En el Año de San Pablo (12/16). Solazarse en el sufrimiento ¿qué es?

Las consideraciones sobre personalidad neurótica no implican descalificaciones ni infravaloraciones de la persona. En modo alguno. Cada persona es como es. La fenomenología no implica connotaciones morales ni desprestigio. De tales o cuales caracteres con tales o cuales aptitudes surgen seres normales, seres patológicos o genios. Uno de ellos fue Pablo de Tarso.
Ahora bien, si las sociedades que de ellos derivan quedan conformadas a su imagen y semejanza, bien merecen la reprobación cuando, de sus leyes y prácticas,
a) surgen desviaciones doctrinales o morales
b) se generan conductas aberrantes
c) derivan en perversiones
d) sus propósitos fundacionales quedan en sólo buenos propósitos.
Éste es el caso de Pablo de Tarso, personaje que se entregó en cuerpo y alma a difundir "su" mensaje y que influyó de manera decisiva en la forma de ser de la futura "sociedad cristiana".
Todos conocemos la fábula de Esopo/La Fontaine de “la zorra y las uvas”, que a nivel popular no es otro que el consejo repetido varias veces por Teresa de Jesús a sus monjas, “haced de la necesidad virtud”.
Tal es lo que sucedió con Pablo de Tarso: fuese lo que fuese lo que le aquejaba --impotencia sexual, libido problemática, inclinaciones desviadas, fijaciones, tabúes, obsesiones varias-- , la reacción, bien descrita por el psicoanálisis, es la típica del psiquismo humano: represión, desviación y sublimación.
Se presiente libre (en Cristo, dirá él)y no tiene que dar cuenta a nadie (la figura tópica del dictador presente en fundadores o regeneradores de órdenes religiosas); se siente redimido de sus pulsiones que lo disponían a obrar y pensar de modo determinado (todo lo puedo en aquel que me conforta). A partir de ahí afirma lo que quiere y decide con plena conciencia. De nuevo la figura tópica del "iluminado".
De sus afirmaciones "afectivas", deducimos otras cosas. Incapaz de llevar una vida sexual digna, esconde el problema pensando que lo ha superado. A partir de ahí para él cualquier forma de sexualidad es nula y no tiene valor alguno: está entregado completamente a Cristo, que no deja de ser una entrega a ideas forjadas en su mente a las que concede validez absoluta, incontrovertible y real. Él no había conocido a Jesús, lo que conoce es lo que imagina de Jesús (y se imagina a "Cristo"), una idea.
No sólo le sucedió esto a Pablo de Tarso: miles de seguidores suyos encerrados en conventos reviven idéntica situación. Esto es literatura ampliamente sabida y divulgada. ¡Y también normal en el desarrollo psicológico de cualquier persona con problemas relacionados con la afectividad!
Estamos segurod de que Pablo de Tarso hubiese querido ser como todos y “realizarse” humanamente constituyendo una familia “al uso”: ésa es la “concesión” que hace a los que podrían “abrasarse” y la prescripción a la entrega mutua en el matrimonio. Pero las palabras que siguen le traicionan: “Bien quisiera que todos fueran como yo”. ¿Por qué? Eso, en primer lugar, no era lo normal en su época; los seguidores de Jesús, los apóstoles, todos estaban casados; su mismo Fundador tuvo estrechas relaciones con mujeres e incluso pudo haberse casado, que no sería ningún desdoro para su misión (sería todavía más "humana"); y, sobre todo, es la ley natural fijada por la especie (que, no olvidemos, la creó Dios así según su propia doctrina genésica).
Es lo que nunca son capaces de explicar: por qué Dios crea las cosas como son y sin embargo, para alcanzar la perfección, hay que contravenir lo que Dios creó.
Su satisfacción --sublimación-- vino por otros derroteros y eligió el camino del sufrimiento (II Cor 12,10): “Por eso me complazco en las flaquezas, en las afrentas, en las adversidades, en las persecuciones, en las angustias por Cristo. Pues cuando me siento endeble, entonces soy fuerte”. Típico de las fijaciones neuróticas.
Sí, también este camino es característico de la personalidad neurótica, gozarse en el sufrimiento, vulgo masoquismo. San Pablo lo dice en repetidas ocasiones. ¿Se debe tomar en sentido espiritual? ¿Y por qué no también en su interpretación psicológica? No se olvide que las personas normales juzgan también de manera normal y Pablo, el que nació en Tarso de un padre y una madre, era un hombre, fue un niño, se hizo adulto, fue una persona como nosotros, con idénticos problemas físicos y psíquicos...
En el fondo se desprecia a sí mismo, ...para que refulja la gracia de Dios en él, justifica. Y así el mundo que se forja –y que transmitirá a generaciones sucesivas— es un mundo en el que no cabe la vida, el amor, el deseo, el placer, la sensualidad, la atención al cuerpo, el regocijo, la autonomía...
Iba al encuentro de las dificultades, le gustaban los problemas, gozaba con ellos, los deseaba e incluso los provocaba. Sí, todo por Cristo, que no es otro que el ideal o centón idealista que se había formado en su cabeza.
En la misma epístola (II Cor 11, 22) él mismo hace un balance de lo que ha tenido que soportar por evangelizar al mundo. Recordemos:
“...cárceles, azotes sin número, peligros de muerte muchas veces. Cinco veces recibí de los judíos treinta y nueve azotes. Tres veces fui golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces naufragué. Pasé un día y una noche náufrago en alta mar. Viajes a pie muchos, peligros de ríos, de salteadores, de mis compatriotas, de los gentiles, en la ciudad, en despoblado, en el mar, peligros de parte de los falsos hermanos... ...¿Es forzoso gloriarse? Me gloriaré en mis flaquezas”.
Añadanse los dos años pasados en prisión, el exilio... ¡El gozo supremo de un masoquista!
Sí, lo pueden interpretar de otro modo: el celo de Dios me devora. ¿Quién nos impide verlo bajo la lupa psicológica? Visión tan válida como la del fundamentalista.
Algo que no pudo digerir fue la humillación sufrida por parte de los intelectuales atenienses, filósofos estoicos y epicúreos. Comenzó su discurso con jabón, pero dio en hueso al tratar de introducir el asunto “cristo” unido al de “resurrección”. La risa de sus oyentes todavía le debe estar martilleando los oídos. Otra humillación que terminó en huida, oculto en un cesto y descendido por la muralla, fue la sufrida en Damasco: parece que la clase media de las ciudades estaba más enterada de lo que suponía. Nihil novum sub sole.
Y repetimos lo dicho tantas veces: cada uno es como es y trata de nadar a contracorriente en el río de sus flaquezas. Pero una sociedad santa, inmaculada, católica, inspirada por Dios... no es concebible que sea conformada por las penurias psicológicas de un individuo, por más genial que sea.