Contra la corrupción, predicar con el ejemplo

(JCR)
Ya me gustaría a mí y a muchos otros misioneros en África pasarnos todo el día en la selva visitando a la gente, haciendo reuniones y presidiendo liturgias, pero aquí estoy estos días haciendo cuentas, escribiendo informes y contratando una auditoria. Trabajo de oficina, ordenador y burocracia. Reconozco que no es lo mío, ni quizás tampoco lo que la gente se espere más de los misioneros. Y sin embargo, por respeto y afecto hacia la gente con la que trabajamos, es necesario dedicar tiempo a estos menesteres y hacer las cosas bien.

Se trata de honradez, transparencia y de predicar con el ejemplo, particularmente en estas latitudes africanas donde la corrupción, por desgracia, campa por sus fueros. En Uganda sin ir más lejos, hace dos años, el Fondo Global de Naciones Unidas de lucha contra el SIDA suspendió sus ayudas a este país por irregularidades descubiertas en la contabilidad de estos fondos. Millones de dólares desaparecieron, y se descubrieron trucos como, por ejemplo, enormes cantidades de dinero justificadas con recibos de pagos de gasolina para vehículos oficiales... de gasoil. El presidente, sin embargo, tardó meses en reaccionar y cuando finalmente se vio forzado a tomar medidas se limitó a no incluir en el nuevo gabinete ministerial a los responsables de la corrupción. Por lo demás, no se castigó a nadie.

La Iglesia suele dedicar una buena parte de sus sermones a fustigar la corrupción de los políticos, pero por desgracia no siempre predica con el ejemplo. Hace pocos días la prensa ugandesa se hizo eco del conflicto que existe en la diócesis de Soroti, en el Este del país, donde no se han presentado las cuentas para justificar más de 800 millones de chelines (unos 400.000 euros). El obispo, al sentirse atacado, se limitó a responder que "este es un asunto eclesiástico entre Roma y la diócesis, y la gente no tiene por qué entrar en este tema".

Me da pena, y rabia cuando sacerdotes y religiosos reciben sustanciosas cantidades de dinero de donantes extranjeros, en nombre de la gente pobre de sus parroquias y diócesis y luego usan el dinero si dar cuenta a nadie y sin involucrar a los beneficiarios. Y me da más pena cuando -como se hace con otros temas de abusos- obispos y superiores reaccionan queriendo
tapar escándalos y comprar silencios a toda costa.

El ayuntamiento de Madrid nos dio el año pasado 78.000 euros para construir un dispensario en la parroquia de Minakulu. Esta semana estamos haciendo una auditoria. Ojalá lo hiciéramos siempre. Abrir nuestros libros de contabilidad a la luz pública, aceptar críticas para mejorar y justificar hasta el último céntimo.

No me extraña que en tantas ocasiones agencias de ayuda a la Iglesia necesitada pongan condiciones, pidan pro formas, planes y presupuestos bien pensados para evitar cualquier atisbo de tentación de fraude. Porque, por desgracia, existen casos -y serios- de engaños y de falta de transparencia. En una ocasión sentí vergüenza cuando una conocida organización de ayuda a la Iglesia en países de misión me mostró toda una estantería con proyectos falsos descubiertos a tiempo.

Naturalmente, por cada caso de mala gestión existen cientos de proyectos bien realizados que benefician a la gente más pobre. Pero no podemos consentir esos pocos casos que empañan la imagen de la Iglesia y hacen que la gente a veces pierda la confianza. Vengan más auditorias y evaluaciones y dejémonos enseñar, que no perderemos nada con eso.
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