A Juan Masiá, de la Compañía de Jesús.

Reverendo Padre: Comparece en mi Blog alguien con su nombre. No necesito decirle a usted, pues lo conoce de sobra, lo que es este mundo de internet. Esa intervención puede ser suya o de otro cualquiera que haya querido utilizar su nombre. Yo le voy a contestar como si fuera suya. Y si se tratara de un suplantador pues tampoco pasa nada. Me va a servir para dirigirme a usted y decirle lo que pienso.

Ante todo debo reconocer el tono correctísimo del comunicado. Y agradecerlo. No he leído el libro en cuestión y también estoy seguro que no tendrá problemas graves de oposición a la doctrina de la Iglesia. Y seguramente ni graves ni leves.

Pero el problema que usted nos ha creado es otro. Y serio. Desde su Blog ha puesto en duda, según algunos hemos interpretado, algo que nos es muy querido y que nos duele mucho se ponga en cuestión. La virginidad de María antes del parto, en el parto y después del parto. Le hablo de memoria pues ahora no estoy releyendo su texto. Pero me parece recordar que antes del parto no se sabe y en el parto y después, no.

A mí, que no soy teólogo, eso me parece que no es lo que cree la Iglesia. Aunque usted pueda creérlo. Y yo pienso, como católico de filas, que un sacerdote y un jesuita deben manifestar la fe de la Iglesia. O la Iglesia debe decirme que yo había entendido mal lo que ella me decía.

Ese es mi problema actual con usted. Sobre sus problemas anteriores sobre embriones, abortos, preservativos o ya no me acuerdo qué, no voy a entrar ahora. Tampoco soy un experto en esas cuestiones. Que le costaron su cátedra.

No voy a negarle que me parece poco fiel a la Iglesia. Y más siendo hijo de esa Compañía antaño fidelísima. Por eso deseo que la Iglesia se manifieste al respecto. Y deseo de todo corazón que si lo que dijera fuese blanco, y usted lo viese negro, pasara a afirmar que blanco era.

En eso ya no puedo entrar. Usted hará lo que le parezca. Con pena o con gran alegría por mi parte. Pero puede estar seguro de que yo siempre voy a estar con la Iglesia y no con Juan Masiá.

Usted me ha herido. Como sacerdote y como jesuita. Y mucho. Si la Iglesia nos ha estado engañando dos mil años sobre la virginidad de María, y reste si quiere cuatro o cinco siglos en los que quizá no se pronunció, no es para creer en ella. Y yo, y muchos, creemos mucho más en la Iglesia que en el P. Juan Masiá, de la Compañía de Jesús.

Vuelvo a repetir que no tengo constancia sobre si su mensaje es suyo. Lo fuere o no, le he manifestado lo que pienso. Y asegurarle que tendría inmenso gozo en sentirme en comunión eclesial con usted.

A la espera de lo que ocurra beso con gran respeto su mano consagrada.
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