Vacaciones de Dios: multiplicar es compartir los panes (Mario Bruzzone)

Introducción
La idea central no es mía. Es algo que escuché hace ya algunos años.
Ni siquiera recuerdo donde fue, ni quien lo dijo.
Es decir que no me adjudico su autoría.
Sólo he tratado de “fundamentarla” un poco.
O tal vez sería mejor decir, “completarla”, o mejor aún “adornarla” un poco.
Incluso es posible que todo lo que diga ya lo han escuchado los que participan en este blog de Xabier.
Pero, dado que ni en los textos que él redactó, ni en los comentarios que se efectuaron, he podido advertir referencia alguna al respecto, me he animado a escribir estar líneas y enviárselas a Xabier, con la esperanza de que las publique.
La famosa multiplicación de los panes y los peces es un tema que, al igual que algunos otros, podemos encontrarlo en los cuatro Evangelios, lo cual demuestra la importancia que tiene y le adjudicaron los primeros cristianos.
Para clarificar mejor la idea tal vez debería transcribir aquí todos los pasajes.
Pero no lo haré, no sólo para que esto no sea un chorizo “tan” largo, sino porqué estoy realmente muy cansado anímicamente, sintiéndome muy sólo con mis pensamientos.
No obstante, sería útil que ustedes los releyeran, y por eso se los menciono:
Mc.6,30-44 y 8, 1-10
Lc.9,10-17;
Mt.14.13-21 y 16, 32-39
y Jn.6,1-15.
Señalaré algunos puntos sobre las “coincidencias” y las “diferencias” que creo más importantes, y luego lo que yo aporto tratando de coadyuvar con esa idea de la que les he hablado antes.
Coincidencias
Todos coinciden en decir que es un hecho que ocurre en un lugar deshabitado.
También que hay allí una muchedumbre, ya que mencionan 5.000 hombres. Incluso Mateo habla de 5.000 hombres sin contar las mujeres y los niños.
Asimismo que Jesús los hace sentar para comer. Mateo y Juan ni siquiera dicen que lo hagan en grupos, mientras que sí lo hacen Lucas (de 50) y Marcos (de 50 ó de 100).
De la misma forma todos coinciden en que se recogen los restos de los panes y los peces, con los cuales se llenan doce canastas.
Los sinópticos también mencionan que la gente sale de las ciudades (o pueblos) para ir donde está Jesús con sus discípulos, y que el Señor se apiada de ellos y los cura e instruye.
Diferencias. Juan
Las mayores diferencias las encontramos en el Evangelio de Juan, y desde ya les adelanto que creo que se originan en el hecho de que fue redactado hacia el 90/100 de nuestra era, a raíz de la crisis del cristianismo de esa época, que se había generado por la demora del retorno de Jesús, razón por la que lo escribió con el obvio propósito de “probar su condición mesiánica” que, como ya les mencioné, había entrado en crisis por ese entonces.
En primer lugar vemos que Juan ni siquiera plantea el hecho de que Jesús curase y/o enseñase a la multitud como hacen los otros evangelistas, sino que afirma que el Señor ve aproximarse una gran multitud, y a raíz de eso entabla un diálogo con Felipe, consultándole dónde comprarían la comida necesaria para alimentarlos. Y deja sentado claramente que eso lo hizo Jesús para ponerlo a prueba «porqué sabía bien lo que iba a hacer». Continúa el relato diciendo que Felipe asegura que se necesitarían más de 200 denarios para adquirir «un solo pedazo de pan para cada uno», dando de esa forma una clara muestra de la magnitud de lo que ocurriría.
También menciona que los panes y los peces los había llevado un niño, y no que los tenían ellos (como afirman los otros Evangelios) con lo cual —sin decirlo— se deja traslucir algo así como que Jesús y sus discípulos, o bien vivían sin comer (¿cómo el clavel del aire?) o bien que sus necesidades alimenticias eran cubiertas sin ningún esfuerzo de su parte, como si constantemente hubiesen ángeles (o lo que a ustedes se les pueda ocurrir) que se encargaban de esas “minucias”, que son tan necesarias y elementales para los seres humanos comunes y corrientes, como podemos serlo nosotros.
Obviamente, y siguiendo la misma idea de un Jesús todopoderoso, que hacía constantemente “milagros” a diestra y siniestra, y que sabía por anticipado todo lo que ocurriría, no figura allí ninguna recomendación hecha por los discípulos para que despida a la gente con el objeto de que puedan ir a comprarse alimentos, y tampoco una indicación del Señor de que fuesen ellos los que les den de comer, cosa que si figura en los sinópticos.
Finalmente también menciona Juan, que ante el “milagro” la gente quiere apoderarse de Jesús para hacerlo rey, situación que elude yéndose a la montaña.
El milagro es compartir los alimentos
Pues bien; a este relato siempre se lo ha presentado como si ese “milagro” hubiese ocurrido cuando, luego de elevar los ojos al cielo, Jesús bendice los alimentos y los entrega a sus discípulos para que los repartan, cosa que permite asumir que se habría producido una suerte de “sacar conejos (perdón, panes y peces) de la galera”, es decir, como si hubiese ocurrido una especie de “magia” en tal sentido.
Pues bien; la idea que yo escuché sobre el particular —y de la que participo plenamente— señala en cambio que lo que Jesús hizo, fue sólo “invitar” a todos a compartir los alimentos que llevaban.
Y que no lo hizo mediante simples palabras, sino dando el ejemplo de ofrecer los únicos 5 panes y 2 pescados que ellos tenían.
Y que esa actitud (y enseñanza) “dio resultado” positivo, y que todos pusieron los alimentos que habían llevado consigo, con lo cual no sólo alcanzó para saciar el hambre de todos, sino que SOBRARON doce canastos.
Más de una vez he escuchado criticar esta postura diciendo que “minimizaría” el suceso, trasladándolo a una situación humana común, lo cual resultaría “inadecuado” para la real dimensión de Jesús como Hijo de Dios y Mesías.
Pues bien; les diré que yo no lo veo de esa forma, sino que creo que lo único que hace esa postura es poner las cosas en su punto justo. Y lo creo por varias razones.
Sentarse por grupos, con los conocidos
En primer lugar, si se hubiese producido realmente ese “sacar panes de la galera”, ¿qué sentido tiene que Jesús los haya hecho sentar en grupos? ¿No habría sido más sencillo, por ejemplo, recurrir al sistema que usamos en los templos para recibir la Eucaristía, es decir, hacerlos formar en doce filas para simplificar el reparto?
Por otra parte sabemos bien que en la multitud había mujeres y niños, y que todos habían salido desde distintos pueblos para ir a la zona deshabitada donde estaba Jesús.
Pues bien; siendo así, ¿podemos pensar que todas las madres fueron tan inconscientes, de iniciar semejante viaje sin llevar ningún alimento, aunque más no fuese que para los hijos pequeños que las acompañaban?
Por otra parte me parece obvio, que al hacerlos sentar en grupos éstos se formaron naturalmente con los “conocidos” de cada pueblo, y entre ellos era mucho más fácil que accedieran a “sacar a relucir” los alimentos que cada uno llevaba (y que habían ocultado hasta ese momento, en una natural actitud de precaución —o “egoísmo”— que todos tenemos) para compartirlos con sus vecinos.
¿De dónde salieron las famosas canastas?
Finalmente, si fuese cierto que nadie había llevado alimentos, tal cual lo asegura la doctrina “tradicional”, ¿alguien me podría informar de dónde salieron las famosas doce canastas que se utilizaron para recoger los restos que sobraron, y cuál habría sido el motivo para qué alguien las hubiese trasladado “vacías” hasta allí, dado que nadie habría llevado alimentos?
¿O es que también hay quien pretende agregar, al milagro de la “multiplicación” de los panes y peces, el de la “aparición” de las canastas?
Familias de cincuenta y de cien
Creo que esa idea de compartir es mucho más simple (y lógica) y abona aquello sobre lo que yo insisto constantemente como lo que constituye la ESENCIA DEL EVANGELIO: la necesidad de compartir VIVENCIAS Y BIENES, y es también de donde extraigo la idea de que se deben formar comunidades autosuficientes, integradas por grupos de entre 50 y 100 familias, establecidas preferentemente en zonas rurales (aunque cercanas a poblaciones para tener acceso a los sistemas de educación y salud).
Y también debo decirles que creo que la aceptación de su doctrina del COMPARTIR, por la multitud de la que habla el Evangelio, fue lo que llevó a esa gente a procurar “hacerlo rey”, cosa que Jesús rechazó ya que su doctrina NO ES PARA ADQUIRIR PODER TEMPORAL ALGUNO (para “imponer” su Buena Nueva) sino sólo para vivir realmente el mensaje de AMOR Y HERMANDAD que nos vino a enseñar.
Cordiales saludos.
MARANA-THA