Biblia y Helenismo, Religión y Razón (A. Piñero)

El profesor Antonio Piñero, de la Universidad Complutense (autor del blog: http://blogs.periodistadigital. com/antoniopinero.php), ha dirigido y publicado un libro extraordinario, titulado Biblia y Helenismo. El Pensamiento Griego y la formación del Cristianismo (El Almendro, Córdoba 2006). Presenté ya en mi blog otro libro suyo (Guía para entender el Nuevo Testamento: http://blogs.periodistadigital. com/xpikaza.php/2006/12/12/p38640). Ahora tengo el gozo de presentar y comentar esta nueva obra colectiva, que nos sitúa en la raíz cultural del cristianismo y de su influjo en nuestro tiempo. Es una obra académica, fruto de la colaboración de varios especialistas, que se han esforzado por mostrar la relación de la Biblia con la cultura más significativa de la historia antigua, la cultura filosófica y social, histórica y moral del helenismo. Nos hallamos ante el tema clave de la relación entre religión y cultura, un tema que sigue siendo plenamente actual en nuestro tiempo


Un prólogo ocasional: Benedicto XVI: Fe bíblica y pensamiento griego

El famoso discurso de Benedicto XVI en Ratisbona (12 de Septiembre del 2006), comienza oponiendo la actitud racional de un emperador cristiano y la presunta visión irracional de un musulmán. La diferencia estaría en que el cristiano ha vinculado la fe bíblica con el pensamiento griego, mientras que los musulmanes serían herederos de una tradición religiosa que no ha sido capaz de asumir la “ilustración” del pensamiento helenista, considerado como modelo y clave de todo pensamiento.

El encuentro entre el testimonio bíblico y el pensamiento griego no era una simple casualidad. La visión de san Pablo, ante quien se habían cerrado los caminos de Asia y que en sueños vio un macedonio que le suplicaba: «Ven a Macedonia y ayúdanos» (cf. Hch 16, 6-10), puede interpretarse como una expresión condensada de la necesidad intrínseca de un acercamiento entre la fe bíblica y el filosofar griego.

En realidad, este acercamiento había comenzado desde hacía mucho tiempo. Ya el nombre misterioso de Dios pronunciado en la zarza ardiente, que distingue a este Dios del conjunto de las divinidades con múltiples nombres, y que afirma de él simplemente «Yo soy», su ser, es una contraposición al mito, que tiene una estrecha analogía con el intento de Sócrates de batir y superar el mito mismo. El proceso iniciado en la zarza llega a un nuevo desarrollo, dentro del Antiguo Testamento, durante el destierro, donde el Dios de Israel, entonces privado de la tierra y del culto, se proclama como el Dios del cielo y de la tierra, presentándose con una simple fórmula que prolonga aquellas palabras oídas desde la zarza: «Yo soy». Juntamente con este nuevo conocimiento de Dios se da una especie de Ilustración, que se expresa drásticamente con la burla de las divinidades que no son sino obra de las manos del hombre (cf. Sal 115). De este modo, a pesar de toda la dureza del desacuerdo con los soberanos helenísticos, que querían obtener con la fuerza la adecuación al estilo de vida griego y a su culto idolátrico, la fe bíblica, durante la época helenística, salía desde sí misma al encuentro de lo mejor del pensamiento griego, hasta llegar a un contacto recíproco que después tuvo lugar especialmente en la literatura sapiencial tardía….En el fondo, se trata del encuentro entre fe y razón, entre auténtica ilustración y religión. Partiendo verdaderamente de la íntima naturaleza de la fe cristiana y, al mismo tiempo, de la naturaleza del pensamiento griego ya fusionado con la fe, Manuel II podía decir: No actuar «con el logos» es contrario a la naturaleza de Dios…

Este acercamiento interior recíproco que se ha dado entre la fe bíblica y el planteamiento filosófico del pensamiento griego es un dato de importancia decisiva, no sólo desde el punto de vista de la historia de las religiones, sino también del de la historia universal, que también hoy hemos de considerar. Teniendo en cuenta este encuentro, no sorprende que el cristianismo, no obstante haber tenido su origen y un importante desarrollo en Oriente, haya encontrado finalmente su impronta decisiva en Europa. Y podemos decirlo también a la inversa: este encuentro, al que se une sucesivamente el patrimonio de Roma, creó a Europa y permanece como fundamento de lo que, con razón, se puede llamar Europa (cf. edición oficial en . http://www. vatican.va/holy_father/ benedict_xvi/speeches/2006/september/
documents/hf_ben-xvi_spe_20060912_university-regensburg_sp.html).


Un tema de fondo, un tema discutido: Biblia y Helenismo

Las formulaciones del Papa han sido y siguen siendo muy discutidas, desde diversas perspectivas. (a) Se debe precisar el sentido del helenismo en su relación con otras formas de pensamiento y cultura. (b) Ciertamente, el cristianismo ha nacido en un contexto marcado por Gracia, pero quizá su raíz no sea esencialmente helenista , de manera que puede haber otras formas de cristianismo. (c) Por otra parte, es muy posible que el Islam se haya vinculado al helenismo mucho más de lo que piensa y dice el Papa.
Miradas desde ese fondo, las aportaciones de este libro/enciclopedia, sin perder su carácter académico, cobran una inmensa actualidad cultural y eclesial. El problema de la relación entre Helenismo y Biblia (en sus variantes judía y cristiana) constituye una de las clave de la cultura de occidente y de sus vinculación con otras culturas y tradiciones religiosas y sociales (como pueden ser el Islam o las religiones del Oriente).
He dicho que este libro es un libro/enciclopedia, compuesto por 18 trabajos, de extensión e importancia desigual, pero todos ellos de gran importantes para situar y entender mejor el encuentro de culturas que se ha dado tanto en la Biblia como en el Helenismo. Se trata, sin duda, de un influjo en dos direcciones:
(a) estos trabajos tienden a destacar más la aportaciòn de Grecia en Jerusalén (es decir, del helenismo en la Biblia);
(b) pero es evidente que se ha dado también un influjo muy hondo de la Biblia en el helenismo (y fruto de ese influjo ha sido, en gran parte, la cultura de occidente).

En este libro se cruzan y fecundan diversas corrientes o campos de estudio que darían lugar a tres libros diferentes, todos ellos muy valiosos.

(a) Hay un corriente histórica, centrada más bien en la relación de helenismo y judaísmo; abarca las primeras 233 páginas del libro, que podrían dar lugar a un valiosísimo estudio independiente, centrado en los trabajos de Piñero, Pelaéz, Trebolle y R. Aguilar.
(b) Hay una corriente que destaca más los orígenes cristianos, y en ella, partiendo de un posible Jesús cínico, se estudian las diversas relaciones entre los escritos cristianos y el pensamiento helenista, vinculado de un modo especial con la gnosis. Ese libro abarcaría de las páginas 235 a la 449.
(c) Habría una tercera corriente relacionada con los fenómenos culturales y religiosos vinculados al helenismo, en el tiempo de los orígenes cristianos: religión iraní, orfismo y gnosis. Este libro abarcaría las “conclusiones” (págs. 551-667).
Grandes valores

Éste es un libro sorprendentemente valioso No había en castellano, que yo sepa, ninguna obra de conjunto sobre el tema, a pesar de las aportaciones de libros como los M. Quesnel y Ph, Gruson, Ph. (eds.), La Biblia y su cultura I. Antiguo Testamento I-II, Sal Terrae, Santander 2002; E. Schürer. Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús (175 a. C.-235 d. C., I-II), I-II, Cristiandad, Madrid, 1985; H. Köster, Introducción al NT. Historia, cultura y religión de la época helenista e historia y literatura del cristianismo primitivo, BEB 59, Sígueme, Salamanca 1988; R. Trevijano, Orígenes del cristianismo. El trasfondo judío del cristianismo primitivo, Univ. Pontificia, Salamanca 1995 y J. Leipoldt y W. Grundmann, El mundo del NT I-II-III, Cristiandad Madrid, 1973 y 1975.


Ciertamente había numerosos libros anteriores que trataban del tema, sobre todo en inglés, libros citados en la extensa bibliografía del final de nuestra obra. Pero ninguno ofrecía el abanico y extensión de temas de la obra que ahora presentamos. Sus valores son tan numerosos que no podemos citarlos de un modo conjunto. A modo de ejemplo, evocamos algunos que nos han parecido más llamativos, siguiendo el esquema de las tres “corrientes” antes evocadas:

(1) El estudio de A. Lozano y A. Piñero sobre “El encuentro de Israel con el helenismo” (pags. 23-103) constituye ya casi un libro por sí mismo. En esa misma línea se sitúa el segundo trabajo de J. Peláez: “El judaísmo helenístico” (págs 103-129). Unidos ambos, con el R. Aguilar sobre “Judaísmo y helenismo en el siglo I d. C.” (págs 209-234), ofrecen la mejor visión de conjunto que hoy existe en castellano sobre el tema de las relaciones entre judaísmo y helenismo.

(2) Por su misma temática, los trabajos sobre helenismo y cristianismo resultan más desiguales. Rius-Camps recoge de un modo certero sus tesis ya conocidas sobre los helenistas y hebreos en el libro de los Hechos (págs. 261-306). M. López-Salvá, J. Alvar y J. R. Busto condensan también rasgos y aspectos ya más conocidos sobre las relaciones del Nuevo Testamento con la gnosis, la religión de los misterios y el estoicismo. En esa misma línea se sitúan las reflexiones de J. M. Sánchez Caro (págs 307-419). R. Aguirre se centra en un tema monográfico (el posible fondo cínico del menaje de Jesús), dejando a un lado el tema mucho más central de las relaciones de Jesús con el helenismo (pág. 235-260). A. Piñero ha vuelto a situarnos en el centro de la problemática del libro, al estudiar el fondo helenista del Evangelio de Juan y al condensar, de un modo ejemplar las relaciones entre judaísmo y helenismo en Jesús, Pablo y Juan (págs. 419-539); éstos dos trabajos podrían tomarse por sí mismo como un libro independiente. En esa misma línea se sitúan las breves observaciones de Teja sobre la relación del helenismo con el surgimiento de la jerarquía cristiana (535-549).

(3) La recerca parte del libro se titula “complementos” y trata, como he dicho ya, de la religión iraní, del orfismo y de la gnosis, pero desde una perspectiva más generan, sin estudiar sus relaciones de fondo con el cristianismo.

Posibles temas abiertos para un estudio ulterior

Un libro como éste sigue siendo, por principio, un libro abierto. No puede, ni quiere, desarrollar todos los temas. A modo de ejemplo quiero citar algunos, que podrían dar lugar a un segundo volumen. Éstos serían, a mi juicio, los más importantes:

1. Tema político de fondo: la guerra y los libros de los Macabeos. Ciertamente, el mismo A. Piñero ha estudiado el tema, pero pienso que necesitaría una investigación más profunda. Tengo la certeza de que todos los problemas de fondo de este libro están ya plantados de algún modo en la controversia macabea, con las consecuencias que ha tenido, tanto para el judaísmo como para el mismo cristianismo (pienso que los cristianos han resuelto, de otra forma, lo que no pudieron resolver los helenistas del fondo de la crisis “antioquena”).

2. Trasfondo filosófico. Estoy convencido de que podría y debería haberse dedicado un trabajo más largo, de tipo monográfico, a Filón de Alejandría, no sólo por su lugar en el judaísmo, sino por la importancia que ha tenido para el cristianismo naciente, en el comienzo de la teología alejandrina (y de toda la patrística posterior).

3. Pienso que debería haberse incluido un trabajo en línea inversa, poniendo de relieve los influjos del “pensamiento y experiencia bíblica” en la transmisión del helenismo. Para nosotros, occidentales, a partid del siglo V d. C., no ha existido de hecho el “helenismo en sí”, sino un helenismo trasmitido por el cristianismo. En esta línea podríamos precisar mejor la problemática de fondo evocada por el Papa Benedicto XVI en Ratisbona.

4. Helenismo imperial y cristianismo. En la línea del trabajo ejemplar (pero breve) de R. Teja, debería ponerse de relieve la visión política del helenismo romano (imperial) y su relación con el cristianismo naciente. La oposición (o complementariedad) entre el César y Dios (o el Cesar y el Señor Jesús) va a determinar la historia de Occidente. Esa relación está ya presente en la misma formulación neotestamentaria del cristianismo.

Conclusión. De nuevo el Papa en Ratisbona y el helenismo musulmán.

Quiero terminar esta presentación del libro de A. Piñero y de sus colaboradores ofreciéndoles un homenaje de admiración y agradecimiento. Tenemos al fin una obra ejemplar sobre el tema, una obra que se sitúa en el plano del análisis de textos, de historias y de ideas, una obra que sigue siendo actual. No es un libro que sólo vale para bibliotecas, sino un libro que vale para centrar mejor el diálogo de culturas, tal como lo había propuesto Benedicto XVI en Ratisbona.
Pero, precisando el argumento de Benedicto XVI (o superándolo por dentro) quiero narrar aquí una anécdota. Hace pocos días, hemos celebrado en Cuenca un Congreso entre Islam y Cristianismo. Me tocó exponer el tema de la razón en el diálogo entre las dos religiones y destaqué la importancia de Filón Alejandrino. Acabada la sesión vino a interesarse por el tema el prof. Víctor Pallejà, de la Universidad Alicante, uno de los mejores arabistas del momento, que había presentado una ponencia sobre la situación actual del Islam en el mundo. Pallejà me dijo que estaba intentando precisar la trasmisión del pensamiento de Filón en el contexto cultural del surgimiento de Mahoma. A su juicio, la presencia de Filón era evidente en ese contexto, de tal forma que el mismo Islam (partiendo del Corán) resultaba incomprensible sin su influjo. Me dijo que la documentación sobre el tema era abundante, que se habían logrado algunas apoximaciones al tema, pero que resultaba absolutamente necesario un estudio más precisos de manuscritos, traducciones y línea de expansión de la obra de Filón, sea de un modo directo, sea a través imitadores, para entender así mejor el Islam.
Quedamos en seguir estudiando el tema. Yo soy un simple lector de Filón, él es un arabista… Pero ambos estamos convencidos de que deben estudiarse no sólo las relaciones del helenismo y cristianismo (como quería Benedicto XVI), sino también las del helenismo y el Islam. Piñero y colaboradores, tienes un camino abierto. Éste sería un buen trabajo para una editorial como el Almendro, que ha estado siempre en el lugar de cruce entre estudios helenistas y semitas. Amigos de el Almendro: también a vosotros os deseo un buen trabajo.
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