El círculo vicioso del creer.

--"Éste es un personaje famoso, aparece mucho en televisión".

--"¿Y por qué es famoso?"

--"Pues porque aparece en televisión".


Es el círculo vicioso de que muchas tertulias basura se nutren y que hacen perder el tiempo y embrutecen a millones de videntes o visionadores, sin el más mínimo sentido crítico para prescindir de bazofias.

(Hablamos en general, no específicamente de una tal Belén Esteban)




Insistamos en la falacia aplicada a la credulidad: yo creo en algo porque ese algo me dice que crea. Otra definición pura del círculo vicioso.



--"No sé si puedo creer en Dios, pero como Dios me dice que crea en él, tengo necesariamente que creer en él: es Dios y no me puede engañar".



La misma demostracón circular para decir que Dios es bueno, que Dios es justo, que dios es poderoso...



Este inicio de la creencia no sería el mal menor: peor son las derivaciones sobrevenidas. Ante lo cual de nada sirven las preguntas que cualquier mente ingenua se pueda hacer y que alargan el razonamiento "ad nauseam":



Creo: ¿qué es creer? ¿por qué? ¿quién me asiste? ¿en qué? ¿cuál es el desarrollo de la creencia...?



En Dios: ¿cómo y qué es, qué hace “ahora”, qué características le adornan, cuál es su relación con el hombre...?



Me habla: ¿Cómo, cuándo, por qué, con qué medios, de qué manera, hasta cuándo, en qué situaciones...? ¿no me estaré engañando?






A todas las respuestas han contestado los "sabios teólogos", siempre en su círculo vicioso que parte de la previa aceptación de todo. El sustrato es indiscutible.



De ahí que cualquier "tratado" sobre temas religiosos, por más contestatario que pueda ser, haya de ser visto con suspicacia. Con suspicacia porque no se discute el principio que todo lo rige, Dios. Como mucho, aspectos secundarios que pasan a ser fundamentales desde el nivel definitorio que se quiera establecer.



Por poner un ejemplo, el libro "Jesús de Nazaret". ¿Qué puede decir de nuevo o novedoso toda una "institución" como Benedicto 16º sobre Jesús después de 20 siglos de continua meditación en el personaje de marras? Nada. Revolver y revolver en las mismas ideas, poniendo las fichas del dominó ora aquí, ora allá. [Lo comencé a leer y a las pocas páginas, me asaltaba de forma recurrente la sensación de "esto ya lo he leído" en otro sitio. Y lo dejé].



Teniendo en mente el hecho de que la vida de uno, presente o futura, depende de la creencia en algo, frente a tanta pre-disposición, frente ante tanto pre-juicio, las respuestas han de ser de uno mismo, interiores, vitales. Si no, al mínimo soplo se las lleva el aire.



Y así ha sucedido en nuestro siglo, que las respuestas teologales no han servido para encarar problemas que superan presupuestos sociales, políticos y económicos de antaño. Por ejemplo, las dos Guerras Mundiales generadas en países muy cristianos ellos. Por ejemplo, "la cuestión social". O la emancipación de la mujer. O la vivencia plena de la sexualidad. O la libertad de pensamiento.



Sucede, por otra parte, que las preguntas llegarán siempre hasta el infinito. Mientras la ciencia va cancelando inquietudes, la credulidad siempre generará dudas y preguntas sobre lo mismo. Unos las darán de lado, otros las desecharán y otros desistirán. Dios es cada vez más discutido. El mal en la perspectiva de Dios no tiene solución alguna, etc, etc.



Añádase que la nada es infinita e infinita es asimismo la estulticia del mundo. Consuela saber que siempre habrá mentes que se alcen contra la tiranía social del "bien pensant", de lo socialmente correcto o del "dónde va Vicente".Las caras del poliedro de la credulidad pueden ser muchas y podrán parecer diversas, pero se basan en un único pensamiento manifestado en argumentos viciados por viciosos, aunque inamovibles para un crédulo.



Por eso y por necesaria supervivencia, frente al sentido común preguntón, las barreras crédulas devienen infranqueables. Éstas son las más socorridas:



Creo porque quiero creer



Porque además Dios me ayuda a creer



Porque Dios ha insuflado en mí la fe



Porque Dios no me puede engañar



Porque lo incomprensible no se puede razonar,



Porque, si no creyera, no tendría sentido mi vida



Porque siento dentro de mí la seguridad de lo eterno, de lo inconmovible, de lo gratificante.



Convencerle de tal viciosa irracionalidad es imposible. Ha de convencerse. En el fondo lo que busca el crédulo es un fundamento de ilusiones que no existe. Las reglas de juego a las que se somete la mente del común de los mortales a él no le sirven, primero porque su mente está subyugada por vivencias que él considera "profundadas" y segundo porque dichas reglas humanas, por no desarrolladas, están vacías de vivencia.



Entre la evidencia que le pudiera proporcionar su razón y la seguridad del sentimiento consecuente, se agarra a otra seguridad para él evidente, que paradójicamente deriva de lo no evidente.



Podrán hablar de "inteligencia emocional"... de lo que hablaremos en otra ocasión. ¡Dar vueltas a lo mismo!
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