Relaciones política y religión
A pesar de que la política y la religión han perdido en la sociedad actual la capacidad de crear vínculos como los del pasado, estos siguen siendo intensos, no obstante. Más de lo que cabía esperar en un Gobierno socialista.
Aunque se ha difuminado la vinculación Iglesia-Estado del franquismo (han pasado ya tres décadas del régimen), no se ha debilitado la correlación política y religión en España. Ciertamente ha habido cambios importantes en las dos y en la misma relación, pero, posiblemente, el papel jugado por la Iglesia en la transisción apoyando a la democracia, ha hecho que esto siga siendo así.
Según los análisis de la sociología de la religión, la variante religiosa ha funcionado y sigue funcionando en los comportamientos y actitudes políticas mejor incluso que la identidad de clase. No varió incluso cuando en la pasada década el catolicismo estuvo ausente del espacio público y se puso voluntariamente al margen del debate político. Un reciente estudio sociológico (2008) pone de manifiesto que la religión sigue teniendo en España una importante influencia sobre el voto.
En los últimos cinco años, sin haber llegado al declive de esta correlación, sí estamos asistiendo al resurgimiento de las tradicionales tensiones entre religión y política. Desde la llegada de Rodriguez Zapatero al Gobierno la jerarquía española ha asumido el rol de "defensa de la moral nacional desde la convicción de ser cooperadores de la Verdad objetiva".
Desde esta identidad han criticado algunas leyes del Gobierno y han movilizado a los sectores de base católica más radicalizada contra ellas. La creencia del epispocado conservador es que si no se pierde la influencia sobre la familia y la enseñanza se podrá frenar el proceso de secularización que está siendo importante. Algo imparable, por cierto y beneficioso para el cristianismo, según los teólogos más prestigiosos, porque le purifica de todos los mitos acumulados sobre él.
Con todo eso, hemos asistido a algunos avances en la construcción de una sociedad laica, tales como la educación para la ciudadanía, el matrimonio homosexual, la adopción por parte de estos matrimonios, aborto, eutanasia etc. A pesar de ello, la relación política y religión sigue en pie en nuestro país y es bueno que sea así, porque el cristiamismo es encarnación en la vida del mundo que es toda ella política.
Aunque se ha difuminado la vinculación Iglesia-Estado del franquismo (han pasado ya tres décadas del régimen), no se ha debilitado la correlación política y religión en España. Ciertamente ha habido cambios importantes en las dos y en la misma relación, pero, posiblemente, el papel jugado por la Iglesia en la transisción apoyando a la democracia, ha hecho que esto siga siendo así.
Según los análisis de la sociología de la religión, la variante religiosa ha funcionado y sigue funcionando en los comportamientos y actitudes políticas mejor incluso que la identidad de clase. No varió incluso cuando en la pasada década el catolicismo estuvo ausente del espacio público y se puso voluntariamente al margen del debate político. Un reciente estudio sociológico (2008) pone de manifiesto que la religión sigue teniendo en España una importante influencia sobre el voto.
En los últimos cinco años, sin haber llegado al declive de esta correlación, sí estamos asistiendo al resurgimiento de las tradicionales tensiones entre religión y política. Desde la llegada de Rodriguez Zapatero al Gobierno la jerarquía española ha asumido el rol de "defensa de la moral nacional desde la convicción de ser cooperadores de la Verdad objetiva".
Desde esta identidad han criticado algunas leyes del Gobierno y han movilizado a los sectores de base católica más radicalizada contra ellas. La creencia del epispocado conservador es que si no se pierde la influencia sobre la familia y la enseñanza se podrá frenar el proceso de secularización que está siendo importante. Algo imparable, por cierto y beneficioso para el cristianismo, según los teólogos más prestigiosos, porque le purifica de todos los mitos acumulados sobre él.
Con todo eso, hemos asistido a algunos avances en la construcción de una sociedad laica, tales como la educación para la ciudadanía, el matrimonio homosexual, la adopción por parte de estos matrimonios, aborto, eutanasia etc. A pesar de ello, la relación política y religión sigue en pie en nuestro país y es bueno que sea así, porque el cristiamismo es encarnación en la vida del mundo que es toda ella política.