¿Darwin vs Deus? Doscientos años de evolucionismo (1/3)

por EMÉRITO AGUSTO
Charles Darwin: el hombre que cuestionó al mismo Dios. Así le apodaron muchos de sus detractores de la época. Aquellos que veían como inconcebible que el ser humano pudiera descender de una bestia tal como un simio. El científico británico Charles Darwin, figura capital del evolucionismo y del pensamiento moderno, representa como pocos el antagonismo entre religión y ciencia.

Se acaban de cumplir los 200 años de su nacimiento y el 150º aniversario de su obra cumbre. Su legado sigue en cierto modo vigente y es aplaudido por la Ciencia internacional, aunque también se ve seriamente cuestionado, principalmente por la Doctrina cristiana. No cabe la menor duda de que en la actualidad uno de los debates más vehementes entre ciencia y religión es el que hace referencia a la compatibilidad entre la teoría científica del evolucionismo y la doctrina religiosa del creacionismo.

La singladura emprendida por Darwin a la aventura por el mundo le embarcó también en una de las teorías más aventuradas, arriesgadas y desafiantes de la historia, capaz de dividir a la comunidad humana.

A su llegada a las Islas Galápagos, descubrió que en cada isla cercana existían las mismas clases de aves pero con diferentes picos; posteriormente constató que esto se debía a que cada ave se había adaptado a la variedad de árboles, frutas e insectos que poblaban las diferentes islas. Este fue el soporte para su teoría, pues más tarde comprobó que tal patrón se repetía en muchas otras especies. De esta verificación dedujo que las especies habían evolucionado según el hábitat de cada una.

Y a partir de este ensayo nació la teoría de la evolución que plasmó en su libro “El origen de las especies”, algo así como la biblia de los evolucionistas. Darwin demostró que: “todas las especies de seres vivos evolucionan con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural”. Y por deducción, germinó la idea de que el ser humano también podía ser la evolución de otra especie inferior, el mono.

Ninguna teoría científica ha hecho correr tanta tinta como la teoría de Darwin. Dentro de la ciencia prácticamente nadie duda de la realidad del hecho evolutivo, lo que se discute es cómo se produce la evolución, cuáles son sus causas,de qué manera se ha ido desarrollando, si ha sido de forma lenta y gradual o a través de saltos bruscos que se han dado en momentos puntuales. Pero las controversias más agrias se han producido más allá de la ciencia.

La evolución fue aceptada como un hecho por la comunidad científica y por buena parte del público en vida de Darwin. Sin embargo, su teoría de la evolución mediante selección natural no fue considerada como explicación primaria del proceso evolutivo hasta la década de los años 30 del siglo pasado.

Darwin entiende la naturaleza como un sistema dinámico y competitivo. La idea de la selección natural mediante la lucha y la competitividad de las especies entre sí y de los individuos de una misma especie entre ellos por la subsistencia conduce a la victoria del que mejor se adapte al medio.

Actualmente esta teoría constituye la base de la síntesis evolutiva moderna. Con sus modificaciones, los descubrimientos científicos de Darwin aún siguen siendo el acta fundacional de la biología como ciencia, puesto que constituyen una explicación lógica que unifica las investigaciones sobre la diversidad de la vida.

La tradición religiosa de la familia Darwin encierra ciertas paradojas; no más que las que encontramos actualmente en la práctica de la religión en nuestro país. Su padre y su abuelo eran librepensadores; sin embargo, él fue bautizado y su formación religiosa fue estrictamente anglicana. En su época de Cambridge, Darwin estudió teología y se planteó convertirse en clérigo anglicano, sin albergar ninguna duda sobre la verdad literal de la Biblia.

Su posterior relación con John Herschel, así como con la teología natural de William Paley, le hicieron adoptar un pensamiento crítico que buscaba explicaciones más allá del milagro o de la teleología de la creación divina. En el viaje a bordo del Beagle, Darwin aún buscaba “focos de creación” que justificasen la distribución de las especies. Así, por ejemplo, al ver hormigas-león en poblaciones de canguros, habló de “dos momentos de creación distintos”. Aún seguía siendo asaz ortodoxo y citaba regularmente la Biblia como una autoridad moral.

Sin embargo, a su retorno, Darwin se manifiesta mucho más crítico con el pensamiento creacionista, y se planteó por primera vez la posibilidad de que otras religiones, o incluso todas ellas, fuesen igualmente válidas. Los siguientes años, de intensa especulación en torno a cuestiones geológicas y a la transmutación de las especies, hicieron que se plantease muchas cuestiones relativas a la religión; y así lo discutía frecuentemente con su mujer, quien apuntalaba su fe en una experiencia y un cuestionamiento igualmente serios.

Con Darwin se abre un nuevo capítulo de choque entre ciencia y fe. El anterior más conocido fue el caso Galileo. Hoy se enfrentan dos tesis excluyentes: el evolucionismo y el fixismo o creacionismo.

Su teoría científica fue utilizada bien pronto como arma arrojadiza contra la religión. Pero, ¿cuál fue su auténtica intención? ¿Sólo aspiraba a establecer una teoría científica alternativa al fixismo imperante o también pensaba que estaba aportando pruebas científicas a favor del ateísmo?
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