El Cristo de la Victoria de Vigo.

Ayer fue la fiesta del patrón de mi ciudad natal. El Santísimo Cristo de la Victoria.

Una vez más se batieron todos los records de asistencia. La policía local la cifró en más de doscientas mil personas. Que en una ciudad de unos trescientos mil habitantes y religiosamente fría es un número impresionante.

Este año no pude estar en Vigo el primer domingo de agosto que es el día de su fiesta y por tanto no participé en la procesión como tantísimos años. Y en ese momento cumbre, sobre las diez de la noche que en el que en una Puerta del Sol, abarrotada de fieles, se apagan las luces y la imagen de Cristo se vuelve iluminada por un potente foco y miles de voces entonan el himno: ''Alza Vigo la frente serena y contempla a tu Cristo en la Cruz...''.

Las lágrimas corren por muchas mejillas y el vello se pone de punta.

Sólo quiero hacer dos consideraciones. Los pacifistas que bramaron con lo de Santiago Matamoros supongo que rechinarán también ante la advocación viguesa. Un Cristo de la Victoria. Pues lo siento, no la vamos a cambiar. De la victoria suplicada y obtenida sobre los franceses. La pidieron a su Cristo y la victoria llegó. Porque se puede pedir la victoria sobre ele enemigo. Guerra había clamado ante el altar el sacerdote con ira. Con santa ira. Que a veces es santa.

La otra va contra los perfectos. Que muchas veces sólo lo son de palabra. Muchos es el único acto religioso del año al que acuden. Yo lo tengo clarísimo. Mejor eso que nada. Y tengo para mí que en el día supremo, cuando comparezcan ante Él tal vez con muchos pecados en su conciencia habrá algunos que ante la pregunta: ¿Qué has hecho por mí en tu vida? sólo podrán responder: te acompañé muchas veces el día del Cristo de la Victoria y te miré con amor. ¿Cuál será la respuesta de Aquel que nos amó tanto que murió por nosotros en una Cruz de Amor? No la sé. Pero me la imagino. Aunque pueda estar equivocado.
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