31.07.18. Ignacio de Loyola. Volver a Jerusalén, recrear la Compañía
Allí describe con gran detalle cómo fue una vez, él sólo, a Jerusalén, para encontrar a Jesús, y cómo quiso volver después con su “compañía” de seguidores (nuevos apóstoles) para recrear la Iglesia, retomando el camino de los primeros discípulos de Jesús, precisamente allí donde el Camino había comenzado.
Por eso, en este día de su fiesta (a los 462 años de su muerte, el 31.7.1556) recordaré la experiencia de su peregrinación a Jerusalén, solo y a pie, para ponerse al servicio de Jesús, y pondré de relieve el deseo frustrado de volver allí con sus compañeros, para refundar así la iglesia.

El centro y principio del nuevo camino de estos nuevos cristianos no era Loyola, ni siquiera Roma, sino Jerusalén, donde debían encontrara Jesús como Capitán de la nueva Cristiandad, en su lucha y victoria contra el Diablo.
Quiso volver a Jerusalén, con su pobre gente (Xabier, Fabro, Laínez…), pero no hubo aquel año barco veneciano que llevara a Tierra Santo (1537), porque era recia la guerra del turco, y así volvieron Ignacio y sus amigos a Roma, poniéndose al servicio del Papa, para lo que se terciara.
Han pasado desde aquel momento unos 482 años, en la línea de eso que pudiéramos llamar “el gran paréntesis romano” de la Compañía de Ignacio y de sus amigos, que, no pudiendo ir a Jerusalén para “confirmar” y ratificar su empresa fueron a Roma a ponerse al servicio del Papa. Y de esa forma nació la admirable Compañía de Jesús, que no era la que en principio quiso Ignacio
Han sido unos años muy fecundos para la la Compañía de los "peregrinos de Jerusalén" de Ignacio de Loyola, y ellos han marcado la historia de la Iglesia católica en los últimos siglos, pero quizá ha llegado el tiempo de reiniciar la Compañía como quiso Ignacio, desde la misma en Jerusalén, en línea de nuevo evangelio.
Perdonen mis amigos jesuitas (admirados, queridos…) si retomo desde mi perspectiva de jesuita de corazón esta sencilla propuesta de retorno a Jerusalén, para recrear allí la Compañía, sin negar en modo alguno el paso por Roma (donde hoy es Papa Francisco, nuevo SJ).
Lo haré de un modo muy sencillo, siguiendo la línea de la “Autobiografía” de Ignacio, el Peregrino, tal como la recogió su amigo portugués L. Gonçalves de C. (cf. https://es.wikisource.org/wiki/Autobiograf%C3%ADa_de_San_Ignacio_de_Loyola (y tal como me la contaba el admirable José Ignacio Tellechea)
Primer viaje a Jerusalén (1522/1524):
Comenzó el nuevo camino de Ignacio el soldado en Pamplona, con la herida de la pierna; siguió en Loyola, su casa y familia donde empezó a restablecerse, comenzando una peregrinación que debía llevarle a Jerusalén, pues allí quería ir y vivir para encontrarse con Jesús, como dice en su Autobiografía (cito por una de las numeraciones del texto…).
9… Mas todo lo que deseaba de hacer, luego como sanase, era la ida de Hierusalem, como arriba es dicho, con tantas disciplinas y tantas abstinencias, cuantas un ánimo generoso, encendido de Dios, suele desear hacer…
Y llegando a un pueblo grande antes de Monserrate, quiso allí comprar el vestido que determinaba de traer, con que había de ir a Hierusalem; y así compró tela, de la que suelen hacer sacos, de una que no es muy tejida y tiene muchas púas, y mandó luego de aquella hacer veste larga hasta los pies, comprando un bordón y una calabacita, y púsolo todo delante el arzón de la mula.
44. Después de partidos de Cipro llegaron a Jafa; y caminando para Hierusalem en sus asnillos, como se acostumbra, antes de llegar a Hierusalem dos millas, dijo un español… que sería bueno todos se aparejasen en sus consciencias, y que fuesen en silencio.
45. Y pareciendo bien a todos, se empezó cada uno a recoger; y un poco antes de llegar al lugar donde se veía, se apearon, porque vieron los frailes con la cruz, que los estaban esperando. Y viendo la ciudad tuvo el pelegrino grande consolación… Su firme propósito era quedarse en Hierusalem, visitando siempre aquellos lugares santos; y también tenía propósito, ultra desta devoción, de ayudar las ánimas; y para este efecto traía cartas de encomienda para el guardián, las cuales le dio y le dijo su intención de quedar allí por su devoción…
46. Pero el Provincial (de los franciscanos)… le djo que no convenía (y le mandó volver). Porque muchos habían tenido aquel deseo, y quién había sido preso, quién muerto; y que después la religión quedaba obligada a rescatar los presos; y por tanto él se aparejase de volver el otro día con los pelegrinos. El respondió a esto: que él tenía este propósito muy firme, y que juzgaba por ninguna cosa dejarlo de poner en obra; dando honestamente a entender que, aunque al provincial no le paresciese, si no fuese cosa que le obligase a pecado, que él no dejaría su propósito por ningún temor. A esto dijo el provincial que ellos tenían autoridad de la Sede apostólica para hacer ir de allí… y para descomulgar a quien no les quisiese obedescer, y que en este caso ellos juzgaban que él no debía de quedar etc.
(Y así el Provincial de los franciscanos le manda bajo obediencia que abandone Jerusalén y que vuelva a su tierra, cosa que él hace…)
Los primeros jesuitas deciden ir a Jerusalén para quedarse (1536/1537)
Pasan bastantes años... Ignacio estudia en Barcelona, Alcalá y Salamanca. Viene a París, reúne un grupo de compañeros..., se consagran a la “obra” de Jesús, y así quieren volver a Jerusalén para quedarse allí, para vivir como Jesús, para refundar de esa forma la Iglesia. Pero no pueden viajar a Jerusalén y así deciden que no pudiendo hacerlo quedarían en Roma para servicio del Papa y de la Iglesia.
85. Ya por este tiempo habían decidido todos lo que tenían que hacer, esto es: ir a Venecia y a Jerusalén y gastar su vida en provecho de las almas; y si no consiguiesen permiso para quedarse en Jerusalén, volver a Roma y presentarse al Vicario de Cristo, para que los emplease en lo que juzgase ser de más gloria de Dios y utilidad de las almas.
Habían propuesto también esperar un año la embarcación en Venecia y si no hubiese aquel año embarcación para Levante, quedarían libres del voto de Jerusalén y acudirían al Papa, etc.
93. Después de dos o tres meses se fueron todos a Roma para tomar la bendición para pasar a Jerusalen… Los compañeros volvieron a Venecia del mismo modo que habían ido, es decir, a pie y mendigando, pero divididos en tres grupos, y de tal modo que siempre eran de diferentes naciones.
94. Aquel año no había naves que fuesen a Levante, porque habian roto con los turcos. Y así ellos, viendo que se alejaba la esperanza de pasar a Jerusalen, se dividieron por el Veneto con intención de esperar el año que habían determinado, y si después de cumplido no hubiese pasaje, se irían a Roma.
Quedan en Roma. Sigue la Compañía, hasta hoy (1537/1538 hasta el 2018)
96. Después, acabado el año, y no encontrándose pasaje… se dirigieron a Roma, divididos en tres o cuatro grupos, y el peregrino con Fabro y Laínez; y en este viaje fue muy especialmente visitado del Señor.
(Y así, en vez de ir a Jerusalén, vinieron todos a Roma, donde se pusieran al servicio de Roma, y de esa forma comenzó las Compañía Jesús en Roma, y no en Jerusalén como había querido Ignacio.
Ese viaje frustrado de Roma fue el final de un tipo utopía de Ignacio, el comienzo de su compañía real, al servicio de la Iglesia concreta del Papa, y no al servicio directo e inmediato de Jesús en Jerusalén… aunque, ciertamente, las dos cosas no se oponen).
Resumen ¿Recomenzar en Jerusalén?
Pero el viaje a Jerusalén sigue pendiente, para la Compañía y para la Iglesia. Han estado muy bien los cuatro siglos y medio largos de Compañía de Jesús en la línea del Papa de Roma... y pedimos a Dios porque sigan en su empeño los jesuitas de hoy y los de mañana... Pero quizá quedan pendientes varios temas del viaje a los orígenes...porque la patria de Ignacio sigue siendo la de Jesús en Jerusalén donde quiso fundar su Compañía.
Desde ese fondo se puede trazar el resumen de la vida y obra de Ignacio, con sus primeros compañeros:
‒ Ignacio no quiso fundar los jesuitas en su forma posterior, sino volver a Jerusalén, para repetir allí la historia de Jesús, con sus compañeros. Había ido una vez, pero no le permitieron quedar…
‒ Durante quince años, entre la primera peregrinación a Jerusalén (1522/1523) y la segunda (y frustrada del 1636/1537)… estudió y se preparó, en Barcelona (latín), en Alcala de Henares (filosofía) y (tras una estancia frustrada en Salamanca) en París, donde cursó teología y reunió el grupo más selecto de “compañeros de Jesús” de la Iglesia católica.
‒ De esa forma comenzó su “Compañía de Jesús”, en París, pero, a fin de retomar el camino de Jesús, Ignacio y sus compañeros quisieron ir Jerusalén, pero no pudieron, porque había guerra… Y así se reunieron en Roma, así comenzó la Compañía de Jesús, tal que ha existido hasta el día de hoy (2018).
‒ Ejercicios espirituales, retorno al Jesús de Jerusalén En el centro y corazón de la Compañía de Jesús están los Ejercicios Espirituales, que Ignacio escribió y dirigió para sus compañeros jesuitas… Estoy convencido de que esos Ejercicios (quizá el libro y camino más influyente de la Iglesia Católica en los últimos cinco siglos, con el Cántico Espiritual de Juan de la Cruz) son una especie de itinerario de “vuelta al Jesús histórico”, es decir, un “camino de Jerusalén”. El jesuita es un hombre que ha hecho ese camino de Vuelta a Jerusalén, para encontrar a Jesús… y vivir y obrar en consecuencia.
‒ Pes bien, hoy, año 2018, la Compañía de Jesús y todos los cristianos debemos realizar un camino más intenso de “vuelta a Jerusalén”, como quiso Ignacio de Loyola, de manera que se puede cerrar y se cierra un largo paréntesis, con una Compañía de Jesús más romana, para que ella sea con Ignacio más jerosolimitana. Esta es, pues, la tarea: Sin dejar de estar en Roma (y para estarlo de manera más intensa) hay que volver como quería Ignacio a la Jerusalén de Jesús.
‒ En esa línea se sitúa el prólogo de mi libro Ejercicio de Amor. El Cántico espiritual de Juan de la Cruz, en el que comparo el camino de Ignacio de Loyola con el de Juan de la Cruz, como caminos y ejercicios centrales, esenciales, de la vida cristiana en la Modernidad.
Conclusión
Esta es mi “lectura” de Ignacio en estos 482 años del “paréntesis” romano de Ignacio. Él y sus compañeros fundaron esta Compañía porque no pudieron peregrinar a Jerusalén aquel año de gracia 1536/1537 d.C. De esa forma realizaron y realizan una obra admirable, al servicio de la Iglesia Romana y universal (retornando por los Ejercicios Espirituales a la vida histórica de Jesús en Galilea y Jerusalén)…
Han estado muy bien los casi largos de Compañía de Jesús Romana... y pedimos a Dios porque sigan, y pedimos en concreto por los jesuitas de hoy y por los de mañana... Pero quizá quedan pendientes cosas de aquel viaje frustrado a los orígenes... porque la patria de Ignacio sigue siendo la de Jesús: allí donde está el Jesús de Jerusalén quiere y debe estar su Compañía