo significa de alguna manera muerte de Dios o que los hombres ya no necesitan de los dioses en el sentido de las antiguas religiones. El Nuevo Testamento expresa mejor este concepto con las palabras "Quien vive amando habita en Dios" .
El teólogo católico Claude Geffré también se ha referido a esta muerte cultural de Dios en su libro Un espacio para Dios. Sus teólogos, escribe, buscan reinterpretar esta rara teología en las categorías cristianas de la siguiente manera: Pretenden encontrar en el misterio pascual de la muerte de Dios en Jesucristo la justificación del señorío del hombre sobre sí mismo y sobre el mundo. Jesús habría suprimido al Dios Todopoderoso del Antiguo Testamento y en su lugar estaría ahora el hombre.
En consecuencia, la cruz de Cristo no significaría tanto la liberación del pecado como la liberación del hombre frente a Dios. No obstante, esta teología seguirá siendo cristiana, porque conserva la referencia a Cristo servidor del hombre hasta su muerte .
Se busca, en definitiva, otra imagen de Dios, porque ésta cambia con la cultura de cada época, de ahí que los teólogos sensibles a la secularidad vean necesaria su revisión y actualización de manera continua. De lo contrario, la imagen de Dios que fué válida en una época, corre el riesgo de convertirse en ídolo en otra y negar su misma realidad. Esto está sucediendo hoy y eso explica en buena medida el ateísmo de nuestro tiempo. Así lo reconoce el Vaticano II (GS 19).
En este sentido hay que decir que la teología y la Iglesia no supieron llegar a tiempo en el cambio de la visión de Dios en el período posilustrado. Cuando el hombre llega a su mayoría de edad con la Ilustración, el fenómeno religioso cambia radicalmente y hace su aparición el ateísmo moderno que arrastramos. Por tanto, el mejor sevicio de la teología actual a la fe cristiana es su actualización. "El cristianismo debe cambiar o morir", ha dicho un obispo anglicano.
La autonomía que ha conseguido el mundo respecto a las leyes divinas que regían en la antiguedad, es la que exige este cambio. Pero lo más urgente de todo es pensar de nuevo la relación de Dios con el mundo natural, con la subjetividad y la historia que viven los hombres, porque al mundo ahora se le considera regido por leyes propias sin intervencionismo divino alguno. Tampoco el hombre y su historia interhumana aceptan cualquier imposición que no dé razón de sí misma ni la legitimación religiosa de situaciones sociales injustas. Urge asimismo cambiar la imagen de un Dios rival o enemigo del hombre, así como el anacronismo y la incoherencia de algunas interpretaciones de la fe .
La muerte de Dios constituye para los teólogos del tercer mundo, la variable de la anulación del hombre en esos países. Este presupuesto parece recorrer el cuerpo de la teología latinoamericana de la liberación. El reto a la fe cristiana, para estos teólogos, no viene tanto del increyente, como del no hombre, es decir, de aquel a quien el orden social existente no reconoce como hombre, porque le despoja continuamente de su condición humana.
Enrique Dussel se remonta a la época colonial para hablar de esta situación religiosa: "Dios no ha muerto, quien ha sido asesinada es su epifanía: el indio, el africano, el asiático, y por ello Dios no puede ya manifestarse...Para poder decir con Nietzsche "Dios ha muerto", era necesario antes matar a su epifanía: al indio, al africano..." .
José Aguirre observa que Jesús fue ajeno a una teología de la muerte de Dios y esta expresión le parece al teólogo vasco equívoca e inoportuna. Con todo, cree que Jesús transgredió el orden religioso que sustentataba la imagen convencional de Dios en su época. No le importaban los ritos ni los preceptos del sábado ni el templo, sino la vida y el bienestar de todas las criaturas. Tampoco cree que si Jesús volviera hoy sería ateo como se ha dicho, porque Dios era el centro de su vida y volvería a serlo.
Pero su fe en Dios fue y volvería a ser radicalmente vital y "política", cercana a la vida de los hombres y solidaria en sus sufrimientos. Por eso fue condenado a muerte de cruz. "Su cruz significa la autonegación de un Dios separado de los hombres y la manifestación de un Dios absolutamente solidario con la causa de la vida y con la causa de los últimos" .
Bibliogarfía
F. Vittorino, AA.VV. La muerte de Dios. Cuadernos para el diálogo Madrid 1968.
W. Hamilton "Qué es la muerte de Dios?", en AA.VV. Cuadernos para el diálogo.
C. Geffré, Un espacio para Dios, Narcea Ediciones, Madrid 1971
A. Torres Queiruga. "La imagen de Dios en un mundo secular" AA.VV 10 palabras clave sobre secularización, Verbo Divino 2002.
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Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
Ed Tirant Lo Blach, Valencia 2007
Por Francisco Margallo
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¿Os habéis percatado de que con la expresión de la muerte de Dios
lo que se pretende es devolverle a Dios su verdadero ser? ¿Creéis inoportuna o innecesaria esta teología?
¿Habéis llegado a la conclusión de que estos teólogos son muy radicales o no son creyentes? ¿Qué expresión os parece más radical y que hay que evitar?
¿No somos los cristianos los que hemos creado esta falta de increencia en el mundo actual? ¿Cómo y por qué?
¿Es culpable La Iglesia? ¿Por qué? ¿Creéis que no ha sabido evolucionar con la mentalidad del hombre moderno al presentarle el mensaje cristiano? ¿Qué debe hacer ahora?