Algunos restos de Teresa están en Alba, su cuerpo está con Cristo en sus amigos
Ciertamente, parte de sus “restos” han sido sacados de la urna, para ser estudiados de nuevo y se veneran públicamente (pueden verse) con gran devoción estos días en Alba de Tormes, como saben los lectores curiosos, antes de ser colocados de nuevo en la urna del retablo del monasterio de forma que (Dios mediante) pasado un nuevo siglo podrán verse de nuevo en público, en Alba de Tormes
Pero eso son los “restos”. El cuerpo verdaderl de Teresa, en lenguaje bíblico, son sus seguidores y amigos, esparcidos por el mundo, los que viven de su espíritu, los que rezan con ella, los que la llevan/llevamos en los corazones.
Así dijo Pablo, en 1 Corintios y Romanos: El cuerpo de Jesús es su iglesia. De la misma manera, el cuerpo verdadero de Teresa son sus amigos, seguidores y discípulos, mujeres y varones, con Jesús, su amigo.
Así dijo Pablo, en 1 Corintios y Romanos: El cuerpo de Jesús es su iglesia. De la misma manera, el cuerpo verdadero de Teresa son sus amigos, seguidores y discípulos, mujeres y varones, con Jesús, su amigo.
| Xabier Pikaza

TERESA DE JESÚS, UN CUERPO DE CRISTIANA (1515-2025).
No fue escritora de oficio, ni tenía formación académica (reservada a los varones), pero supo escribir de un modo extraordinariamente preciso, en lenguaje popular culto, desde su propia experiencia y reflexión, y así ofreció en sus obras uno de los testimonios teológicos más importantes de la historia católica. Devota de la Humanidad de Jesús. En el centro del pensamiento de Teresa está su encuentro y unión con la humanidad de Jesús, entendida como fuente de amor y de compromiso al servicio de los demás.
En contra de algunos maestros espirituales que le aconsejaban que abandonara a Jesús hombre, para centrarse en su divinidad (Jesús eterno, Hijo divino), Teresa responde apelando siempre a su humanidad, para apoyarse siempre en la historia del evangelio:
«Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio, aunque esta gran merced no debe cumplirse con perfección, mientras vivimos, pues si nos apartásemos de Dios se perdería este tan gran bien. La primera vez que Dios hace esta merced, quiere su Majestad mostrarse al alma por visión imaginaria de su sacratísima Humanidad, para que lo entienda bien y no esté ignorante de que recibe tan soberano don.
A otras personas será por otra forma: a ésta de quien hablamos se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y Él tendría cuidado de las suyas, y otras palabras que son más para sentir que para decir... Parecerá que no era ésta novedad, pues otras veces se había representado el Señor a esta alma en esta manera. Pero fue tan diferente, que la dejó bien desatinada y espantada: lo uno, porque fue con gran fuerza esta visión; lo otro, porque las palabras que le dijo, y también porque en lo interior de su alma, adonde se le representó, si no es la visión pasada, no había visto otras...
Porque entended que hay grandísima diferencia de todas las pasadas a las de esta Morada, y tan grande del desposorio espiritual al matrimonio espiritual, como lo hay entre dos desposados (y dos casados a los que ya no se pueden apartar). Aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria, sino intelectual, aunque más delicada que las dichas, como se apareció a los Apóstoles, sin entrar por la puerta, cuando les dijo: Pax vobis» (Moradas VIII, II, 1-3).
![[PHOTOS] St. Teresa of Jesus' tomb is opened and her body is still ...](https://www.diocesisdeavila.com/wp-content/uploads/apertura-sepulcro-santa-teresa-2024-10.jpg)
La vida cristiana de Teresa se interpreta así como experiencia de amor con Jesús, un amor entendido en claves de desposorio (es decir, de encuentro personal), de manera que sólo así, desde el encuentro humano con Jesús, ella puede hablar de contemplación de lo divino.
Contemplar a Dios no significa separarse de la vida humana, sino vivir en plenitud y en iluminación interior la tarea de la vida humana. Por eso, su pensamiento es siempre un experiencia de humanidad (encuentro con Jesús hombres), en claves de dualidad (comunión de personas), de manera que sólo así puede hablarse de revelación de Dios y de unión con lo divino. A través de la humanidad (historia) de Jesús se unifican el hombre y lo divino:
«Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel memento la gloria que hay en el Cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual... Digamos que sea la unión como si dos velas de cera se juntasen tan en extremo que toda luz fuese una, u que el pabilo y la luz y la cera es todo uno; mas después bien se puede apartar la una vela de la otra, y quedan en dos velas, u el pabilo de la cera.
Acá es como si cayendo agua del cielo en un río u fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cuál es el agua del río u lo que cayó del cielo, o como si un arroyico pequeño entra en la mar, no habrá remedio de apartarse, u como si en una pieza estuviesen dos ventanas por donde entrase gran luz, aunque entra dividida, se hace todo una luz…» (Moradas, VII, II, 4. 6).

Los tres momentos de Dios. Hacia el final de su encuentro con Jesús-Hombre, en las Séptimas Moradas (7, 2), Teresa de Jesús desarrolló una visión en la que Dios aparece, al mismo tiempo, en tres perspectivas. (
a) Como Gracia original, Madre de pechos divinos, de los que mana Leche de Vida gozosa para todos los humanos. En ese principio que es Dios-Fuente de todo lo que existe estamos sustentados.
(b) Como Amigo, en Alteridad y Compañía. Dios no es sólo fuente-fundamento del que provenimos, sino que es también Amigo con el que compartimos lo que somos, al situarnos ante Jesús, en un amor que puede y debe entenderse con símbolos matrimoniales, encuentro de amor con el Amado.
(c) Como Familia, Comunicación o Diálogo de amor, de tal forma que el Padre y el Hijo habitan uno en otro e in-habitan en el alma, de manera que nosotros habitamos en ellos, siendo familia de Dios al ser familia humana. Éstos son los rasgos más hondos de la experiencia y teología de Teresa de Jesús, de manera que podemos destacarlos como expresión suprema de su pensamiento.
a. Dios es Madre: pechos divinos. En esos pechos de Dios vive en cuerpo Teresa. Ciertamente, Dios no es un cuerpo, pero podemos hablar con Teresa de un “cuerpo divino” del que nacen varones y mujeres, lugar donde comparten la existencia, unos con otros, en respeto y generosidad. Descubrir y agradecer la vida, que nos viene de ese cuerpo divino es el primero y más hondo de los gestos religiosos. Lógicamente, ese cuerpo puede recibir rasgos divinos y maternos, expresados de manera humana. Así lo ha visto Teresa de Jesús, que hace a Dios Fuente de vida, Pechos de madre que ofrece su propio alimento a los humanos:
«Se entiende claro, por unas secretas aspiraciones, ser Dios el que da vida a nuestra alma..., que en ninguna manera se puede dudar..., que producen algunas veces unas palabras regaladas, que parece no se pueden excusar de decir: ¡Oh Vida de mi vida y Sustento de mi sustento!... y cosas de esta manera. Porque de aquellos Pechos Divinos, adonde parece está Dios siempre sustentando el alma, salen unos rayos de leche que toda la gente del castillo conforta, que parece que quiere el Señor que gocen de alguna manera de lo mucho que goza el alma, y de aquel río caudaloso, adonde se consumió esta fuentecita pequeña, salga algún golpe de aquel agua para sustentar a los que en lo corporal han de servir a estos dos desposados» (Moradas 7, 2, 7).
Están esposo y esposa (Cristo y el alma, Jesús y Teresa) bien unidos, en desposorio radical, como ella ha venido mostrando a lo largo de toda su vida y en todos sus escritos. Desde esa unión de amor descubre Teresa el misterio original divino, que ella ha presentado en términos vitales (Dios es Vida de mi vida), maternos (unos Pechos que manan gozo y leche que sustenta a los humanos) y cósmicos (fuente original de la que brota agua de gracia y existencia para los humanos, en especial los enamorados). En el fondo de esta imagen está la experiencia que Pablo y la Iglesia más antigua ha desarrollado cuando habla de un “cuerpo místico de Cristo”. Pues bien, aquí estamos ante el cuerpo místico del Dios, que sustenta de manera generosa a los hombres y mujeres, haciéndoles hermanos.

Así podemos hablar de una especie cuerpo materno de Dios, en Teresa, por Teresa. Para Teresa de Jesús, creer en Dios es una experiencia original de fe en la vida. Creer en Dios es descubrir que nos hallamos fundados en lo divino. El Dios de Teresa es Fuente de la Vida, Pechos abundantes, acogedores y gozosos, que alimentan a todos los humanos, no sólo a los que están encerrados en su oración mística, sino a “la gente del castillo”, que son las potencias y facultades corporales.

b. Dios Amigo, el Señor enamorado. En el amor de Dios vive el cuerpo de Teresa enamorada
Teresa de Jesús ha desarrollado desde ese fondo la visión del Dios amigo, de manera que la fe viene a expresarse como experiencia de vida compartida, en dualidad de amor. Los “siete grados” de la unión de matrimonio que Teresa va mostrando en Moradas del Castillo Interior como momentos del ascenso a lo divino vienen a mostrarse al mismo tiempo como grados y/o momento del encuentro con los otros
. De esa forma, grados o momentos del amor de Dios (matrimonio con Cristo) se expresan y despliegan igualmente como grados del amor real, concreto, entre las hermanas en la comunidad, en apertura a todos los hombres. Allí donde la teología mística parece alejarnos más de la humanidad, ellas nos acerca más a los hombres y mujeres concretos con los que convivimos:
«Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio... A esta persona de quien hablamos (=Teresa de Jesús) se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, y le dijo que era ya tiempo de que sus cosas (de Jesús) tomase ella por suyas y Él tenía cuidado de las suyas (de Teresa) (Moradas 7, 2, 1). Aparécese el Señor en este Centro del Alma sin visión imaginaria, sino intelectual..., como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo “pax vobis”» (Moradas 7, 2, 3; cf. Jn 20, 21).
Este Dios amigo, que suscita y ratifica todo amor esponsal y fraterno sobre el mundo, no es ya un poder patriarcal, alguien que nos da su vida desde arriba, sino que ha venido a presentarse como un compañero de camino, en comunicación enamorada. Sólo en este contexto recibe su sentido la celebración de un matrimonio total entre Jesús y los hombres/mujeres, un matrimonio que puede expresarse en forma de comunidad de amor entre los creyentes.
c. Dios Familia. Encuentro de hermanos. El cuerpo de Teresa son, somos, sus hermanos en Cristo. De manera consecuente, el camino de mística divina es las Moradas puede y debe traducirse en forma de “camino de amor humano”. A cada grado de ascenso y encuentro con Dios corresponde un grado de profundización y encuentro real con otros hermanos. De esa manera, lo que parecía ser un camino de alejamiento del mundo se convierte en lugar de encuentro más hondo entre los hermanos/hermanas. Lógicamente, Teresa de Jesús ha interpretado este motivo en forma trinitaria:
«Orando una vez Jesucristo Nuestro Señor por sus Apóstoles (Jn 17, 21), dijo que fuesen una cosa con el Padre y el Él, como Jesucristo nuestro Señor está en el Padre y el Padre en Él. ¡No sé que amor puede ser mayor que este! Y no dejaremos de entrar aquí todos, porque así dijo Su Majestad: “No sólo ruego por ellos, sino por todos aquellos que han de creer en mí también” y dice “yo estoy en ellos” (Jn 17, 20.23) (Moradas 7, 2, 9-10). ¿Sabéis que es ser espirituales de veras? ¡Hacerse esclavos de Dios!... Así que, hermanas, para que (vuestra vida) lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de todas (las hermanas) y esclava suya (de las hermanas), mirando cómo o por dónde las podéis hacer placer y servir...» (Moradas 7, 4. 9).
Aquí está la clave de la mística cristiana: encontrarse con Dios significa acerca “la menor”, sirviendo (amando) a las hermanas. De esa manera, la teología se entiende y despliega como experiencia de encuentro con los demás hombres y mujeres, en claves de gratuidad y gozo.
Muchos otros rasgos tiene el pensamiento de Teresa, pero estos son algunos de los más significativos. Ella no ha pasado a la historia del pensamiento cristiano por algún tipo de teoría, sino por su experiencia de encuentro con Dios, tal como ha venido a expresarla en una obra literaria riquísima, de tipo biográfico, que sigue siendo una de las referencias básicas del pensamiento cristiano de occidente. No se puede entender la psicología religiosa, ni el sentido de la experiencia personal de Dios en la historia de la Iglesia moderna sin tener en cuenta el camino de Teresa.