Procesión atea



Fotografía de Bonhoeffer
en la portada del libro
Cristianismo y Secularidad
de Francisco Margallo Bazago

La procesión atea burlesca, programada para el Jueves Santo, en la forma en que la han dado a conocer los medios de comunicación, además de escandalizar a los cristianos, debería hacernos reflexionar también, sobre todo a la iglesia jerárquica, porque posiblemente no estemos exentos de culpa. El problema no es nuevo como podemos ver.

Ya en el siglo pasado varios teólogos norteamericanos se percataron del problema y hablaban de la cultura contemporánea como una cultura atea en la que Dios ha muerto. Tal vez la raíz de este ateísmo esté en el dios pantocrator que el occidente opresor cristiano adoraba y adora, como criticó Karl Marx. También el teológo alemán víctima del nazismo, Dietrich Bonhoeffer, se hizo eco de la situación en una de sus cartas desde la prisión en la que dice que vamos avanzando hacia un tiempo sin ninguna religón. ¿Cómo hablar de Dios a un hombre sin religión? . ¿Cómo hablamos de Dios en una época secular?.

A lo que responde el teólogo norteamericano Harvey Cox: las preguntas de Bonhoeffer nos hacen tomar conciencia de dos hechos que en nuestra práctica pastoral entran en colisión. Por una parte, la fe bíblica dice que se debe hablar de Dios, pero constatamos que su palabra, tal como la venimos anunciando, no dice nada al hombre de hoy. Por otra, sabemos que un Dios a quien no pueden alcanzar las palabras humanas no es el Dios de la Biblia. De ahí la necesidad de un lenguaje secular en la predicación que conecte con el hombre de hoy, a quien está dirigido también el mensaje secular.

Lo importante en el anuncio de la palabra evangélica no es decir lo que quiere uno uno u otro hombre de Iglesia, sino lo que quiere Jesús que digamos, porque son muchos los elementos institucionales, humanos, doctrinales que se interponen entre los que nos escuchan y el Jesús que les presentamos los pastores. Es seguro que serían otros hombres muy distintos los que se apartarían de la comunidad eclesial, si Jesús mismo con su palabra estuviera con nosotros en la predicación. Porque él anuncia siempre la liberación del hombre de todo lo que le oprime y agobia, de lo que le preocupa y atormenta. En cambio, nosotros hemos balbaratado la gracia, siguiendo un legalismo programado sin vinculación y seguimiento de Jesucristo (D. Bohhoeffer, Resistencia y sumisión, Salamanca 1986).

Convivir con la ausencia de Dios

La teología secular considera que la humanidad ha llegado a una situación de plena secularización o descralización que es irreversible. Para esta teología la secularización entra en los designios de Dios y abre nuevas posibilidades a la fe cristiana. Por eso, en lugar de entregarse a la defensa tradicional de la fe contra un mundo malo, prefiere la celebración de la ciudad secular (Harvey Cox, La ciudad secular, Barceloa 1968)

Otra teología más radical es la de la muerte de Dios. Es un movimiento que se inicia en la teología protestante a finales de los años cincuenta. Su propósito es intentar vivir y pensar como cristianos sin Dios. O lo que es lo mismo, buscar el modo de vivir en la propia situación religiosa como hombres o mujeres plenamente de nuestro tiempo. Su conclusión es : O nos acostumbramos a convivir con la muerte de Dios o tenemos que alejarnos de la cultura moderna para proteger nuestra fe tradicional.

Los teólogos que se ocupan del tema ven necesario asumir los problemas planteados por la teología de la muerte de Dios, para que la teología pueda integrar la sociedad y la cultura contemporáneas. Con su proceder estos teólogos no hacen otra cosa que tomar en serio al mundo moderno, que se caracteriza por la ausencia de Dios en él. Para ellos otra teología no sería más que la vuelta a un pasado ya inexistente. En realidad ven que el cristiano actual es permeable a la secularidad reinante.

Lo que les lleva a concluir que la comprensión del mensaje cristiano en el mundo de hoy ha de ser de forma secular. Y terminan su argumentación diciendo que la teología de hoy es una teología sin Dios, pues la secularidad de nuestra cultura ha hecho que el término Dios carezca de sentido. W. Hamilton, ("En torno a la teología radical", Conc 29, 456-457).
Sin dramatismo y con esperanza : el Dios de Jesucristo, el cristianismo y la teología van a salir rejuvenecidos de esta crisis: el grano de trigo tiene que morir en la tierra para dar una espiga nueva.
Volver arriba