Tengo la ventaja de que a partir de hoy no voy a sufrir invectiva alguna por parte de quienes no gusten lo que aquí se escriba: ¡ESTOY DE VACACIONES! Lo que salga a partir de hoy, ya está escrito. Scripta manent, verba volant... et ego volo volare"
Pablo de Tarso se erigió en modelo de sus conmilitones tras el cambio operado camino de Damasco.
Sus palabras son las mías pero en sentido contrario. Y no me siento menor a él en ideas. Eso sí, a él le hicieron más caso y sus retorcidas disquisiciones han enamorado a generaciones y generaciones. Pero al fin y al cabo, tres ideas con igual peso específico que las mías.
Pablo de Tarso cambió, pero realmente sufrió el cambio cuando ya no tenía tiempo de desandar el camino emprendido, cuando el torrente que desató entre sus seguidores no podía pararlo.
Cuando yo creía, cuando rezaba, cuando era un santo creyente, también sentía angustias. El refugio era Dios. Y seguía anclado en la zozobra.
Ahora sé que eran las angustias naturales del que no encuentra su sitio en la sociedad.
Ahora...
...que soy otro,
...que me he convertido a la sensatez,
...que me he encontrado a mí mismo,
...que he dejado los credos de la infancia,
...que he dado de la lado comportamientos sujetos a creencias,
...que he desterrado de mi mente seguridades eternas,
...ahora que me siento glorificado a mí mismo en la santidad de lo terreno,
¡sigo teniendo las mismas angustias!
Creo que angustia y religión no tienen que ver nada... pero, eso sí, la religión explota la angutia de manera muy productiva.