"Hace falta alguien con la parresía de Francisco que se atreva a ser seguidor de Jesucristo sin condiciones" Para ser Papa alcanza la parresía

Para ser Papa alcanza la parresía
Para ser Papa alcanza la parresía

"Parresía no es solo valentía evangélica. Parresía es valentía, alegría y amor evangélicos"

"A simple vista se ven los que dicen que es necesaria una urgente corrección de dirección de la Iglesia volviendo a las raíces (¿es que acaso la raíz no es el Evangelio?) desfiguradas por Francisco"

"El cardenal Stella, confeso admirador de Francisco que ahora, recién sepultado, afirma que hay que volver a aquella Iglesia donde los ordenados tienen el poder"

Es verdad que la afirmación del título puede sonar preocupante, simplista, absurda. Pero vendría bien -y esta es la propuesta- pensar el cónclave sin tanto dramatismo, sin esa exagerada sobreactuación que viene ganando los días y que se alimenta, entre otras cosas, de las operaciones de algunos grupos más interesados en el poder que en el servicio y en la necesidad mediática de llenar tiempo y espacio con especulaciones más parecidas a la politiquería barata defendida para intentar ocultar la ignorancia sobre estos temas.

Es verdad que a simple vista se ven los que dicen que es necesaria una urgente corrección de dirección de la Iglesia volviendo a las raíces (¿es que acaso la raíz no es el Evangelio?) desfiguradas por Francisco quien pretendió afirmar y ejercer la igualdad en dignidad de toda persona y definir y entender como servicio el rol que cada uno ejerce, sobre todo los ministros ordenados.

Especial Papa Francisco y Cónclave

Cardenal Müller
Cardenal Müller

Y enfrente una buena cantidad de cardenales que poco o nada saben de mafia vaticanista -porque su tarea está entre la gente- ya como modo de poder, ya como degeneración de aquella primera Iglesia fundada por Cristo, “el servidor”, y prolongada por los apóstoles y sus sucesores.

Son muy pobres las posturas de eximios teólogos como el cardenal alemán Müller que para mostrar su convicción de que el Papa recientemente fallecido no respondía a la supuesta Iglesia verdadera afirmó: “no debemos elegir al sucesor de Francisco sino de San Pedro”, cayendo en su propia trampa, la de remitir inmediatamente a la figura y rol del primer Papa, claramente descrita en los Evangelios y en los Hechos de los apóstoles…. No parece que se distinguiera mucho de Francisco…

O la del cardenal Stella, confeso admirador de Francisco que ahora, recién sepultado, afirma que hay que volver a aquella Iglesia donde los ordenados tienen el poder y hacer retornar nuevamente a los laicos y sobre todo a las mujeres a sus tareas de fieles dóciles y obedientes, a los cuellos duros disfrazados de maestros solo por residir en el Vaticano, usar color morado o rojo y ostentar un título universitario o de post grado como si el objetivo de eso no fuera mejorar el servicio y las herramientas para mejor acercar a Jesús el único que salva a todos.

Alguna vez me tocó escuchar a un doctor, que luce su propia ignorancia con un garbo ridículo, decir que quienes reniegan de los títulos es porque no consiguieron ninguno.

Papa

Y hay que ver lo talentoso que son para correr de sus parroquias a quienes no coinciden con ellos o el descaro para pedir dinero sin disimulo y, por tanto, ser anti testimonio clarísimo de Aquel a quien dicen servir.

Parresía. Esa parece ser la virtud de estos tiempos.

Parresía no es solo valentía evangélica. Parresía es valentía, alegría y amor evangélicos.

Es saber reconocer por dónde Dios quiere que vayamos y decidir sin miedo ni temor por la propia reputación, porque es hacer lo que Dios quiere, precisamente.

Otro Francisco, no. Con seguridad.

Porque sería atrasar.

Hace falta alguien con la parresía de Francisco que se atreva a ser seguidor de Jesucristo sin condiciones, acercando las herramientas de los sacramentos y propendiendo a lo único que hace discípulos: la experiencia personal de Cristo.

Y que vaya más allá. Es decir más y más al Evangelio, cambiando lo que haya que cambiar en favor de los pobres, postergados, la Paz y el servicio.

¿Es que acaso no aprendimos con Francisco que planificar no sirve para nada cuando se trata de mirar el mundo y sus realidades cara a cara?

La parresía tiene como efecto la sorpresa, el plus ultra, siempre el más allá.

Los que defienden la tradición, la historia con olor a humedad, las formas puras, la doctrina y todo eso sin Evangelio nunca entendieron a Jesucristo, o si lo entendieron, las paparruchadas por sentirse importantes se lo hicieron olvidar.

Recemos, con oración, caridad y sacrificios personales, como enseñaba Francisco, para este tipo de situaciones.

Si a la Iglesia la defiende el Espíritu Santo, ¿qué hacen esos patovicas vestidos de negro almidonado dando clases de “debeserismo” en lugar de atreverse a estar cerca del prójimo con alegría y amor jugado?

Cardenales retrógrados

Por eso, con que el próximo papa tenga parresía, que es coraje santo para hacer la voluntad de Dios, alcanzará.

Porque está clara cuál es la voluntad de Dios, ¿no?

Que todos nos salvemos amándolo a Él sobre todas las cosas y al prójimo, sirviendo, haciendo concreta la caridad.

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