"Si los obispos valencianos fuesen valientes…" "El valenciano: una realidad en la vida social y eclesial"

"El valenciano: una realidad en la vida social y eclesial"
"El valenciano: una realidad en la vida social y eclesial"

"No me podía creer lo que estaba leyendo de las Constituciones del Sínodo de Valencia, porque una Iglesia, o mejor dicho, una jerarquía como la valenciana, que desprecia, excluye e ignora el valenciano, ¿cómo puede decir que la esta lengua es una realidad en “la vida eclesial”?"

"Además de afirmar falsamente, que el valenciano está presente en la 'vida eclesial', dice también que 'es deseable que se pueda disponer de los textos litúrgicos habituales en lengua valenciana'"

"También es indigno pedir la constitución de 'grupos de trabajo para la traducción valenciana de los textos litúrgicos' y que afirme que hace falta 'la traducción valenciana de los textos litúrgicos, más allá de polémicas y de intereses no eclesiales'"

"También es indignante que este punto 11.12, afirme que 'este Sínodo expresa el deseo y la petición para que se llegue a esta versión valenciana de los textos litúrgicos oficiales cuando antes mejor'"

"Hoy, 23 de mayo, se cumple un año de la clausura de la asamblea sinodal que aprobó el punto 11.12, que pedía la publicación de los libros litúrgicos en valenciano"

"Y mientras tanto, los cristianos valencianos continuamos sin poder expresar nuestra fe en la lengua de San Vicent Ferrer"

"Seguramente nuestros obispos deben pensar que solo en castellano tiene lugar la transubstanciación y que en valenciano, el pan y el vino no se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor"

"Como decía recientemente Peli Romaratgui, 'solo si amamos nuestra tierra, podemos amar las otras tierras'(Religión Digital, 3 de mayo de 2022)"

"Si los obispos valencianos fuesen valientes, también reconocerían en un homenaje público, a los miembros de la Comisión Litúrgica de la Provincia Eclesiástica Valentina para la traducción de los textos litúrgicos, creada el 1973"

Me quedé más que perplejo (y por eso tuve que leer dos veces esta frase) porque no me lo podía creer. Y es que éste es el título del punto 11.12, de la propuesta once (“Iglesia, Cultura, Educación y Sociedad”) de las Constituciones del Sínodo Diocesano de Valencia. Y digo que no me podía creer lo que estaba leyendo de las Constituciones del Sínodo de Valencia, porque una Iglesia, o mejor dicho, una jerarquía como la valenciana, que desprecia, excluye e ignora el valenciano, ¿cómo puede decir que la esta lengua es una realidad en “la vida eclesial”? Y es que no hace falta sino ir a cualquier templo del País Valenciano, para ver que nuestra lengua está ausente (con honrosas excepciones), de la vida de la Iglesia, por voluntad expresa de los obispos valencianos.

El retablo mayor de la catedral de València, antes de ser manipulado
El retablo mayor de la catedral de València, antes de ser manipulado

"¿Cómo pueden tener la osadía de afirmar en este punto 11.12, que el valenciano es una realidad 'en la vida eclesial'?"

Cuando desde hace siglos los obispos del País Valenciano (con las excepciones de los obispos Josep Pont i Gol, Josep Mª Cases, Rafael Sanus y Enric Benavent) han excluido de los templos el valenciano y han marginado nuestra lengua en los seminarios, ¿cómo pueden tener la osadía de afirmar en este punto 11.12, que el valenciano es una realidad “en la vida eclesial”?

El Sínodo, con siete comisiones de trabajo, que se celebró entre el 2019 y el 2021, finalizó sus sesiones en la Asamblea Sinodal, ahora hace un año, los días 22 y 23 de mayo de 2022 y aprobó los diversos puntos que se presentaron. Este punto 11.12, además de afirmar falsamente, que el valenciano está presente en la “vida eclesial”, dice también que “es deseable que se pueda disponer de los textos litúrgicos habituales en lengua valenciana”. Éste mismo punto 11.12 continúa así: “Este Sínodo pide que el arzobispo, en comunión con los obispos de Segorbe-Castellón y de Orihuela-Alicante” (¿por qué olvida el texto al obispo de Tortosa?), “hagan los pasos necesarios para constituir los grupos de trabajo para la traducción valenciana de los textos litúrgicos, más allá de polémicas y de intereses no eclesiales”.

Si es totalmente falso decir que el valenciano está presente en la “vida eclesial”, también es indigno pedir la constitución de “grupos de trabajo para la traducción valenciana de los textos litúrgicos”. ¿No recuerdan los obispos valencianos que hace años (demasiados años), la Acadèmia Valenciana de la Llengua (que es el ente normativo por lo que respecta al valenciano), presentó a los obispos el Misal Romano traducido al valenciano, un texto que debe estar lleno de polvo, “descansando” en alguno de los despachos del palacio arzobispal de València?

Como antes uana parte de la Iglesia desprecia el valenciano
Como antes uana parte de la Iglesia desprecia el valenciano

Es indignante además, que este punto 11.12, afirme que hace falta “la traducción valenciana de los textos litúrgicos, más allá de polémicas y de intereses no eclesiales”. ¿Quién ha estado negando la autoridad de la AVL (que trabaja con un criterio científico), sino los obispos valencianos que la han cuestionado y que han “olvidado” la traducción al valenciano del Misal Romano que hizo la AVL? Además, resulta sarcástico que se diga que la traducción se ha de hacer “más allá de polémicas y de intereses no eclesiales”, cuando han sido los mismos obispos (y sus predecesores) los que han utilizado (cuando no promovido) a lo largo de los años, las polémicas y los intereses no eclesiales, para no publicar el Misal Romano en valenciano.

"¿Quién ha estado negando la autoridad de la AVL (que trabaja con un criterio científico), sino los obispos valencianos que la han cuestionado y que han “olvidado” la traducción al valenciano del Misal Romano que hizo la AVL?"

También es indignante que este punto 11.12, afirme que “este Sínodo expresa el deseo y la petición para que se llegue a esta versión valenciana de los textos litúrgicos oficiales cuando antes mejor”. Es indignante, porque hace unos años, el “Plan Pastoral Diocesano para los próximos años”, en la proposición 10 del tema 3 (La liturgia, celebración del misterio de Cristo) y en el número 107, ya pedía “fomentar el uso del valenciano en la liturgia, como cauce de evangelización enraizado en nuestra cultura, promoviendo la edición de los libros litúrgicos en valenciano (Constituciones sinodales 447)”. ¿Qué se ha hecho de aquel nº 107? ¿Por qué no se han editado los libros litúrgicos en valenciano, cómo pedía el “Plan Pastoral”? ¿De qué sirve que el “Plan Pastoral” aprobase este número 107, si después no se tiene en cuenta lo que se aprobó?

Hoy, 23 de mayo, se cumple un año de la clausura de la asamblea sinodal que aprobó el punto 11.12, que pedía la publicación de los libros litúrgicos en valenciano. Y no sé cuántos años hace de la aprobación del “Plan Pastoral”. Y mientras tanto, los cristianos valencianos continuamos sin poder expresar nuestra fe en la lengua de San Vicent Ferrer. Y eso sí que es indignante. En ningún país del mundo, a excepción del País Valenciano, los cristianos se ven impedidos de celebrar la fe en la propia lengua.

Los obispos valencianos habrían de hacer suyas las palabras que el papa Francisco dirigió a los participantes en el congreso de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos) en Colombia: “Entrad en la vida del pueblo. Entrad con respeto en sus culturas, sus tradiciones, tratando de llevar adelante la misión de inculturar la fe y de evangelizar la cultura” (Religión Digital, 13 de agosto de 2021).

El obispo por el cual hablar catalán era cosa del demonio
El obispo por el cual hablar catalán era cosa del demonio

A lo largo de los siglos, los obispos valencianos (a excepción de los obispos Pont i Gol, Cases, Sanus y Benavent), se han comportado como el obispo valenciano de Girona, José Vila Martínez, que consideraba que hablar valenciano (o catalán), era cosa del demonio. Vila Martínez, nacido en la villa valenciana de Benavites, ejerció su ministerio episcopal en la diócesis de Girona, en un sentido españolista, intentando castellanizar a la Iglesia catalana, como el ministro Wert quería españolizar a los niños catalanes. Solo hace falta ver la transcripción (que hizo mossèn Ramon Corts), de la respuesta que el obispo Vila dio al jesuita Francesc Llorens, cuando éste le informó que la predicación de unos ejercicios espirituales para mujeres sería en catalán. El obispo Vila dijo: “¡Dios mío! El demonio ha tomado otra fortaleza”. Y es que para el obispo Vila, “hablar catalán constituye por sí mismo un acto antipatriótico”. Cabe recordar que entre las medidas que el obispo Vila aplicó en Girona, además de predicar en castellano, editó el catecismo, también, en castellano, despreciando (como hacen actualmente los obispos valencianos), la lengua de Ausiàs March y de Ramon Llull.

"Los obispos valencianos habrían de hacer suyas las palabras que el papa Francisco dirigió a los participantes en el congreso de la CLAR: 'Entrad en la vida del pueblo. Entrad con respeto en sus culturas, sus tradiciones'"

Los obispos valencianos habrían de aprender de tantos y tantos pastores que han hecho suya (y la han defendido), la lengua del pueblo que sirven. Solo hace unos meses, “el pueble ticuna asumía el compromiso de traducir la Biblia a su lengua materna” (Religión Digital, 28 de febrero de 2022). Y es que la diócesis de Alto Solimôes, en la región fronteriza entre Brasil, el Perú y Colombia, decidió apostar por una “Iglesia con rostro indígena”, a diferencia de la jerarquía del País Valenciano, que excluye nuestra lengua de la Iglesia, comportándose como una jerarquía colonizadora.

Por eso hago mías les palabras del obispo Mario Antonio Silva, de Cuiabá, cuando decía: “Lo que pasa con los Yanomami es una vergüenza para nuestro país” (Religión Digital, 24 de abril de 2022). También es una vergüenza lo que hacen los obispos con los cristianos valencianos. Y aún más el día de San Vicent Ferrer, patrono del País Valenciano, cuando en teoría, las misas se celebran en valenciano. No me lo podía creer, pero este año, en la festividad de San Vicent, el pasado 25 de abril, en la catedral de València, la misa presidida por el obispo auxiliar, Javier Salinas, el credo, la plegaria eucarística, el padrenuestro, la postcomunión y la bendición final, fueron en castellano. Ni el día de San Vicent, patrono del País Valenciano, la misa en la catedral de València fue totalmente en valenciano.

Cañizares habría de hacer suya la lengua de la Pilota
Cañizares habría de hacer suya la lengua de la Pilota

Seguramente nuestros obispos deben pensar que solo en castellano tiene lugar la transubstanciación y que en valenciano, el pan y el vino no se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor. Y que la profesión de fe no es válida si no es en castellano. E incluso, también deben creer los obispos que Jesús enseñó el padrenuestro a sus discípulos en castellano (como no podía ser de otra manera), y por eso la oración del Señor no se puede rezar en valenciano. Y después aún tienen el atrevimiento de decir que el valenciano es “una realidad en la vida social y eclesial”, cuando la verdad es que nuestros obispos, continuamente, desprecian la lengua de San Vicent Ferrer.

Como decía recientemente Peli Romaratgui, “solo si amamos nuestra tierra, podemos amar las otras tierras” (Religión Digital, 3 de mayo de 2022).

Los obispos y el clero valenciano habrían de recordar las palabras que el papa Francisco, en 2017, dirigió al obispo argentino de Viedma, con motivo del 10º aniversario de la beatificación de Ceferino Namuncurá, hijo del pueblo mapuche. El papa recordaba que el beato Ceferino “no va olvidó sus raíces, su pueblo, su cultura”. Por eso el papa decía también, que “el sacerdote tiene que identificarse siempre con su pueblo” (cosa que no hacen los sacerdotes valencianos), “de tal manera que su tiempo, su vida, su persona sean para los hermanos”.

Las dos cartas de Joan Fuster que ha dado a conocer el diario Levante (15 de mayo de 2022), dirigidas a mossèn Josep Perarnau, en relación a la actitud del arzobispo Olaechea y el valenciano en la Iglesia, revelan muy claramente la animadversión por nuestra lengua y las suspicacias hacia Montserrat, de quien fue arzobispo de València por nuestra lengua.

Plan pastoral diocesano
Plan pastoral diocesano

"Sería muy importante que los obispos valencianos hiciesen un homenaje público a mossèn Vicent Sorribes, al P. Pere Riutort, al P. Vicent Faus y al sacerdote Alexandre Alapont, pioneros en la introducción del valenciano en la Iglesia"

Ojalá (aunque lo dudo), los obispos valencianos rectificaran y llegasen a comprender, por fin, la necesidad de inculturar la Iglesia valenciana en la lengua y en la cultura que le es propia. Y también, ojalá que los obispos del País Valenciano dignificaran el valenciano, tantas veces arrinconado, prohibido y excluido por ellos mismos y por sus predecesores, a excepción de los obispos Josep Pont i Gol, Josep Mª Cases, Rafael Sanus y Enrique Benavent.

Además, sería muy importante que los obispos valencianos hiciesen un homenaje público a mossèn Vicent Sorribes, al P. Pere Riutort, al P. Vicent Faus y al sacerdote Alexandre Alapont, pioneros en la introducción del valenciano en la Iglesia.

Si los obispos valencianos fuesen valientes, también reconocerían en un homenaje público, a los miembros de la Comisión Litúrgica de la Provincia Eclesiástica Valentina para la traducción de los textos litúrgicos, creada el 1973: Enric Valor, Avel·lí Flors (el único que está vivo), Manuel Sanchis Guarner, Pere Riutort, Francesc Ferrer Pastor y Vicent Sorribes. Yo con este artículo pido para estos grandes hombres, el máximo galardón que concede el gobierno del País Valenciano, la Alta Distinció de la Generalitat, por el compromiso en la defensa de nuestra lengua en la Iglesia de estos hombres.

Cañizares habría de hacer suya la lengua de la Pilota
Cañizares habría de hacer suya la lengua de la Pilota

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