¿Quién da culto a Osiris?

Lo hemos dicho en repetidas ocasiones, pero lo expresamos con mayor contundencia. Osiris fue un dios egipcio que también “bajó” a la tierra por amor a los hombres, que se dedicó a practicar el bien entre los mortales; también --como su sucesor, Cristo--, murió asesinado por influencia nefasta del maligno, de Set, el Satán de la Biblia; también, como después Cristo, resucitó; como Cristo, Osiris se erigió en juez de vivos y muertos...

El culto, las ceremonias, los días a él dedicados, los templos, los ritos... fueron tan amplios aunque menos extendidos como los del cristianismo. Pero no es nuestro propósito decir que Cristo y Osiris son lo mismo hasta en el desenfadado tinglado de las reliquias.

El propósito es hacer ver al crédulo la insensatez de creer: ¿alguien da culto hoy día a Osiris? ¿alguien se lamenta de que haya desaparecido incluso del recuerdo? ¿alguien lo echa de menos? ¿alguien confía su existencia y su inmortalidad al dios Osiris, el inmortal?

No, su figura es ya “literaria”, está muerta, no es sino un nombre, casi ni un recuerdo; es más, la creencia cristiana dirá que tal mito es una falsedad.

¿Por qué Osiris era una falsedad y Cristo no? Convénzanse los crédulos que Cristo no es más que Osiris, que tanta o más literatura sobre Osiris había que sobre Cristo; que el mito de Cristo tiene los días contados; que la religión cristiana no es más que la egipcia; que si es cuento “el cuento de Osiris”, también lo es el de Cristo.

¿Por qué seguir creyendo en algo que, a la postre, sucumbirá? Piense el creyente en Osiris y se salvará.

Sólo el hombre permanece, sólo la humanidad es legataria del pasado. La creencia nace, se expande y muere. Pero se sustenta con gente de buena intención pero poco sentido crítico respecto a lo que cree.
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