30.6.20. Memoria de San Pablo Pablo, ven; te necesitamos. Recreó en Cristo la iglesia, y hoy debe recrearla

No ha fundado la Iglesia, pero la ha recreado

San Pablo en Roma – Primeros Cristianos

Durante muchos años, el 30 de junio, tras la fiesta de los dos apóstoles, dedicada básicamente a Pedro, se celebraba una memoria particular de Pablo. Era entonces una celebración importante. Pero hoy, 2020, lo es aún más. Por eso le digo a Pablo "Ven, te necesitamos". 

En cientos ambientes, Pablo tiene mala fama, y algunos afirman: Jesús sí, pero no Pablo; evangelio sí, pero sin retórica paulino. En contra de eso, quiero hoy presentar un manifiesto a favor de Pablo, al que seguirá una memoria de su vida y obra.

 MANIFIESTO POR PABLO 

  • Le acusan de anti-judío, de dogmático y retorcido. Pero eso es mentira. Discutió como nadie lo ha hecho contra un tipo de judaísmo, pero ÉL es con Jesús (y con otros como Moisés, Hilel, Maimonides y Freud) el judío más influyente de la historia.  Su versión cristiana del judaísmo no place a todos (¡evidentemente!), pero es la más inteligente y profunda que conozco  (junto a la de cierto judaísmo misnáico). Pablo vivió y murió queriendo ser judío "según el camino o hairesis" de los cristianos. Nadie le puede criticar por eso. Un judaísmo que reniega de Pablo ignora y destruye su historia. El judaísmo actual debe rehacer su relación con Pablo o se destruirá a sí mismo, entre pura ley, pra politica o tradición que al fin se vacía a sí misma de tanto repetirse. Para bien del judaísmo: Vuelve, Pablo.
  • Le han acusado de antifeminista y legalista... Algunos llegar a decir que que convirtió el buen cristianismo de Jesús en mala neo-legalidadeclesial de tipo patriarcalista. Pero eso es absolutamente falso. Pablo fue un hombre de su tiempo, y formuló muchas cosas desde una perspectiva masculina, pero  el conjunto de su obra es absolutamente antipatriarcal; sólo él se atreve a decir que en Cristo no hay macho y hembra, varón y mujer. Tiene detalles y reflexiones que se pueden discutir, rechazar y superar; pero en sus iglesias, todos los ministerios y tareas eran por igual de varones y mujeres.  De manera consecuente, para admitir sus cartas en el nuevo "canon del NT" (unos 80/90 años después de su muerte) tuvo que venir una legión de copistas y glosistas que corrigieron su pensamiento y su práctica, para ajustarla a un tipo de nuevo patriarcalismo que se estaba imponiendo en las iglesias, en contra de Pablo. Para bien de la mujer en la iglesia y de la iglesia como tal: Vuelve, Pablo.
  • Se dice que era sexualmente reprimido y que condenó la homosexualidad y otras cosas que hoy nos parecen "patrimonio común" de una humanidad liberada de leyes homófobas.... Pero eso es también mentira. La visión de la sexualidad en Pablo es compleja; forma parte de su tiempo, y además ha sido "retocada" por glosistas y copistas. No todas las cosas que dice son hoy de recibo, sin más; pero hay que situarle en su tiempo, y sentir su pasión por la libertad, sobre todo en relación con las mujeres, a las que nunca dice que se sometan a los hombres (a no ser en glosas y cartas posteriores redactadas en su nombre). En contra de la tradición judía y de muchos cristianos, él propone a las mujeres de su tiempo (¡en aquellas circunstancias!) que no se casen, para no estar sometidas a los hombres... pues la libertad es más importante que el matrimonio y la generación de hijos (libertad como personas, por encima de género y sexo). Con él se puede y debe iniciar una "recuperación" de la igualdad y libertad, del amor y la solidaridad de género en la Iglesia y en la sociedad. Por eso digo, para bien de todos: Pablo, ven; ayúdanos a seguir viviendo en libertad creadora.
  • Pablo dejó abierto el camino de la Iglesia; no resolvió todos los problemas (¡gracias a Dios!), pero abrió camino, en libertad, en diálogo, en colaboración entre varones y mujeres, partiendo de los oprimidos y expulsados como Cristo, a quien mató la ley de los señores del poder social y religioso... Así creó equipos mixtos de misión y fundación de Iglesia. Dijo en Filipenses a dos mujeres (Evodia y Síntique), dirigentes de comunidad, que se pusieran de acuerdo..., pero no les dijo cómo, ni les mando un visitador y obispo de ley más alta para que las sometiera... Dejo que ellas lo hicieran, les dijo que lo hicieran, pidiéndoles sólo que no se excluyeran una a la otra... Por eso sigo pidiendo: Pablo, ven; dí a las mujeres de iglesia que busquen comunión activa, que recreen la Iglesia de los filipenses y todas las iglesias.
  • Quiso venir a España para arreglar ciertas cosas, como dice al final de su carta a los Romanos.  Pero parece que no llegó, que le mataron en el camino, precisamente en Roma, en cuya iglesia había enfrentamientos grandes de varones más o menos judaizantes y de poder, no de mujeres... Pienso que debería  levantarse hoy de la tumba,   y terminar aquella visita. No me atrevo ni a pensar lo que haría, no sólo allí en Roma, sino aquí, empezando por la Tarraconense y siguiendo por las Islas de occidente... lo que haría en otros lugares de Europa y América, y de los demás continentes. Por eso le pido que vuelva.

    Alleged jihadist in court accused of plot to blow up St Paul's ...

  • Ciertamente, pusieron las carta de  Pablo en la Biblia,  pero con glosas para corregirle donde parecía arriesgado lo que decía...Y además añadieron en su "corpus" una serie de cartas, escritas en su nombre, de izquierda (Col, Ef) y de derecha (1-2 Tim, Tito)... con otras más lejanas a su inspiración  (Hbr, 2 Tes) para "completar" (domesticar) su obra. Así entró en la Biblia, un Pablo domesticado, que a pesar de ello mantuvo su fuerte libertad por siglos..., por encima de gnósticos y episcopalianos... Conforme a su inspiración básica, Pablo sigue siendo inspiración de hombres libres...pero él es objeto, al mismo tiempo, de mil detractores... especialmente de personas que no han leído, sufrido y cantado, con sus cartas, empezando por Gálatas y terminando por Romanos. A pesar de eso, y con glosas, sigue Pablo hasta el día de hoy como inspiración y grito de libertad, en y por encima de las iglesias concretas. Por eso le digo: Vuelve, por favor, explícanos tus cartas.
  • Ciertamente, fue bueno que viniera Lutero, que empezó su reforma comentando Gálatas (1517)... Hizo con ello un inmenso bien a la cristianadad. Era necesaria su lectura de Pablo. Pero lo hizo (al menos en parte) en plano de protesta (protestante) quizá más que de edificación del conjunto de la Iglesia. Discutió con el Pedro de Roma... Pero ni el Pedro de Roma en 1517 (que era un León X Médici de corte) era Pedro..., ni Lutero fue totalmente Pablo... Y además, Lutero por un lado y los papas por otra se olvidaron de lo más importante de Pablo, que era "la fe", pero no en un Dios en General, ni en un Cristo mítico, sino en Cristo Crucificado, en el Dios de las víctimas concretas, de los asesinados por ley, de los pueblos "sin derecho" de vida, y así los cristianos de entonces (y protestantes) se creyeron con derecho petrino o paulino de dominar como cristianos el mundo. Todo eso en contra de ti, Pablo. Por eso te digo: Ven a las iglesias, católicas y protestantes...

    31 Ottobre 1517, il frate affigge alla porta settentrionale della ...

  • En plano de iglesia, Pablo y Pedro tuvieron en su tiempo, desde Jerusalén y Antioquía a Roma, más diferencias que Lutero y los Papas... y sin embargo se dieron la mano en Jerusalén y luego (según parece) en Roma, donde, según tradición, murieron juntos, en medio de intensos problemas eclesiales, como dice 1 Clemente.  Pero el testimonio de los dos se mantuvo siempre unido. Tenían muchas diferencias, pero los dos sabían que el otro era necesario. Así Pedro se fue haciendo cada vez más paulino. Y Pablo fue mostrándose cada vez más petrino, conforme al testimonio de  Gálatas y de 1 y 2 Corintios. Lo esencial de Pablo era la construcción de iglesias o comunidades desde los rechazados, desde los crucificados y negados... Pero en general las iglesias protestantes y católicas se hicieron anti-paulinas: Buscaron una fe elitista de espíritus superiores o unas comunidades reguladas por un tipo de nueva ley...Dijeron ser paulinas, pero olvidándose del Pablo que fundamenta su vida en el crucificado, en los crucificados de la historia, creando comunidades a partir de los rechazados del mundo, no de los triunfadores. Por eso le digo a Pablo que vuelva, que venga, este año 2020
  • Como católico, yo necesita al Pablo de Lutero (Gálatas) y al de K. Barth (Romanos). Les necesito para aprender justos, para discutir y darnos la mano...Les necesito para retomar el camino de la Iglesia... Pero necesito sobre todo a Pablo, aunque me enfade mil veces con él, a Pablo que se separa de Pedro, pero que no rompe con él, a Pablo cuyo espíritu penetra en el evangelio de Marcos, a Pablo con quien sigue discutiendo el evangelio de Mateo (¡sin condenarle nunca!), a Pablo de quien dice la Carta de Santiago que quizá no ha formulado del todo bien el sentido de las obras y (de) la fe, a Pablo de quien dice el Pedro de 2 Ped que ha escrito cosas a veces difíciles de entender, pero que es hermano, y gran cristiano y que hay que leer sus cartas... Necesito a Pablo, pero quiero y necesito, al mismo tiempo, a Pedro. Los dos forman parte de mi tradición los dos son "cimiento" de mi iglesia, sabiendo que Mt 16 insiste más en Pedro y que Efesios destaca más la función de Pablo... pero sin negarse uno al otro (con el Discípulo Amado, con Lucas y el Apocalipsis...).

  Necesito a Pablo, y así lo quiero decir hoyo 30.6.2020, cuando se corre la voz de que el Papa/Pedro quiere levantar la excomunión a Lutero (¿por qué no lo hace ya...), cuando necesitamos recrear la Iglesia, católicos y protestantes, ortodoxos y cristianos de diversas denominaciones. 

Por eso digo: ¡Pablo ven, Pablo vuelve, este año del coronavirus y de la Biblia, este tiempo de comunión en fe y vida para todos los cristianos! Pero ven con Pedro, aunque sea discutiendo los dos, que para eso estamos todos, para convertir las discusiones en fuente de amor y esperanza compartida. 

MEMORIA DE CONJUNTO DE SAN PABLO

Texto tomado de Diccionario de Pensadores cristianos (Verbo Divino, Estella. págs. 791-796)

Biografia de San Pablo de Tarso

            Llamado originariamente Saulo, como el primer rey israelita, de la tribu de Benjamín, nació en Tarso de Cilicia, en torno al año 5 d. C. y cambió (o completó) después su nombre hebreo con el nombre romano de Paulo, Pablo (el Pequeño). Es uno de los personajes mejor conocidos del mundo antiguo y, sin embargo, su función y su figura sigue siendo muy discutida, tanto desde el punto de vista cristiano, como judío y pagano.

Muchos judíos le consideran traidor y afirman que, en realidad, no conocía el verdadero judaísmo, sino que era básicamente un resentido. Algunos añaden que, en el fondo, era un “pagano”, un seguidor del culto de los misterios, vinculados a la unión de lo divino y de lo humano y que, por eso, no supo interpretar el mensaje de Jesús, creando un cristianismo ontológico más pagano que judío. Otros piensan que fue ante todo un organizador político, el creador de una iglesia universal, de tipo más romano que cristiano. Todas las visiones que podamos trazar de su figura resultan parciales. Lo que podemos y debemos decir con seguridad es, ante todo, que fue judío mesiánico de Tarso y que en su visión del judaísmo se vinculaban elementos apocalípticos (revelación final de Dios) con rasgos fariseos (centrados en el cultivo de la ley nacional). Desde ese fondo conoció a Jesus.

Vida. Datos básicos.

Pudo haber tenido contactos con las autoridades judías de Jerusalén, pero el hecho es que vivía en Damasco, donde conoció y persiguió a la comunidad de cristianos helenistas, que se había establecido allí, hablando de Jesús en las mismas sinagogas que él frecuentaba: Su conocimiento de los cristianos debió ser personal y profundo, de primera mano. Ellos le parecieron peligrosos para su visión del judaísmo y por eso se propuso perseguirles.

Pero, en un momento dado, tuvo una experiencia especial de Jesús y se convirtió a su evangelio, para asumir y desarrollar desde entonces una visión mesiánico-apocalíptica del judaísmo, que se centraba en Jesús y se extendía a todos los pueblos. Eso debió suceder en torno al año 33 (a los tres años de la muerte de Jesús). A partir de aquí se entienden los nuevos datos de su vida:

  1. Años 33-35. Miembro de la Iglesia de Damasco. Misión en Siria nabatea (Arabia). Los tres primeros años de Pablo como cristiano están vinculados a la “misión en Arabia”, como afirma el mismo Pablo en Gal 1. Puede haber sido una misión centrada en la ciudad nabateo-helenista de Damasco o en su entorno, en la zona que va de la Decápolis a Palmira. No debió tener mucho éxito de manera que Pablo abandonó la misión de oriente, en un contexto donde se vinculaban los elementos helenistas y semitas. Si esa misión hubiera triunfado (en la línea del “oriente” de los magos de Mt 2), el futuro del cristianismo hubiera sido muy distinto, de manera que habría mantenido con mucha más fuerza los elementos semitas, más vinculados a la historia de la Biblia y a gran parte del judaísmo de aquel tiempo y de los tiempos posteriores (del Talmud), más abierto hacia “Babilonia” (imperio persa) que hacia Roma (helenismo). Pero este tiempo de vida y misión árabe o semita de Pablo acabó con la huida de Damasco.
  2. Años 35-48. Miembro de la Iglesia de Antioquía. Pablo va a Jerusalén a “conversar” con Pedro (y con Santiago), pero no queda allí, pues su visión del evangelio (recibida a través de los helenistas) no se identifica con la de → Santiago, en línea de fidelidad mesiánica a la ley judía, Tampoco forma parte de la misión de la costa de Palestina (como Pedro) ni de la misión Samaría, con Felipe (cf. Hech 8-11), sino que se hace miembro de la Iglesia de Antioquía, de la que se siente solidario. En un primer momento parece vinculado a Bernabé, uno de los cristianos más significativos de la primera comunidad primitiva de Jerusalén (cf. Hech 4, 26), pero que después se vinculó con los helenistas… Ambos actúan por unos años como apóstoles de la Iglesia de Antioquía, desde la perspectiva del cristianismo helenista, abandonando pues el entorno más semita y creando comunidades cristianas donde no se exige la circuncisión de los paganos convertidos, ni el cumplimiento nacional de la Ley judía.
  3. Del 48/49 al 57. → Concilio de Jerusalén y → misión universal. Pablo y Bernabé se reúnen en Jerusalén con Santiago (líder de aquella Iglesia) y con Pedro (que sigue siendo básicamente un misionero judeo-cristiano, pero abierto a la misión de los gentiles). Las diversas iglesias se aceptan entre sí. Tanto Santiago como Pedro mantienen su comunión con Pablo, que se siente de esa forma en libertad para iniciar su nueva misión. Pero tiene que separarse de Bernabé y de la comunidad de Antioquía por una diferencia sobre las formas de comunicación de mesa entre cristianos de origen judío y de origen pagano. Pablo quiere una “comunión total”, sin ningún tipo de restricciones. Eso le obliga a dejar su comunidad de base (Antioquía) y a separarse de Bernabé, para iniciar su misión estrictamente dicha, que dura sólo unos ocho años. Éstos son los años básicos de la misión paulina, que le llevan por todo el oriente del Mediterráneo, por Asia Menor, Macedonia y Grecia (pero no por Egipto), creando y organizando comunidades mesiánicas, en espera de la vuelta de Cristo.
  4. Del 57 al 62. Por Jerusalén y Roma, hacia España. Muerte. Hacia el año 67, realizada su misión en oriente, escritas sus cartas básicas, Pablo quiere culminar la misión en occidente (España), donde se propone llegar, pasando por Roma, para completar su tarea misionera (de Oriente a Occidente), preparando el camino para la vuelta de Cristo. Pero antes quiere pasar por Jerusalén, para mantener el contacto con la comunidad de Santiago. Llega a Jerusalén, pero le prenden y, tras dos años de encarcelamiento, hacia el año 59, le envían a prisionero a Roma donde espera el juicio. Aquí se acaba lo que sabemos de su historia. Posiblemente le condenan a muerte el año 62 ó 63.

20 Frases de San Pablo para Fortalecer tu Fe en Jesucristo ...

Fariseo celoso, nueva vocación. Pablo, representante del judaísmo fariseo (Flp 3, 5), conoció y persiguió la misión de los cristianos helenistas del grupo de Esteban que, a su juicio, destruían la cohesión "nacional" (legal) del pueblo y negaban la autoridad de Dios, al identificar a su Hijo-Mesías con un crucificado. Convertido en testigo/apóstol del Dios de Jesús y de su gracia salvadora, Pablo irá fundando por oriente comunidades de cristianos mesiánicos, fundados en la tradición de las promesas, pero separados de la autoridad legal del judaísmo, como indicaremos, destacando la autoridad de Pablo, los ministerios de sus comunidades y la novedad permanente de su práctica eclesial.

               Sobre la “conversión” de Pablo ha escrito Lucas un hermoso relato, tres veces repetido (Hech 9, 1-19; 22, 6-16; 26, 12-18), donde dice que el mismo Jesús (a quien él perseguía) salió a su encuentro y se le manifestó como Señor e Hijo de Dios. Pero más claro y fuerte es el testimonio de Pablo, cuando responde a la crítica de algunos judeocristianos (quizá del grupo de Santiago), que le llaman apóstol falso, carente de autoridad. Su defensa, inspirada en textos de vocación de los profetas (→ Isaías, Jeremías), constituye un testimonio precioso de su conciencia apostólica y su autoridad carismática al servicio de la misión de la iglesia. Lo que dice de sí mismo resulta suficiente para conocer los rasgos principales de su vida. Él no inventó el cristianismo, ni creó la iglesia, sino que asumió la misión de la iglesia helenista, a cuyos partidarios había perseguido, por pensar que destruían la unidad e identidad nacional del judaísmo:

  «Ya conocéis mi conducta anterior en el judaísmo, cómo perseguía con fuerza a la iglesia de Dios y la asolaba. Y aventajaba en el judaísmo a muchos de los contemporáneos de mi pueblo, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, quiso revelar en mí a su Hijo, para que lo predicara entre los gentiles... no consulté con nadie el tema... sino que fui a Arabia y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro y permanecí con él quince días; pero no vi a ninguno de los demás apóstoles, sino a Santiago» (Gal 1, 13-19).

               Nada nos permite afirmar que se hallaba angustiado dentro del judaísmo o que tenía mala conciencia, sino todo lo contrario:

«Yo podría confiar en la carne. Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible. Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo. Y aun más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con el valor incomparable de conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en él; sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe» (Flp 3, 4-9).

No tenía problemas de conciencia, podía haberse mantenido en el judaísmo, cuya «carne» (ley nacional) quería defender. Pero en el fondo de esa seguridad se escondía una inseguridad más grande, que se expresaba en la misma violencia con que perseguía a la iglesia. En ese contexto se inscribe su experiencia de Jesús resucitado, que él presenta en forma de confesión pascual. La misma «conversión» de Pablo ha de entenderse así como misión:

«Quiero que sepáis, hermanos, que mi evangelio no es de origen humano. Pues no lo recibí de hombres..., sino por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído mi conducta antigua en el judaísmo... Pero cuando el Dios, que me eligió desde el vientre de mi madre... quiso revelarme a su Hijo para que lo anuncie a los gentiles, no consulté con nadie, ni subí a Jerusalén, a los apóstoles anteriores, sino que fui a Arabia, y otra vez a Damasco» (cf. Gal 1, 11-17).

Pablo de Tarso: apóstol y profeta del poder pastoral – Reflexiones ...

               Pablo perseguía a los cristianos “helenistas” de Damasco, porque ellos habían “abierto” el judaísmo a los gentiles. Perseguía, en el fondo, su “misión”, su apertura mesiánica, que rompía los confines de la Ley del judaísmo fariseo que él quería defender. En ese sentido, el tema de la “misión”, es decir, de la apertura de Israel a los gentiles, precede a la conversión de Pablo y a su misión posterior. En su conversión hay dos aspectos básicos:

(a) La visión del Cristo crucificado (un Cristo rechazado por el Israel oficial, un Cristo maldito por la Ley).

(b) La superación de un Israel de la “carne”, es decir, de la Ley. Pablo debía conocer bien el cristianismo, pero desde la perspectiva de los misioneros helenistas a quienes él perseguía. Por eso, tras convertirse, no tiene que “aprender” quién es Jesús, ni qué es su Iglesia, pus ya la conoce.

Revelación de Dios.

En el principio de la “vocación” de Pablo tenemos una revelación de Dios, que recuerda las llamadas proféticas (cf. Is 6, 1-11; Jer 1) y la vocación de Jesús en su bautismo (Mc 1, 9-11 par). Se trata de una revelación misionera, por la que el mismo Dios de Jesucristo le encarga su tarea apostólica, haciéndole misionero de su Hijo entre las gentes. Sólo en un segundo momento, pasados tres años «subí a Jerusalén para conversar con Cefas y estuve con él quince días. Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Santiago, el hermano del Señor» (Gal 1, 18-19).

Ciertamente quiere contrastar su experiencia con Cefas (=Pedro, Piedra), referencia central de la iglesia; pero no pide que le ordenen (que le hagan presbítero u obispo, en el sentido posterior de la palabra), sino que le acepten en la comunión de los que viven y anunciar el evangelio, lo mismo que a Pedro, lo mismo que a Santiago. Teniendo esto en cuenta podemos seguir leyendo el pasaje anterior:

«Después, tras catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también a Tito. Subí por revelación y les presenté el evangelio que predico entre los gentiles, pero en privado a los que tenían reputación, para cerciorarme de que no corría ni había corrido en vano... por unos falsos hermanos que se habían introducido para vigilar nuestra libertad en Cristo Jesús... Y al reconocer la gracia que se me había dado, Santiago, Cefas y Juan, considerados columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la mano derecha, en señal de comunión, para que nosotros (fuéramos) a los gentiles y ellos a los circuncisos; sólo que recordáramos a los pobres, cosa que nos apresuramos a cumplir. Pero cuando Cefas vino a Antioquía, le resistí a la cara, porque era censurable. Pues antes de venir algunos de Santiago, comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, pues temía a los circuncisos. Y el resto de los judíos se unieron en su hipocresía, incluso Bernabé... Pero cuando vi que no andaban con rectitud según la verdad del evangelio, dije a Pedro ante todos: Si tú, judío, vives como gentil ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar?» (Gal 2, 11-14).

                  Pablo interpreta su vocación como experiencia de Dios, dentro del judaísmo, en línea mesiánica, abierta a las naciones, distinguiéndose así no sólo de Santiago, sino también de Pedro. En ese sentido, Pedro es más “prudente”: quiere mantener ciertos ritos de los judeo-cristianos. Desde ese fondo avanzará gran parte de la iglesia posterior, como suponen los evangelios de Marcos, Mateo y Juan. Pablo es más radical: Jesús ha superado la ley, de manera que los judeo-cristianos han de abandonar sus ritos, en ámbito eclesial.

Parece que el mismo Pablo suavizó después su postura en la carta a los Romanos, quedando más cerca de Pedro, y así lo ratifica gran parte de la misión posterior de la iglesia. La dualidad de Pedro y Pablo ha sido y es muy positiva dentro de la iglesia, en contra de cierto tipo de uniformidad que ha querido más tarde imponerse, en línea petrina o paulina. Desde este fondo podemos volver al texto de la vocación y ministerio de Pablo.

Es evidente que algunos judeo-cristianos de la línea más dura le han acusado, negando su autoridad apostólica y el valor de su testimonio eclesial. No lo han hecho en teoría, sino mandando delegados (apóstoles) a las comunidades paulinas de Galacia, para que allí “moderen” la herencia de Pablo, aceptando unas bases más judías. Pablo se defiende, en los cuatro momentos que hemos destacado al traducir y comentar brevemente el texto. Aquí los retomamos desde una perspectiva ministerial.

(a) Revelación. Pablo no es apóstol por "mandato eclesial", sino directamente por llamada y decisión de Cristo (cf Gal 1, 1). Este elemento de inmediatez forma parte de toda vocación: sólo puede ser ministro de la iglesia alguien que "ha visto a Jesús" y ha recibido su tarea. Ciertamente, las cosas se pueden luego contar de otra manera, como hace Lucas en Hech 9, 1-18 (bautismo por medio de Ananás) y 13, 1-3 ("ordenación" ministerial de parte de la iglesia de Antioquia). Pero en su origen, Pablo se sabe y siente directamente avalado y enviado por Cristo (el Cristo a quien él perseguía) a través de su experiencia de Damasco.

(b) Inserción eclesial. Pablo no va a Jerusalén para que "le ordenen apóstol", sino para compartir la fe y tarea con los primeros testigos de Jesús. No hace falta rito de imposición de manos; basta el reconocimiento mutuo y el diálogo, en línea de evangelio. Lo que sucedió con Pablo puede suceder también ahora, siempre que haya personas que escuchen como él la voz de Cristo e iglesias que admitan su testimonio y les acojan en su comunión. El rito de ordenación no fue entonces necesario, ni lo es ahora, al menos en principio.

(c) Comunión discutida. El problema de la unidad y diversidad de las iglesias exige un ejercicio de diálogo laborioso, paciente. Éste es el gesto básico de la comunión: darse la mano, reconociendo juntos a Cristo, reconociéndose unidos en la gran tarea. De manera ejemplar, al fin del relato no aparece un "idilio" de iglesia que tiene resueltos sus problemas, sino un camino abierto con nuevas disputas: la unidad eclesial no es algo que se logra por la fuerza o que se impone desde arriba, sino un proceso paciente y creador, en medio de las dificultades de un camino donde unos y otros parecen tener la razón.

               Este es el camino ministerial de Pablo que, significativamente, queda abierto, pues no es el único de la Iglesia. Pablo escribe su carta a los Gálatas convencido de que su postura es la mejor. Pero debe admitir que no está sólo: sigue predicando Pedro, siguen otros, abriendo un camino de riqueza y unidad eclesial, como muestran varias cartas de Pablo. Es significativo el hecho de que otros textos centrales del Nuevo Testamento mantienen la misma actitud, dejando abierto el camino ministerial. En contra de lo que ha pasado a veces en la historia cristiana posterior, la iglesia del principio supo que la sabiduría y acción de Cristo es multiforme.

Las Iglesias de Pablo, confesión pascual.

Pablo interpreta su encuentro con Jesús como vocación (¡Dios le llama para que cumpla su tarea, como había llamado a otros profetas de Israel: Isaías, Jeremías!) y como aparición pascual, que se sitúa dentro de una lista más amplia de «apariciones de resucitado». Cristo se había aparecido ya a otros (a Pedro, a los doce, a quinientos hermanos, a Santiago, a todos los apóstoles).

Pues bien «al final de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la iglesia de los Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia en mí no ha sido en vano, sino que me he fatigado más que todos ellos, no yo sino la gracia de Dios conmigo. Sea yo, sean ellos, así predicamos, así creemos» (1 Cor 15, 8-11).

Pablo ha interpretado su experiencia a la luz de los testigos anteriores (Pedro, los Doce...) y, sobre todo, a la luz de la experiencia de “todos los apóstoles” entre los que se incluye. No comienza de la nada, sino que se introduce en un camino que ya existía, en un camino donde él también ha encontrado al Cristo, culminando la lista de apariciones anteriores. Nada nos permite suponer que todas fueran iguales: habría en cada caso rasgos distintivos. Pero esos rasgos han pasado aquí a segundo plano; lo que importa es aquello que todas tienen en común: se les aparece Jesús resucitado perdonando su negación o rechazo anterior. .

               En ese sentido, la iglesia posterior de Pablo será iglesia de “convertidos”, es decir, de perdonados, iglesia de personas que han pasado del odio al amor.Odiar es una forma invertida de conocer; perseguir es un modo contrario de amar. Odiando y persiguiendo al Cristo pascual de los primeros cristianos, Pablo estaba mostrando un gran interés por la Pascua. Podemos decir que, en el fondo, Jesús ya le había transformado por dentro.

Sin haberle visto, Pablo sabía que Jesús era fuente de unidad y salvación para todos los hombres, superando las fronteras de la nación sagrada de Israel. Precisamente por eso, desde sus principios de judío observante de una ley particular o nacional, les odiaba y perseguía al perseguir a sus apóstoles entre los que se incluye, después que Jesús se le ha aparecido. Pero Pablo no se siente uno más. Sabe que Jesús le ha encargado una misión y tiene que cumplirla. Por eso se presenta, de manera muy significativa, como el último de todos (1 Cor 15, 8).

               De esa forma cierra y culmina un proceso pascual que se hallaba en camino. Había empezado en Pedro, se había expresado en los Doce, pero solo ahora se completa y llega a su final, precisamente en Pablo:

«Pues quien ha actuado en Pedro, para hacerle apóstol de los judíos ha actuado también en mí, para hacerme apóstol de los gentiles» (Gal 2, 8).

Mirada sólo en la línea de Pedro, la pascua podía correr el peligro de cerrarse como una experiencia intrajudía. Pues bien, asumiendo y completando la visión y obra de Pedro, Pablo ha descubierto y expandido el carácter universal del evangelio. Por eso cuenta su experiencia, por eso se defiende: «¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús, nuestro Señor?» (1 Cor 9, 1).

               Lógicamente, desde su perspectiva de celoso fariseo, defensor de la identidad legal judía, él debía haber perseguido a la iglesia de Jesús con todo celo, es decir, por fidelidad a la ley judía (Flp 3, 6). Pues bien, el mismo Jesús a quien él perseguía en sus fieles le ha salido al encuentro: «Pero cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara a los paganos...» (Gal 1, 11-17).

Perseguía a los cristianos porque veneraban a un Mesías crucificado (un buen “cristo” no podía haber muerto de ese modo) y porque tenían un mensaje universal (destruyendo el valor del judaísmo como pueblo aparte, elegido y distinto). Pues bien, en un momento determinado, por un cambio interior muy profundo, Pablo vio que Dios se revela precisamente a través del mismo Cristo que él estaba persiguiendo. Él no quería escuchar lo que ha escuchado y ver lo que ha visto, al menos en un sentido externo. Él había comenzaba queriendo otra cosa, pero el mismo Dios le ha mostrado un rostro diferente en Cristo y él ha querido ser fiel a su llamada, como los antiguos profetas de Israel. Así se considera como último profeta del auténtico judaísmo, el judaísmo de Jesús, el Cristo.

Cartas.

La herencia específica de Pablo son sus cartas (=epístolas), escritas en el último período de su actividad apostólica, entre el “concilio” (año 49 d. C.) y su cautividad en Jerusalén con el traslado posterior a Roma (57 d. C.). Sobre la fecha de composición, autenticidad e integridad de esas cartas existen varias hipótesis. Es posible que algunas (como 1 Cor, 2 Cor y Flp) sean el resultado de la unión de varias cartas menores; también es posible que otras hayan sido ligeramente interpoladas, con el fin de ser recibidas sin problemas en el canon del Nuevo Testamento.

De todas maneras, en conjunto, son sin duda auténticas las siguientes: 1 Tes (sobre temas de escatología y venida del Señor), 1 y 2 Cor (respuesta a problemas eclesiales y defensa del apostolado de Pablo), Fil y Flp (escritas desde la prisión, probablemente en Éfeso, sobre temas de experiencia cristiana), Gal (sobre la libertad de los cristianos, controversia con un grupo de judeo-cristianos) y Rom (carta de presentación a la comunidad de Roma, donde Pablo espera que la reciban, de paso para España; es el mejor compendio de teología paulina).

             A las siete anteriores han de añadirse una serie de cartas que han sido escritas a nombre de Pablo, por discípulos o imitadores suyos, con el intento de ampliar, adaptar o moderar su doctrina. (a) En plano apocalíptico: 2 Tes recoge el testimonio de 1 Tes y lo adapta a las nuevas circunstancias de espera del fin del mundo con el retorno de Cristo, que vencerá al Anticristo. (b) Cartas de la cautividad: Col y Ef que aplican el mensaje de Pablo en un contexto nuevo de especulación cósmica y de experiencia de unidad eclesial. (c) Cartas pastorales: 1 y 2 Tim y Tito; constituyen el último testimonio canónico de la actividad magisterial de Pablo; están dirigidas a la organización de comunidades cristianas ya estables, en contexto patriarcalista. (d) La Carta a los Hebreos ha sido atribuida a veces a Pablo, pero ha surgido en un contexto teológico distinto, de diálogo con el judaísmo sacral, a fin de presentar a Jesús como verdadero Sacerdote de la Nueva Alianza.

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